«Mi padre vale más muerto que vivo para todos los que tenían contacto con él; políticos, jueces, farándula, todos pueden caer», avisa desde España Lorena Martins, la hija del exagente de la SIDE, Raúl Martins, sobre quien esta semana la Cámara Federal ratificó la orden de detención por causas de trata de personas y proxenetismo.

Sin embargo, continúa la mujer, en diálogo telefónico con Tiempo, «no creo que se deje atrapar. Yo conocí su apartamento en México –Martins padre está radicado en aquel país desde hace 16 años– y tiene una caja fuerte en la que entra hasta una persona parada. Él siempre tiene mucho efectivo encima, además de cuentas en paraísos fiscales, es un hombre de muchos recursos. Pero lo más importante es que en la Argentina no hay voluntad de atraparlo. Todos saben dónde vive y nadie va a buscarlo».

La causa contra Martins, que tramita el juzgado federal de María Romilda Servini de Cubría, comenzó por una denuncia de la organización La Alameda, luego de que Lorena aportara pruebas de que su padre lideraba una red de trata que hacía aportes a la campaña del hoy presidente Mauricio Macri, en la época en que disputaba la jefatura de la Ciudad de Buenos Aires, y que eso lo hacía a cambio de protección.

Una de las fotografías incorporadas al expediente como prueba muestra a Macri junto a su esposa Juliana Awada (también denunciada por La Alameda por trabajo esclavo en talleres textiles) en un cabaret de Cancún. Al lado de ellos está Gabriel Conde, procesado y prófugo de la Justicia por regentear el prostíbulo Shampoo, e hijo de Luis Conde, un reconocido dirigente de Boca Juniors que supo acompañar a Macri en su campaña para presidir el club.

En diciembre del año pasado, los fiscales Alejandra Mangano y Marcelo Colombo, de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (ProTEx) solicitaron la detención y captura internacional con miras de extradición de Martins, «en razón de que no habría concurrido al llamado a indagatoria dispuesto en la última oportunidad, siendo que además se habría verificado su presencia en el país entre el 7/6/17 y el 5/2/18, lo que acreditaría su estado de rebeldía y riesgo procesal para la presente investigación». Asimismo, entendieron que correspondía ampliársele la imputación por la que se lo había citado originariamente «en orden al delito de asociación ilícita y lavado de activos de origen ilícito».

En ese sentido, dos de los tres camaristas votaron por el rechazo a la nulidad de detención presentada por la defensa de Martins y lo justificaron haciendo mención a las reiteradas oportunidades en que el imputado fue llamado a indagatoria y no se presentó o no fue hallado por las autoridades judiciales en los domicilios fijados en Cancún. Si bien después de varios intentos finalmente fue indagado en México, los jueces entendieron que Martins debe ser detenido.

«Raúl Martins tiene los días contados. A sus 70 años, y aunque filmó a todo el poder argentino entre los años ’80 y ’90, aunque está aliado a los narcos de los Zetas en México y tiene en el bolsillo a varios de sus gobernantes, y aunque financió a Macri, va terminar tras las rejas», opina Gustavo Vera, querellante en la causa y referente de La Alameda.

Los modos de Martins pronto se evidenciaron en México. La periodista de ese país, Lydia Cacho, le dedicó un capítulo entero de su libro Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo, y lo tituló «El intocable», por los vínculos que le conferían impunidad.

«Yo le digo a la Justicia –concluye Lorena– que no dé más vueltas porque ya tiene la orden de detención. Él no es un improvisado, es una persona inteligente, y tiene filmada a mucha gente que iba a los prostíbulos. La red criminal que mi padre montó significa muchos delitos; trata, corrupción, cohecho. Hasta está nombrado muchas veces en el expediente del caso D’Alessio. Algún tipo de relación habrá tenido con esa gente. No creo que al gobierno argentino le interese movilizar esta causa, cuando el presidente fue uno de los denunciados desde el primer día». «