El Paro de Mujeres  y la posterior movilización de Obelisco a Plaza de Mayo ha ganado en masividad. Su convocatoria surge en repudio al brutal femicidio perpetrado contra la joven marplatense Lucia Pérez por parte de dos hombres vinculados al narcotráfico y con presunta protección policial y del poder político. El asesinato se produjo durante el mismo fin de semana en el que 90 mil mujeres deliberaban y se movilizaban en Rosario en el marco del 31° Encuentro Nacional de Mujeres que, año a año viene creciendo y que ha cobrado un fuerte impulso a partir del movimiento #NiUnaMenos surgido hace poco más de un año como resultado del asesinato de la adolescente santafesina Chiara Páez y que colmó las calles de la ciudad dos años consecutivos contra la violencia de género.

Pero esta convocatoria sumó un nuevo ingrediente. Inspiradas en el inmenso paro de mujeres ocurrido en Polonia el último 4 de octubre en rechazo a la prohibición del aborto para todo tipo de caso incluyendo violaciones, centeneras de mujeres autoconvocadas en las instalaciones de la CTEP, decidieron repudiar el brutal crimen convocando, esta vez, no sólo a una movilización sino a un Paro de Mujeres que, rápidamente se masificó entre las mujeres trabajadoras pero incluso, crecientemente, entre los trabajadores hombres.

Una señal a la CGT
La asamblea se realizó a horas de los anuncios del gobierno luego de la reunión con la conducción de la CGT que a cambio de un bono descartó toda medida de acción. La convocatoria a un paro, en ese contexto, implicó un desafío para los dirigentes de la CGT. De hecho reconocidas activistas de los movimientos por los derechos de género ironizaron: «Mientras la CGT toma el té con el gobierno, las mujeres tomamos la calle». A partir de ahí comenzaron a florecer pronunciamientos de decenas de comisiones internas, agrupaciones gremiales y conducciones sindicales que decidieron adherir a la convocatoria bajo diversas formas y se preparan para realizar paros, ruidazos y ceses de tareas en los lugares de trabajo a partir de las 13 de este miércoles.

Los primeros en adherir fueron los gremios docentes de Ademys y AGD-UBA. Luego se sumarían la CTA Autónoma, ATE Nacional, los metrodelegados de la AGTSyP y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires a cuyo gremio pertenecen algunas de las principales animadoras del #NiUnaMenos.

Desigualdad laboral
El hecho de que se trate de un paro y que haya conquistado la convocatoria de los sindicatos ha incorporado un condimento extraordinario a la movilización callejera de las mujeres y es el de la desigualdad en el terreno económico, laboral y social. De hecho la convocatoria insta también a “salir a las calles para visibilizar la violencia y el ajuste económico que golpea con más fuerza a las mujeres.”

Es que las mujeres sufren una discriminación especial en el mercado laboral. Los índices oficiales (INDEC y MTSS) marcan un desfasaje salarial con relación a los hombres de entre un 28% y un 30%. En el caso del desempleo la última cifra oficial que se ubica en general en un 9,3% escala a un 10,5% para el caso de las mujeres mientras que para los hombres baja a un 8,5 por ciento. Lo mismo ocurre con la subocupación que, con un promedio de 11,2% sube a 13,9% para las trabajadoras mujeres.

La economista Mercedes D’ Alessandro, parte del equipo que puso en pie el blog econofemini(s)ta que fuera galardonado en el rubro medios alternativos de los premios Lola Mora, explicó a Tiempo que, además, “el 76% del trabajo doméstico no remunerado lo hacen las mujeres. Esto les pone obstáculos para trabajar full time y las obliga a tomar tareas más precarizadas. Pero la discriminación llega también, y en mayor medida, al sector informal donde las trabajadoras ganan 40% menos que sus pares varones”.

Pero además, según puntualiza la especialista “de las mujeres que trabajan, el 20% lo hace en tareas domésticas (le sigue ser maestra o enfermera). Estas mujeres siguen precarizadas -aún con la aprobación de la ley- y representan un cuarto de los trabajadores precarizados de Argentina. Gran parte de estas mujeres tiene 3 o más hijos”.

La maternidad, además, representa una carga adicional para las mujeres que según D’ Alessandro “nos penaliza”, es que “cuando tienen hijos, muchas mujeres dejan de trabajar: la tasa de actividad pasa de 54% a 39% mientras que la de los varones padres sube. La maternidad obliga a tomar tareas más precarizadas y, además, se pierden oportunidades de crecimiento laboral”.

Según Laura Carboni secretaria de géneros y diversidad sexual de AGD-UBA el acceso a una profesión que colabore en una mejora de los ingresos y un ascenso social está dificultado ya desde la propia universidad: “para las estudiantes los jardines maternales directamente no existen. Se piensa en un perfil de estudiante joven que no trabaja, ni tiene hijos. O estudias o sos madre.”, graficó.

D’Alessandro completa el cuadro: “Cada 5 minutos nace un bebé de una madre adolescente -menor de 20- y cada 3 horas de una mamá menor a 14 años que es víctima de abuso. Son tasas altísimas y mayores al promedio latinoamericano que está 2da en ranking mundial de embarazo adolescente. El 69% de estas jóvenes madres dejan de estudiar porque no tienen cómo hacer para cuidar los hijos”.

De este modo la desigualdad social y laboral que sufren las mujeres ingresa a un circulo vicioso del cual no es posible salir sin la intervención organizada de las trabajadoras alrededor de los sindicatos y orientando sus reclamos al Estado y las patronales. El Paro de Mujeres, será una oportunidad para reforzar esos reclamos.