Cerca del mediodía el sol pega furioso. En Plaza de Mayo se escuchan los bombos que acompañan el paso de 30 personas -en su mayoría mujeres- con pancartas y fotos colgadas, y los nombres de todas las mujeres, adolescentes, niñas que ya no están. Irrumpen en el espacio público cortando las selfies de turistas que posan con la Casa Rosada de fondo y despliegan dos banderas largas y banquitos rojos en semicírculo. Madres, padres y hermanas se sientan y dan inicio al encuentro, que se repetirá todos los segundos miércoles de cada mes.

La ronda de oradoras comienza con la Marta Montero, la mamá de Lucía Pérez, aquella adolescente de 16 años brutalmente asesinada en octubre de 2016, femicidio que impulsó el primer Paro de Mujeres en Argentina. En 2018, la justicia decidió absolver a los tres imputados en la causa.

“De nuevo estamos juntas, visibilizando. Queremos que vean las caras de estas familias, que después de los femicidios quedamos desmembradas, destruidas. Venimos a sembrar conciencia”, expresa Marta, y describe todo lo que sufren las familias después de un femicidio: el dolor, la discriminación a la hora de encontrar trabajo por ser “la madre de…”, los costos de tener que afrontar un juicio, y un Estado ausente. Por eso elaboraron una carta con tres ejes para entregarle al presidente Alberto Fernández en la que exigen la implementación de un programa para contener a las familias que brinde asistencia psicológica, económica, judicial y un protocolo de actuación territorial en poblaciones afectadas por violencia machista.

En la ronda también está Gustavo Melman, el papá de Natalia Melman, asesinada hace 19 años en Miramar. Tres policías fueron condenados a perpetua y hay un cuarto bonaerense que fue absuelto. La familia sigue exigiendo justicia. “Estamos presentes para impulsar un cambio en la sociedad, un cambio cultural y un cambio en la justicia. Venimos a pedir un freno a los 30 femicidios mensuales que tiene la Argentina. Venimos a pedir Ni Una Menos, basta de femicidios, políticas de Estado donde protejan a la mujer. Respuesta rápida e inmediata a los llamados de alerta que se van dando”, dice Gustavo.

“Yo estoy cuidando a mis dos sobrinos y peleando para que se queden conmigo, pidiendo justicia para que no quede en la nada”, cuenta la hermana de Nancy Segura, asesinada por su ex marido el 19 de junio de 2017.

Es por todas

El femicidio de sus propias hijas hizo que por primera vez muchas mujeres empiecen a preguntarse por las políticas de género, la existencia de la violencia machista y la justicia patriarcal, y organizarse para buscar justicia.

“Estamos luchando no solo por nuestras hijas, sino por los de ustedes para que no les pase, no los queremos ver en esta reunión”, comparte entre lágrimas Mónica, la mamá de Araceli Fulles, y agrega: “Yo también estuve donde estuvo la gente afuera, nunca me paré a preguntar porque estaba reunida con carteles, porque ignoraba lo que estaba pasando, y hoy me tocó a mí. Tengo dos hijos más y tengo que seguir luchando por ellos. El más chico intentó matarse dos veces. Queremos que haya justicia, que se termine la impunidad, que la gente que pase por al lado no nos ignore nuestro dolor”.

En el encuentro también estuvieron presentes las madres de Agustina Fredes, Analía Aros, Araceli Fuelles y Carla Soggiu, contando sus historias, el estado de cada causa y compartiendo miradas y abrazos con las demás.

En enero de 2020 hubo un femicidio cada 22 horas

Según el relevamiento del Observatorio “Ahora que sí nos ven” en enero de 2020 hubo un total de 34 femicidios en todo el país, es decir, uno cada 22 horas. El 70% fueron cometidos por parejas y ex parejas de las víctimas y el 31% de las víctimas habían hecho una denuncia previa. De estos femicidios 38 niñas y niños quedaron huérfanos.

* Imágenes capturadas con el equipo Moto E 6 plus