Cierren los ojos. Imaginen aunque sea por unos segundos que una patota compuesta por 15 matones ingresa por la fuerza a un edificio y destroza todo lo que encuentra a su paso. Antes, saca a patadas y trompadas a tres trabajadores que encuentra adentro. En unos segundos, tapa los ventanales para que nadie vea lo que sucede. Para ocultar la violencia. Para romper todo en una madrugada lluviosa. El edificio no es cualquier edificio: es la redacción de un medio de comunicación. Ejecutan un planificado ataque a la libertad de expresión. Cuentan con la complicidad policial en el intento por silenciar a la prensa. Dan un golpe contra el ejercicio periodístico en su conjunto.

Imaginen que pasaron seis años y que la Justicia todavía no identificó a los responsables del violento episodio. El hecho aún sigue impune. Abran los ojos. No hace falta imaginar nada. El ataque sucedió el 4 de julio de 2016. La redacción vandalizada fue la de Tiempo Argentino. Se cumplen seis años sin juicio ni castigo contra los autores de uno de los hechos más violentos contra la prensa desde el regreso de la democracia.

La causa para esclarecer el ataque tuvo movimiento los últimos días. El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi descartó el vínculo de la Policía con el ataque y dictó el sobreseimiento de Jorge Guillermo Azzolina, jefe de la Comisaría 31, cuyos uniformados custodiaron la entrada y la salida de la patota a la redacción. Los esfuerzos de la Justicia por desresponsabilizar a la Policía son evidentes y, además, demoran el comienzo del juicio en un expediente que ya cuenta con los procesamientos de Mariano Martínez Rojas y sus patovicas de turno.

La organización de los trabajadores y las trabajadoras de la cooperativa sumada al amplio respaldo de gremios y organizaciones permiten mantener con fuerza el reclamo para esclarecer el ataque. Es la tradición de lucha heredada de las empresas recuperadas y las cooperativas. Es el camino por el que se revirtieron los 357 despedidos en la agencia estatal de noticias de Télam, un hito central para el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa). Esta semana se cumplieron cuatro años de la histórica pelea para frenar otro vaciamiento, en este caso ejecutado por el gobierno macrista y su plan de despidos. La heroica resistencia es parte del hilo que une las dos historias. Télam y Tiempo pusieron el cuerpo para defender el trabajo y también el derecho a la información de las audiencias, una disputa central para la sociedad en su conjunto.

Como querellantes con el patrocinio de Correpi, este martes la cooperativa concurrirá a una audiencia crucial por la causa que investiga los delitos de «usurpación, daño e interrupción de un medio de comunicación». Que suceda un día después del sexto aniversario no es una cuestión de azar: nada en la corporación judicial es casual. Daremos testimonio de lo que siempre denunciamos: el ataque tuvo la participación necesaria del comisario Azzolina y los policías a su cargo. Fueron nada menos que quienes facilitaron el ingreso al edificio. Aquella madrugada terminó con la patota huyendo con la ayuda de los uniformados. Aquella nueva recuperación confirmó que nada frenaría a Tiempo.

Desde hace seis años, también son muchos más quienes acompañan la lucha por la continuidad de este medio cada vez más potente. Estuvieron para defenderlo y para construir una mirada al futuro.