El crimen del colectivero Daniel Barrientos, la agresión posterior al ministro de Seguridad Sergio Berni, la eterna pelea Nación-Provincia-Ciudad y los anuncios de cámaras y gendarmes, corrieron el eje de cualquier explicación posible que aborde la violencia en el AMBA, los contextos y lo que dicen las (pocas) cifras de hechos delictivos en la Provincia. Tiempo dialogó con especialistas y funcionarios con anclaje territorial acerca de una problemática multicausal que parece explicarse más por razones sociales y económicas en la población, en lugar del recurrente mensaje punitivista asociado a la inseguridad.

Más allá del discurso mediático, los delitos en general y los homicidios dolosos en particular vienen en descenso en todo el territorio bonaerense. En los últimos 12 años los asesinatos bajaron un 40%: en 2009 hubo 1335 casos frente a los 794 de 2021. El problema es la falta de actualización. La Procuración Bonaerense, en manos del macrista Julio Conte Grand, aún no presentó las estadísticas de 2022.

El crimen de Daniel Barrientos.

Si se analiza, de los 794 asesinatos mencionados, 143 ocurrieron en ocasión de robo. Es decir, en 2021 cada dos días y medio mataron a alguien en un asalto. En La Matanza (la zona del crimen del colectivero) los homicidios totales fueron 120, de los cuáles el 18,3% ocurrieron en contexto de robo, un 16,7% en manos de las fuerzas de seguridad, un 4,2% por comercio de drogas y un 2,5% por legítima defensa.

“La tasa de homicidios está estable y a la baja en los últimos años, pero en algunos lugares del Conurbano no. Se da lo que nosotros llamamos ‘la distribución desigual de las violencias’. Hay que pensar cómo actúa en algunos lados en particular y en otros no”, explica José Garriga Zucal, Doctor en Antropología Social e investigador del Conicet. El experto, docente de la Universidad Nacional de San Martín, describe que “con la tasa de homicidios es muy notoria cómo se da esta heterogeneidad. Nosotros trabajamos en San Martín y notamos cómo en una zona se dan más del 80% de los homicidios, mientras que el resto es muy tranquilo”. Un distrito del conurbano donde la comercialización de drogas fue en aumento.

Violencias, números y el control de los territorios

De acuerdo al Observatorio de Políticas de Seguridad de la Universidad Nacional de La Plata, entre 2009 y 2021 la tasa de homicidios dolosos bajó de 8,5 a 4,5 cada 100 mil habitantes. Sin embargo, para gran parte de la opinión pública la violencia es cada vez peor. Esteban Rodríguez Alzueta, docente e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, da su parecer: “el asesinato del chofer hay que leerlo al lado de un malestar general que incluye el aumento de la pobreza, el incremento de las tarifas, los alquileres y los alimentos, es decir, la licuación constante de los salarios; pero también al lado de la polarización política que continúa alejando a los funcionarios y el resto de la dirigencia política de los consensos que necesitan la búsqueda de soluciones creativas. Si a eso le sumamos la desconfianza social que pesa sobre aquellas instituciones encargadas de perseguir el delito y cuidar a la gente, entonces, los ciudadanos tienen sobradas razones para enojarse y manifestar su indignación”.

Los delitos considerados «menores» por las autoridades no suelen denunciarse ni figurar en estadísticas. Están íntimamente relacionados con cuestiones de fondo mucho más complejas como la deserción escolar, el consumo de drogas, la falta de recursos, situaciones que se multiplican en los barrios más vulnerables donde el territorio es clave.

Para las Naciones Unidas la Argentina lidera el consumo de cocaína en Sudamérica. Garriga Zucal apunta que “las lógicas de recaudación de la policía se han modificado. Lo que llamamos la regulación del delito no está funcionando de la manera más efectiva. Entonces hay más violencias entre las bandas y hay más bandas. Hoy vemos diferentes bandas policiales pidiendo su parte de la recaudación de la venta de drogas a los ‘transas’ –preferimos decirles así y no narcos–, que en los últimos años ganaron mucha relevancia en los barrios por tres razones: dan trabajo (hay soldaditos y bunkeros); venden droga; y además prestan plata”. El proceso se da a la par de un achicamiento de las clásicas cajas de recaudación de la Bonaerense: el juego y la prostitución.

El secretario de Justicia de Moreno, el abogado Nahuel Berguier, adelanta que en su distrito hay “una pirámide descendente de homicidios». En 2022 bajaron un 50% los homicidios dolosos respecto de 2019: «se necesita inversión en recursos humanos e infraestructura, y también un trabajo focalizado en cada zona caliente, con abordajes multiagenciales”.

Y enfatiza que la violencia es multicausal: «si mirás los homicidios o los heridos en general se producen por conflictos vecinales multicausales; esto requiere una comprensión aguda de los problemas para intervenir adecuadamente. El Estado y la organización comunitaria tienen que recuperar el control de los territorios. Prevenirla la violencia es entender los conflictos y las características delictivas en cada territorio; más allá de aumentar el patrullaje, las cámaras, la iluminación, que por supuesto es fundamental”.

Berni, tras la golpiza de colectiveros, forcejeando con policías de la Ciudad.
Foto: ANDRES PELOZO AFP
La intervención temprana

En diálogo con Tiempo, el abogado Nahuel Berguier, el secretario de Justicia del municipio de Moreno que conduce Mariel Fernández, adelanta que en el distrito hay “una pirámide descendente de homicidios, y en 2022 bajó un 50% los homicidios dolosos respecto de 2019 o 2018. Se necesita inversión en recursos humanos e infraestructura, y también un trabajo focalizado en cada zona caliente, con abordajes multi agenciales. Eso requiere de conducción política y una fuerte articulación de actores”.

El funcionario subraya que desde el inicio de la gestión, la intendenta “convocó a una Mesa de Política Criminal, en la cual articulan el Municipio, las fiscalías, el Ministerio de Seguridad, la policía” y que además de “aumentar los patrulleros y las cámaras (con el fondo de seguridad del conurbano), se trabajó en la intervención temprana en materia de usurpaciones, en mediaciones comunitarias, en trabajo con ofensores primarios con el Programa Comunidad Moreno, en reuniones con vecinos”. 

Y menciona un problema que crece en el AMBA con la suba de la pobreza y la inflación: las tomas. “En las tomas de La Bibiana y del ex predio de la Feria Las Flores logramos sin violencia mediar en los conflictos y llevar soluciones alternativas –añade–. Se logró reestablecer la autoridad del Estado y disminuir la violencia en zonas rojas del delito”.