El ex empresario farmacéutico Ibar Esteban Pérez Corradi, actualmente preso por tráfico de efedrina, fue beneficiado con “falta de mérito” en la investigación como presunto autor intelectual del denominado Triple Crimen de General Rodríguez, los macabros homicidios de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón en 2008.

La jueza, quien la semana pasada contrajo Covid-19, dispuso una serie de medidas de prueba para determinar si Pérez Corradi tuvo o no participación en el triple crimen, pero dejó en claro que en el caso de haber tenido alguna, no actuó solo, dada la magnitud y la logística del hecho.

“Se valieron del uso de teléfonos a nombre de terceras personas y se desplegó el plan criminal en distintas jurisdicciones, ya que en un lugar privaron de la libertad a los jóvenes, en otros los mataron y ocultaron los cadáveres en frío, en otro descartaron los vehículos involucrados y, por último, plantaron los cuerpos en General Rodríguez, luego de 6 días de haber desaparecido”, rememoró la jueza.

En todo ese despliegue, los autores directos y mediatos “debieron valerse de un sustento económico importante, pero fundamentalmente con un nivel de organización propia de una organización criminal, enraizada y con necesarios lazos de poder”.

Por el triple crimen fueron condenados a prisión perpetua los hermanos Martín y Cristian Lanatta y los también hermanos Marcelo y Víctor Schillaci, supuestamente –de acuerdo con la acusación ahora descartada—instigados por Pérez Corradi.

La teoría oficial, desplegada especialmente en medios de prensa e impulsada por agentes de inteligencia, indicaba que Pérez Corradi mandó a matar a Forza porque éste le estaba birlando la supremacía en el tráfico ilegal de efedrina. Y los otros dos empresarios farmacéuticos, Bina y Ferrón, estaban en el lugar equivocado y también fueron asesinados.

“No existe prueba que permita sostener entonces que Bina, Ferrón y Forza ‘pensaban desplazar del millonario negocio’ de la efedrina a Pérez Corradi”, replicó Servini.

“Tampoco me resulta posible argumentar que Pérez Corradi podría suponer que él era el único en toda la capital que vendía efedrina. (…) Estaba inundada de efedrina Argentina en los años 2007 y 2008. Está probado que Pérez Corradi era un intermediario en la cadena de desvío; el quid de la cuestión se halla en los extremos de la maniobra ilegal (ingreso y salida de la efedrina), allí es donde hay que hurgar si se pretende encontrar a quienes pensaron, manejaron y/o planificaron el comercio ilegal de efedrina y, en resumidas cuentas, a quienes pudo molestar la irrupción de las víctimas”, subrayó la magistrada.

Servini descreyó que toda la operatoria del triple crimen fuera obra exclusiva de los cuatro condenados y, eventualmente de Pérez Corradi, pero no descartó que hubiera tenido participación en el hecho: “Las probanzas colectadas tampoco permiten desvincularlo de la causa, puesto que ha formado parte de una organización narco criminal, que podría vincularse con los homicidios”.

“Que esto quede bien en claro, el imputado formó parte de una organización narcocriminal, que podría vincularse con los homicidios pesquisados, pero no existe prueba, a mi juicio, que indique que fuera Pérez Corradi quien la lideraba”, analizó.

En ese sentido, le asignó una trascendencia al rol de Bina en el negocio de la efedrina y evaluó que podría haber sido ese empresario el foco principal del triple crimen.

Tras repasar sus vínculos con los traficantes y describir una suerte de “juego a dos puntas” (así lo describe el fallo), Servini puso la lupa en que “del salvajismo con el que ejecutaron a las víctimas, vejadas y maltratadas previo a darles muerte, el caso de Leopoldo Bina fue el peor. Es claro el ensañamiento para con él; de las tres víctimas es el que presenta signos de tortura, posee una fractura en el cráneo de 8×8 cm y le fue seccionado el pabellón auricular derecho, ambas heridas, mientras aún estaba con vida. No es un dato menor”.