Una columna de centenares de partidarios de Evo Morales, quien renunció el domingo a la presidencia de Bolivia, avanzaba en la tarde de este lunes hacia La Paz desde la vecina ciudad de El Alto, en momentos en que el expresidente Carlos Mesa denunciaba un inminente ataque a su casa.

La marcha de enfurecidos seguidores de Morales partió en la tarde desde El Alto, bastión del líder izquierdista, observó un periodista de la AFP. Mientras tanto, en el centro de La Paz, los pocos comercios que estaban abiertos se apresuraron a cerrar sus puertas.

Mesa, principal rival de Morales en los cuestionados comicios de octubre, dijo en Twitter que tenía informes de que «una turba violenta se dirige» hacia su hogar «con la intención de destruirlo», por lo que pidió ayuda a la Policía.

La llegada de partidarios de Morales hace temer que haya choques con manifestantes opositores, protagonistas de las masivas protestas que condujeron a la renuncia del primer presidente indígena de Bolivia el domingo.

Tres restaurantes próximos a la Universidad Mayor de San Andrés, de los pocos comercios que estaban abiertos en la principal avenida de La Paz, cerraron sus puertas por temor a que la columna de partidarios de Morales ataque la institución académica, que se movilizó masivamente contra la cuestionada reelección de Morales en los comicios del 20 de octubre. 

La Policía ha estado ausente de las calles de Bolivia desde que estallaron motines en cuarteles de tres ciudades el viernes, pero este lunes la institución anunció que retomaría las tareas de vigilancia.

Por su parte, las Fuerzas Armadas anunciaron en un comunicado que «ante la escalada de violencia y hechos vandálicos», que estallaron en La Paz el domingo en la noche tras la renuncia de Morales, puso en marcha una operación para «resguardar los servicios públicos esenciales para garantizar su funcionamiento».

Las Fuerzas Armadas y la Policía jugaron un papel clave en los acontecimientos que condujeron a la renuncia de Morales, en el poder desde 2006, al pedirle que diera un paso al costado para conseguir la pacificación de Bolivia al cabo de tres semanas de protestas, que dejaron tres muertos y unos 400 heridos.