Las y los becarios de la UBA son estudiantes que están cursando sus doctorados y que en paralelo llevan adelante investigaciones específicas sobre diferentes temas. Dedicación, compromiso, tener una carrera de grado finalizada, formar parte de un proyecto de investigación, que el tema a investigar sea de relevancia, y que esté aprobado por el Consejo Superior de la UBA; son las condiciones que debe cumplir un becario para poder tener un ingreso económico de la Universidad de Buenos Aires por todo el trabajo que llevan adelante.

Como consecuencia de la pandemia, la mayoría de las instituciones de investigación en Latinoamérica, con marcado reconocimiento y prestigio internacional como el CONICET y la Universidad de La Plata, concedieron un año de prórroga respecto a las becas y en materia de plazos administrativos para que los académicos pudieran terminar con sus investigaciones. Esto con la Universidad de Buenos Aires (UBA) no pasó. Sus becarios y becarias afirman que los dejó sin ingresos y sin obra social  en el medio de la segunda ola de contagios.

En esta situación se encuentran alrededor de 120 becarios que hace años se forman y realizan sus trabajos de investigación. La única respuesta de las autoridades de la UBA, fue otorgar apenas cuatro meses de prórroga a quienes finalizaban su beca en septiembre de 2020; pero al mismo tiempo les exigen a todos los becarios que continúen con sus investigaciones, sin ofrecerles las condiciones mínimas para realizarlo en medio de la pandemia. El conjunto de las y los académicos apuntan al rector de la UBA, el Contador Alberto Barbieri, teniendo en cuenta que es el único que puede solucionar esta situación con una simple firma.

“Solo nos dieron cuatro meses de prórroga para poder terminar con nuestra investigación después de estar un año sin tener las herramientas necesarias como consecuencia del aislamiento por la pandemia”, afirma Lucía Cañada becaria doctoral de la Facultad de Ciencias Sociales del Instituto de Investigaciones Gino Germani, que trabaja sobre arte, educación y política en dictadura. Lucía apenas pudo conseguir una prórroga de 3 meses porque fue mamá en medio de la investigación que lleva adelante. “Incluso en los 4 meses de prórroga que nos dio la UBA, ni los institutos, ni los laboratorios ni las bibliotecas abrieron por razones obvias”, agrega.

Las becas concluyen en septiembre de cada año y ese mismo mes se suma una nueva camada de alrededor de 100 becarios. La Universidad de Buenos Aires posee en su staff aproximadamente 700 becarios que son los que motorizan y llevan adelante todas las investigaciones que la universidad difunde en el mundo académico, y por las que “rankea” como una de las mejores universidades del mundo, que actualmente se ubica por sétimo año consecutivo como “la mejor casa de estudios superiores de Iberoamérica ocupando el lugar 69 a nivel mundial”, según el ranking QS que evalúa a 1.673 universidades de todo el mundo.

“Nosotros nos dedicamos ciento por ciento a nuestras investigaciones, primero porque la dedicación es absoluta y por otro lado porque una de las condiciones para ser becario es que nos dediquemos exclusivamente a este trabajo”, remata Cañada. En orden jerárquico Alberto Barbieri podría solucionar este tema sellando su firma, o bien, que el Consejo Superior a través de los integrantes de los distintos claustros y los decanos de cada facultad, impulsen el pedido de los becarios para que se extienda la prórroga por un año pero, en principio, no hay decisión política para hacerlo. Es por eso que hoy los académicos se movilizaron hacia el rectorado de la UBA y mantuvieron un encuentro con el titular de la Secretaría de Ciencia y Técnica, Aníbal Cofone, y la respuesta fue contundente: “no tenemos presupuesto para los becarios”. Más allá de las expresiones de Cofone, el reclamo debe ser analizado por la Secretaría de Hacienda de la Universidad.

Antes de que termine este mes cada becario debe presentar un informe de lo realizado todo este tiempo y, además, la presentación de una tesis terminada. Lo cierto es que la gran mayoría no pudo finalizar su investigación por tener prohibido el ingreso a los laboratorios, o a los diferentes lugares de investigación como consecuencia de la pandemia, hecho que provocó que muchas pruebas de análisis científico se echaran a perder. Los becarios afirman que esta prórroga de un año no representa un gasto extraordinario para la UBA.

“Nosotros y nosotras tenemos un salario de 60 mil pesos mensuales”, informa en diálogo con Tiempo, Ariel Mogni, que está realizando un Doctorado en Historia y que lleva adelante una investigación sobre el sistema de salud mental en colonias británicas. “No tenemos ningún tipo de aporte patronal, ni jubilación, no podemos facturar y no podemos tener ningún otro ingreso, y en esta situación estamos durante cinco años porque la UBA no nos considera trabajadores”, agrega Mogni, que además confirma que cada investigador se hace cargo de los gastos de sus elementos de trabajo para poder llevar adelante sus investigaciones.

La comunidad académica manifestó un importante apoyo a los reclamos de las y los becarios con más de 1500 firmas a través de un petitorio, que fue entregado en el Rectorado de la universidad durante la jornada de hoy.

Precarización laboral, sueldos magros y abandono de personal, hechos que ocurren en una de las casas de altos estudios más calificadas y reconocidas a nivel mundial.