El 6 de diciembre del año pasado, Tiempo sacaba a la luz otra de las medidas de ajuste educativo que planeaba implementar la ministra porteña Soledad Acuña. A diferencia de otros recortes, éste, atacaba a uno de los sectores más vulnerables de la comunidad educativa: chicas y chicos con discapacidad. El ajuste estaba direccionado a las escuelas especiales que incluyen la formación para niños, niñas, jóvenes y adultos con discapacidad intelectual, y que ofrecen formación integral y laboral. La propuesta del gobierno porteño fue cortar la formación de todos los estudiantes a los 22 años de edad, violando la resolución 155 del Consejo Federal de Educación firmada en 2011. En ese momento, la noticia rebotó en muchos medios, la comunidad educativa repudió unánimemente esta medida y el gobierno dijo que no iba a haber ningún ajuste y que “todo se trata de una operación mediática”.

Pero con el inicio de clases, miles de familias de esa comunidad descubrieron que Acuña comenzó a implementar parte de ese recorte. Para los estudiantes mayores de 22 años, el nuevo ciclo lectivo arrancó con un fuerte ajuste en la carga horaria escolar. En vez de cursar de lunes a viernes en jornada completa, el nuevo esquema comprende una cursada de tres horas en apenas 3 días de la semana. Esta nueva estructura horaria produjo una inmediata deserción de muchos chicos y chicas dado que sus familias vieron afectada su rutina diaria. “La escuela para mi hija es su segundo hogar. Ella es feliz, va con una sonrisa todos los días a encontrarse con sus amigos”, narra a Tiempo Alejandra Almagro, que todos los días lleva a su hija Naiara a la Escuela de Educación Especial N° 18 Cecilia María Estrada de Cano. “Fuimos a reclamar al gobierno de la Ciudad y la respuesta fue que anotemos a los chicos en los Centros de Día. Si bien esos centros dan contención y acompañamiento, no cumplen el rol de una escuela, y si así quisiéramos inscribirlos esos lugares están colapsados”, agrega.

“No es justo, no puede ser que la ministra Soledad Acuña desprecie tanto a los chicos que asisten a educación especial. Primero le sacó los micros que los llevaban a la escuela, y ahora esto”, se lamenta Alejandra mientras recuerda que “cuando Acuña sacó los micros tuve que tramitar por la obra social de mi nena que la pase a buscar un remís. El primer día vino el auto y Naiara llegó 25 minutos antes de que abra la escuela y el remisero la dejó sola en la puerta. Mi hija tiene retraso madurativo y no puede estar sola, de casualidad no le pasó nada porque llegó otra mamá un poco más temprano”.

En la Ciudad de Buenos Aires hay 13 escuelas especiales con formación laboral y en casi todas se concretó el recorte, y el resto está expectante a la espera de recibir las nuevas medidas. Ajuste que también comenzó en la Escuela de Educación Especial N° 21 “Rosario Vera Peñaloza” del barrio de Villa Pueyrredón. “Como en todas las escuelas especiales con formación laboral, los chicos ingresaban desde los 14 hasta los 30 años a las clases comunes, y luego accedían a la educación no formal que es hasta los 36 años. Ahora este recorte horario deja sin la educación y la contención necesaria para este sector de chicos que son muy vulnerables”, cuenta a Tiempo una maestra del Vera Peñaloza que pidió resguardar su identidad por temor a represalias. “Hay mamás y papás que tienen más horas de viaje, de su casa a la escuela, que las que cursan ahora sus hijos. Esta medida es de un irresponsabilidad total, no puede ser que esté ocurriendo esto porque los estudiantes se quedan sin nada”, agrega la docente.

El recorte horario representa, además, un fuerte ajuste en el servicio de comedor, algo que viene sucediendo desde el 2015 a la fecha pero que se concretó de manera definitiva en el arranque del ciclo lectivo 2022. Al cursar sólo 3 horas diarias, los estudiantes mayores de 22 años sólo reciben una colación: una manzana o una barra de cereal, y en el mejor de los casos, un sándwich con una feta de queso. “Mi hijo llora cuando lo paso a buscar por la escuela porque quiere seguir con sus amigos y maestras”, dijo a este medio Claudia, que lleva a su hijo a la Rosario Vera Peñaloza desde los 14. “Es realmente inhumano el trato hacia los chicos y la falta de sensibilidad del gobierno de la Ciudad. Cuando en diciembre nos enteramos que iban a excluir a los chicos mayores de 22 años no lo podíamos creer, después el ministerio nos dijo que era una operación mediática, que esto no iba a pasar, pero de hecho está pasando porque al recortar el horario nuestros hijos quedan excluidos de la formación integral”, agrega Claudia.

La resolución N° 155 del Consejo Federal de Educación en la que Ciudad se basa para realizar el ajuste, es contundente: En uno de los puntos del ítem 27 afirma que tanto los Ministerios de Educación Provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, junto al Ministerio Nacional a través de la Coordinación Nacional de Educación Especial, se comprometen de manera progresiva a “definir al corto plazo las transformaciones de las escuelas de educación especial de Formación Laboral en escuelas o centros de educación para adolescentes y jóvenes con discapacidad (franja etaria entre 12/14 años hasta 20/22 años)”. Pero la misma resolución respecto a la “Educación Permanente para Adultos con Discapacidad”, señala que las jurisdicciones deberán “impulsar propuestas de formación permanente, a las cuales puedan acceder aquellos/as adultos, a partir de los 20/22 años con discapacidad innata o adquirida que hayan finalizado o no su escolarización formal y precisen un ámbito de perfeccionamiento para incorporar nuevas competencias que les permitan desempeñarse en distintos ámbitos de la vida (…) incluyendo criterios de certificación de los diversos trayectos educativos”, es definitiva: el gobierno porteño debe seguir garantizando la formación hasta después de los 22 años en la etapa adulta de los estudiantes con discapacidad.

Leonor Luna, docente de Educación Especial de la Escuela N° 36, Dr. Aurelio Martínez, en diálogo con Tiempo afirma que “con este recorte horario muchos chicos ya no vienen a la escuela porque tienen padres mayores que no los pueden llevar por apenas 3 horas, porque viven lejos de la escuela; y de esto el gobierno de la Ciudad es consciente”. Leonor señala que el recorte de horario y la quita de comedor ya está ocurriendo en casi todas las escuelas especiales de formación laboral, “es por eso que este viernes nos movilizamos al Ministerio de Educación de la Ciudad, pero no nos quisieron recibir, nos prohibieron el paso y nos pusieron a la policía en la puerta”.

Ajustar en educación especial: Un viejo Anhelo de Larreta

En septiembre de 2019, Tiempo daba cuenta sobre del ajuste que tenían planeado Larreta y Acuña implementar en todas las escuelas de educación especial.  En la Ciudad de Buenos Aires hay 56 instituciones con estas características, que son a todas luces insuficientes. El gobierno porteño mantuvo prácticamente congelado el presupuesto en este sector desde hace varios años, en torno al 3,7 por ciento. La inversión en ese año, en 2019 fue de $ 2.076.680.492, de los cuales casi el total, $ 2.061.756.117, se destinan al pago de personal. Pero el ajuste no fue solo presupuestario: la fusión de la Escuela N°14 “Constancio C. Vigil”, ubicada en Independencia 668, con la Escuela Integral Interdisciplinaria Nº 3, se llevó adelante sin previo aviso. Ocurrió más allá que la comunidad educativa denunció en varias oportunidades que el edificio de la N°3, ubicado en Piedras 1430, no era apto para funcionar con superpoblación de alumnos y que, además, ambas instituciones tienen desarrollos pedagógicos diferentes.