En medio de los recortes en ciencia y las críticas de funcionarios al nivel del sistema educativo, un joven argentino acaba de ganar una medalla de oro en la Olimpiada Internacional de Matemática (IMO), disputada esta semana en Río de Janeiro, Brasil. Es el quinto en la historia de la Argentina en lograr el máximo galardón, y el equipo que representó al país quedó en el puesto 26º, convirtiéndose en el mejor de América del Sur, y el segundo de toda América, sólo por detrás de los Estados Unidos.

La IMO es la más antigua de las olimpiadas internacionales de ciencias. La primera se desarrolló en 1959 en Rumania con siete países. Ahora la sede fue Brasil. Se lleva a cabo todos los años con los mejores matemáticos jóvenes del mundo que estén cursando el nivel secundario y la competencia se desarrolla por equipos de 6 integrantes: en este 2017 compitieron 615 alumnos de 111 países. Cada uno elige, mediante pruebas de selección, a sus mejores seis para que lo representen. Los nacionales fueron entrenados intensivamente durante un mes en Ciudad Universitaria con ex olímpicos y coordinadoras con experiencia de años en el dictado de la materia en el CBC. 

“Aparte del ranking, como país este año sacamos una medalla de oro, dos medallas de plata, una medalla de bronce y dos menciones de honor”. Quien lo cuenta en diálogo con Tiempo es el flamante ganador de la dorada, Ian Manuel Fleschler, de 17 años, estudiante del colegio técnico ORT de Capital Federal. Habla desde Brasil, a la espera de la premiación. Su récord se constituyó en el mejor resultado de un argentino en la historia de la IMO. 

La olimpiada consistió en dos pruebas de cuatro horas y media, de tres problemas cada una. Quizás si se habla de una olimpiada de matemática más de uno piense en una calculadora o en exámenes con números, divisiones y fórmulas. Nada más lejos de la realidad. Las pruebas giran en torno a áreas cercanas a la geometría, álgebra y combinatoria, entre otras. Así lo relata Ian: “Las pruebas contienen problemas donde se pone a prueba más el razonamiento lógico. La dificultad de entrenar para la olimpiada justamente es que los problemas necesitan poner realmente a prueba este pensamiento lógico. Por más que uno tenga los conocimientos teóricos necesarios, se necesita astucia y práctica para poder enfrentarse a los distintos problemas”. Y ofrece un ejemplo sencillo: “Se tiene un tablero de ajedrez (8×8) al que se le recortan las esquinas opuestas. Decidir si el tablero puede ser cubierto con fichas de dominó. La solución, corta y astuta, es la siguiente: Al observar las casillas blancas y las negras en el tablero, las fichas de dominó cubren una casilla de cada tipo. Luego, si fuese posible cubrirlo debería haber igual cantidad de casillas blancas que negras en el tablero. Pero al recortar las esquinas opuestas no habrá igual cantidad. Por lo tanto, no puede ser cubierto por fichas de dominó”. 

Su interés por la matemática comenzó de chico: a los 10 años ya competía en las olimpiadas de la Primaria. En 2015 ya lograba el bronce en las del Cono Sur, en Chile. “Al principio me iba muy mal. Pero creo que llegar a lo que llegué ahora fue en parte como un juego de autosuperación a mí mismo. Mejorando paso a paso”. Para el futuro cercano tiene planeado estudiar Matemática Pura en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Pero estas historias no suelen tener genios caídos del cielo ni superdotados aislados, conviven en un sistema y sus frutos tardan años. En el medio, millones de chicos reciben a diario sus clases de matemática en los colegios del país, a veces estimulados, tantas otras no, aburriéndose o teniéndole miedo a los números. Ian opina que “en el mundo, en general, sería importante cambiar la forma de enseñar la matemática. Siento que se prioriza enseñar contenidos teóricos antes que enseñar a pensar. Es mucho más importante saber pensar que recordar resultados, métodos o teoremas, observando ejemplos particulares y no intentando entender cómo pensar a nivel genérico. Una vez que uno sabe pensar, las cosas van surgiendo solas, independientemente de qué sean”.

Este año la olimpiada tuvo como novedades la primera inclusión de una chica trans, oriunda de Dinamarca; un 10% de participación femenina; la presencia como competidor del hijo del presidente sirio Bashar Al-Ásad, y el robo en la playa a tres entrenadores de Liechtenstein, Polonia e Israel, lo que fue noticia en diarios de Río más que la matemática. También la ausencia de Corea del Norte. El año pasado en Hong Kong, un alumno del equipo se escapó y no regresó al país. La vecina Corea del Sur culminó esta edición en la primera colocación del medallero.