El inventario de secuelas de Santiago Siciliano es largo. “Primero, no puedo correr –empieza–. A mí me gustaba hacer ejercicios, practicar boxeo, pero tampoco puedo saltar la soga y mucho menos exponerme a una sesión de guantes. Ahora, por ejemplo, estoy hablando con vos desde la cama. Cuando me levante, el tobillo derecho me va a doler y voy a renguear un rato hasta que se me pase. También perdí la sensibilidad del nervio trigémino, que está entre el pómulo derecho y el labio superior. En ese lugar siento una presión constante. Del ojo derecho veo todo borroso: distingo colores, si alguien se acerca, pero no puedo leer. Además, con cualquier movimiento brusco siento mareos y sufro dolores de cabeza. Después está la secuela facial, a la vista de todos: como no me pudieron reconstruir uno de los huesos de la cabeza, me pusieron una placa que no calzó del todo bien y entonces se ve como una protuberancia. Por supuesto, también está lo psicológico y lo emocional. Tengo miedo de salir a la calle y pensar que me puede volver a pasar. O lo que es peor, que le pueda pasar a mi hijo”.

Lo que le pasó a Santiago fue Eugenio Veppo, el periodista que comenzó a ser juzgado por el «homicidio simple con dolo eventual” de Cinthia Choque y las “lesiones graves” de Santiago, ambos agentes de tránsito porteños que Veppo embistió con su auto a 130 kilómetros por hora. “Es muy trillado lo que voy a decir, pero lo único que espero es que se haga justicia”, afirma el sobreviviente.

El viernes, durante la primera audiencia realizada por videollamada, Veppo, de 32 años, se negó a declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 14, posibilidad que sí aprovechó Santiago como testigo. «Este señor –dijo– conducía de una manera muy temeraria, nos embistió a los dos y yo tuve más suerte. Para mí es muy fuerte recordar esto. Tampoco tuve mucha suerte porque quedé discapacitado de por vida». También contó que tuvo que pasar por “ocho o nueve operaciones” y que perdió la motricidad necesaria para tocar la batería, que era su «pasión».

Según el requerimiento de elevación a juicio, el 8 de septiembre de 2019, alrededor de las 3.35 de la madrugada, Veppo conducía su Volkswagen Passat “incumpliendo la reglamentación vigente al transitar a una velocidad elevada (no menos de 130 kilómetros por hora) que excedía la máxima permitida en este tramo de la avenida Figueroa Alcorta –que es de 70 km/h– y zigzagueando temerariamente”.

Antes de llegar al cruce con Tagle y después de pasar a alta velocidad por la derecha a un auto, «embistió con la parte delantera derecha de su rodado a Choque, de 28 años, y a Siciliano, de 31, provocando la muerte de la primera y ocasionando lesiones gravísimas al segundo». Veppo escapó, abandonó el auto a pocas cuadras y se subió a un taxi. Recién a las cinco de la tarde se entregó acompañado de su abogado.

“Jamás le quitaría responsabilidad a Veppo –dice Santiago–, pero el control estaba mal montado, no estaba bien señalizado, había pocos conos, la camioneta no estaba ploteada. Por eso soy muy crítico con el Gobierno de la Ciudad. De unos 2800 agentes que éramos, un 70% estaba precarizado. Era una falsa relación de dependencia porque cumplías horarios y normas, pero después tenías que pagar vos el monotributo y la obra social. Conmigo tuvieron alguna atención, me dieron 10 mil pesos más por mes los primeros tres meses, y en enero me pasaron a planta transitoria, pero si tengo que estar al borde de la muerte para que me paguen 30 mil pesos al mes y me efectivicen, quiere decir que estamos bastante mal”.  «