Sofía Del Valle es integrante de La Tribu espacio territorio, un colectivo construido alrededor de la radio comunitaria que funciona hace casi tres décadas en Almagro. Ya fue víctima de tres ataques de “lesbo-odio” en el barrio. “Siento una impotencia que no se cómo describirla: es bronca, miedo”, dice a Tiempo, en un barrio que vuelve a ser epicentro de otro hecho violento caracterizado por el odio hacia los colectivos de la diversidad de género.

Sofía es lesbiana, y es la tercera vez en seis meses que sufre un episodio de violencia por parte de un grupo de personas que aún no han sido identificadas. El último ataque tuvo lugar el 22 de marzo en la salida de la estación Ángel Gallardo, del subte de la B, a las 18:30. Sofía fue tomada por el cuello y llevada unos cuantos metros por la avenida Estado de Israel. El odio y la saña contra ella, según el testimonio de la víctima, se debían a su condición de lesbiana.

Ya había sido atacada en otras dos oportunidades y de la misma manera. El primer ataque fue el 7 de septiembre del año pasado, en el pasaje Aníbal Troilo, entre Sarmiento y Corrientes. El segundo, el 4 de octubre, cerca de la esquina de Ángel Gallardo y Río de Janeiro. Siempre en Almagro.

El barrio ya había sido escenario de otro episodio de violencia misógina en la noche del 7 de marzo de 2017, en la previa de la marcha del 8M que terminaría con una feroz redada de feministas a manos de la entonces Policía Metropolitana. El día anterior, un grupo de seis activistas lesbianas fueron perseguidas y atacadas por cuatro hombres, que se decían militantes católicos y las entregaron a la policía, acusándolas de hacer pintadas en dos sucursales bancarias del barrio, y en el frente de la Iglesia Santuario Jesús Sacramento, ubicada sobre la Avenida Corrientes, entre Yatay y Pringles, es decir, a sólo dos cuadras y media de La Tribu.

Para Gabriela Carpinetti, abogada de las mujeres denunciadas por las pintadas, “frente a la avanzada del feminismo, de mujeres, lesbianas y trans, hay grupos ultraconservadores de derecha que responden con mucha violencia en defensa del patriarcado. Creo que estos ataques de violencia homofóbicos tienen que ver con la propia inmunidad que el patriarcado tiene para defenderse en la crisis terminal que está viviendo. Hay una relación inversamente proporcional: en la medida que avancemos y más adhesión generemos en un sector importante de la sociedad, estos grupos reaccionarán con más violencia”.

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Paula Lorenzo, integrante del mismo colectivo que Sofía, reflexiona sobre el ataque a su compañera y cuenta: “Salimos a denunciar con el colectivo que no es un hecho aislado, que sabemos que estamos en un contexto en donde se habilitan estas cosas. Son reacciones fascistas. Nos dicen ‘lesbiana de mierda’ y nos pegan por nuestra identidad. Armamos una red entre las organizaciones del barrio para que esto no suceda más, y tenemos mucho apoyo”.

“No nos vamos a quedar calladxs, vamos a dar una respuesta colectiva a esto –agrega Sofía–. Nos vamos a organizar mucho más. Desde el año pasado venimos haciendo rondas, no nos manejamos con miedos. Con la denuncia que hicimos disputamos el sentido patriarcal. Fuimos por todos los caminos judiciales pero no hay respuestas. Nosotrxs queremos que se unifiquen las causas”.

Sofía confiesa que no había querido dar estado público a la situación, “pero ahora sentí que me iban a apuñalar. Hoy es distinto y quiero expresarme. Si llega a existir una cuarta vez, no sé si voy a poder salir a hablar”. En cuanto al grupo que la atacó, indica: “Son siempre los mismos, y la policía nunca hizo nada. La última vez me llevaron a una comisaría que era de otra jurisdicción, me dejaron en la puerta y me tuvieron dos horas boludeando. Están generando violencia institucional”.