La embestida de la turba bolsonarista puso de manifiesto lo frágil que está la democracia brasileña. Si bien fue clara la victoria electoral de Lula, los poderes fácticos aún siguen operando para condicionar y obstaculizar el nuevo gobierno popular. No se trata sólo del millar de inadaptados que irrumpieron sobre los poderes de la República, sino desde la misma Policía Militar Distrital que les allanó el camino hasta los “mercados financieros”, con sus inescrupulosos empresarios presionando con las variables macroeconómicas para que se encuadre la política económica. Tiempo Argentino consultó a Alfredo Gugliano, un especialista en Democracia del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Rio Grande Do Sul.

-¿Le sorprendió la irrupción de los grupos bolsonaristas?

-Sorprender, propiamente no. Todos sabíamos que estaban organizando una gran manifestación en Brasilia el día 8 de enero.  Es verdad que la prensa no dio gran cobertura, creo como forma de desestimularlas. Pero era conocido que irían a ocurrir. Lo que no esperaba fue la cantidad de destrucción que generaron; tampoco que el ataque sería contra los tres poderes: se recuerda que en el próximo Congreso Nacional casi la mitad de los parlamentarios apoyaron a Bolsonaro en la campaña. Por otro lado, sí sorprendió fue la facilidad con la cual las personas invadieron los edificios de los tres poderes y se quedaron en su interior, sin sufrir represión, tiempo suficiente para destruir gran parte de la estructura interna. Por lo contrario, lo que las imágenes muestran es que la policía facilitó ese acceso. Y el presidente Lula confirmó en rueda de prensa que los bolsonaristas ingresaron con auxilio de personas del grupo de seguridad. Eso es lo que me parece más fuerte.

-¿Cómo reaccionó el gobierno al respecto?

-El día de las invasiones Lula completaba una semana en la presidencia: es difícil medir la capacidad de reacción de un gobierno con tan poco tiempo. Además, es importante subrayar que la parte externa de la seguridad de la Plaza de los Tres Poderes, donde queda el Palacio de Gobierno, el Supremo Tribunal Federal y el Congreso, están bajo la gobernación de Brasilia. Hoy hay un consenso de que hubo fallas en la contención de las invasiones, en gran parte errores cometidos por el gobernador Ibaneis Rocha. Luego fue suspendido por tres meses y su secretario de Justicia, Anderson Torres -fue Ministro de la Justicia de Bolsonaro-, tiene la prisión decretada y está fuera del país. Tras la invasión el gobierno está actuando de forma correcta, uniendo a las diferentes fuerzas políticas del país para defender la democracia y garantizar el orden público. Hoy más de mil personas están presas por la invasión en los tres poderes y se sabe el nombre de empresas que financiaron los ataques. El gobierno es rápido en las investigaciones.

-¿Cómo ve el comportamiento del bolsonarismo político: gobernadores, senadores, diputados?

-El bolsonarismo está dividido. Una parte importante se sumó a los sectores que criticaron la invasión y la depredación del patrimonio público. El presidente del PL-Partido Liberal (agrupación que habilitó a Bolsonaro), Valdemar Costa Neto, en una entrevista afirmó que iría expulsar del partido a quien participó de la invasión. El gobernador de SP, Tarcisio de Freitas, histórico apoyador de Bolsonaro, también se manifestó en ese sentido. Pero hay un grupo menor, donde se incluye Bolsonaro y su familia, que está intentando explicar los actos violentos como una acción de los infiltrados del PT en el bolsonarismo. En este grupo todavía nadie condenó lo que pasó. Un video de Bolsonaro dice no apoyar la depredación del patrimonio público, pero luego publica otro video afirmando que las elecciones fueron un fraude, lo que justificaría una irrupción popular.

-¿Cuán viable es la democracia en Brasil?

-Los hechos relacionados la invasión todavía se están desarrollando, pero si se confirma que fue un intento fallido de golpe, las posibilidades son de que la democracia brasileña salga fortalecida. Pero para eso, son necesarios algunos presupuestos: 1) la punición de los que invadieron los tres poderes y de aquellos que organizaron y financiaron esas acciones. 2) Reorganizar la relación de las fuerzas de seguridad y las FF AA con el Estado democrático. 3) confirmar las responsabilidades judiciales de Bolsonaro con las invasiones. Estas tres cuestiones estarán en la pauta central del gobierno Lula en los próximos meses.

-¿Aún así, qué marco de cambio real tiene un gobierno de Lula?

-Veo el tercer gobierno de Lula con un potencial de cambio mucho mayor que en los gobiernos anteriores. Se eligió con un compromiso muy explícito no sólo de recuperar las políticas sociales del estado y reducir la pobreza, algo que ya hizo. También está fuertemente comprometido en ampliar el reconocimiento político de diferentes sectores sociales. El Ministerio de los Pueblos Indígenas, con Sonia Guajajaras, es un símbolo de ese redireccionamiento. Aunque las condiciones objetivas no son las mejores: Bolsonaro dejó al Estado quebrado, con reducida capacidad de inversión pública. No hay dinero para cosas elementales, como comprar medicinas o  merienda para los colegios. Un verdadero desastre. Pero el gobierno tiene excelentes posibilidades de reorganizar y estructurar un estado más inclusivo, participativo, preocupado con el medio ambiente y la recuperación social de los sectores más pobres. Será clave recuperar la capacidad de inversión estatal.

-La participación ciudadana propiciaría un fortalecimiento del gobierno.

-Sin duda. Debe ser una política de Estado. Quiero decir con eso que no es una pauta coyuntural, no es una propuesta estratégica, pero representa una forma de comprender cómo deben funcionar las estructuras del estado deben funcionar. Históricamente la implementación de políticas participativas fue una marca registrada del PT. Veo como natural que esas políticas sean retomadas: para potenciar las acciones del gobierno, pero, más que eso, representan un modelo diferenciado de organización.

-¿Podrá lograrlo con lo que deja el bolsonarismo? -Todavía es muy temprano para tener la total dimensión de los estragos que los cuatros años generaron para la sociedad brasileña en todos los niveles. De todos modos, la invasión a tres poderes simboliza en buena medida su modelo político sostenido en la discriminación y la violencia. La expectativa es que, Brasil retome sus compromisos con el fortalecimiento de la democracia en América Latina, y el desarrollo de proyectos sociales y económicos ambientalmente sustentables.