Ícono de World Wide Fund (WWF), la mayor organización conservacionista independiente en el mundo, el oso panda ha sido durante décadas uno de los símbolos de la fauna en peligro de extinción. Pero el éxito de un ambicioso programa de protección de la especie llevado adelante por el gobierno chino cambió esa realidad. En la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), publicada ayer durante un congreso de la entidad en Hawaii, el panda gigante pasó de ser una especie «amenazada» a una apenas «vulnerable».

En efecto, la agresiva política de expansión del hábitat del panda gigante en China, que creció casi un 12% en la última década, con un total de 67 reservas naturales, ha permitido quitarlo de la lista de especies amenazadas. Y si bien es cierto que el cambio climático amenaza con eliminar más del 35% de los bosques de bambú –elemento central para la vida de estos animales- en los próximos 80 años, lo cual podría revertir los logros de las últimas dos décadas, el último censo realizado en las regiones de Sichuan, Shaanxi y Gansu dio cuenta de una población de 1864 osos.

Ese informe descubrió que 319 centrales hidroeléctricas, 1339 kilómetros de carretera, 268 kilómetros de cables de alto voltaje, 984 nuevas áreas residenciales, 479 minas y 25 atracciones turísticas también amenazan la reproducción y el desarrollo de los osos. Sin embargo, los pandas gigantes se han sobrepuesto al avance de la modernidad y sobreviven.