A cinco meses de una controvertida elección en la ONU, Arabia Saudita informó que a partir de de junio de 2018 las mujeres podrán conducir automóviles. Una medida considerada revolucionaria para los cánones de ese país ultraislamista pero que representa apenas una mínima señal en favor de los derechos femeninos.

En abril pasado la Organización de Naciones Unidas anunció que Arabia Saudita integrará durante cuatro años la Comisión de Derechos de la Mujer, un cuerpo intergubernamental dedicado a promover la igualdad de género. Lo destacado en ese momento es que la monarquía saudí ostenta uno de los peores registros en relación al trato de las mujeres, según el Informe de la Brecha de Género del Foro Económico Mundial 2016.

Este miércoles, las autoridades dieron cuenta de la decisión de romper con ese viejo tabú que no hace sino obedecer una visión rigorista del islam, que impone importantes restricciones a las mujeres en una sociedad ultramachista.

La comunidad internacional celebró la decisión del reino saudí, que era el único país que prohibía que sus mujeres se pusieran al volante.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y el presidente estadounidense, Donald Trump, consideraron la medida como un avance para las mujeres en el Estado árabe, que a menudo es objeto de críticas en materia de derechos humanos.

«Se suceden las buenas noticias procedentes de Arabia Saudita», declaró el ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, Anwar Gargash.

El rey Salman ordenó el martes por la noche autorizar la concesión del permiso de conducir a las mujeres, según un decreto difundido por la agencia de prensa estatal SPA.

Esa medida, reclamada desde 1990 por militantes, entre ellas algunas que fueron detenidas por no acatar la prohibición, entrará en vigor sin embargo a partir de junio de 2018.

Las agencias afectadas por el cambio legal deberán «hacer todas las modificaciones necesarias en la normativa vigente» y desarrollar las infraestructuras requeridas para acoger a «millones» de candidatas, explicó la embajada saudita en Washington.

«Estoy entusiasmada y al mismo tiempo sorprendida», exclamó en Riad Haya Rikayan, una empleada de banco de 30 años. «No me esperaba a una decisión como ésta antes de 10 o 20 años».

Otras restricciones

«¡Es un día muy feliz! Aún no me lo creo, sólo me lo creeré cuando lo vea con mis propios ojos», dijo Shatha Dusri, empleada de la compañía petrolera Aramco en Dahrán (este).

Muchas mujeres de la élite saudita, que podían conducir en lugares como Londres o Dubái, habían intentado saltarse esa prohibición en su país, pero habían sido detenidas.

«Es el resultado de la valentía de militantes que hicieron campaña durante años», dijo Amnistía Internacional.

Las sauditas siguen siendo objeto de duras restricciones en su país, donde están sometidas a la tutela de un hombre de su familia -generalmente el padre, el marido o un hermano- para estudiar o viajar. Ese sistema mantiene encadenadas a las mujeres, que están obligadas a solicitar la autorización de un miembro masculino de su familia para realizar gestiones de la vida cotidiana.

En la práctica, esto significa que una mujer puede encontrarse en la obligación de pedir permiso a su hermano menor para someterse a una intervención quirúrgica o viajar al exterior.

Por lo general, las mujeres no pueden alternar con otros hombres que no sean familiares, so pena de ser enviadas a prisión. Inclusive, una vez cumplida la condena, si su tutor masculino no firma la orden de liberación quedan a cargo del Estado.

La semana pasada se abrió una pequeña brecha en este rígido sistema, cuando las mujeres fueron autorizadas por primera vez a celebrar la fiesta nacional saudita en un estadio de Riad. Lo hicieron en un sector reservado a las familias, en tanto se dispuso otro para los hombres solos.

Posibles reticencias

En el marco de su ambicioso plan de reformas económicas y sociales de aquí a 2030, Riad parece dispuesto a suavizar algunas de las restricciones impuestas a las mujeres. El gobierno intenta promover, poco a poco, ciertas formas de diversión en un país donde la mitad de la población tiene menos de 25 años, a pesar de la oposición de los ultraconservadores.

El ministro saudita del Interior insistió en una serie de tuits en el hecho de que la «mayoría de los ulemas» (doctores de la ley islámica) no se oponían a la decisión de dejar conducir a las mujeres, aunque advirtió que las autoridades «no dudarán en tomar cualquier medida para preservar la seguridad y la estabilidad» del país.

En noviembre, el multimillonario príncipe saudita Al Walid ben Talal, conocido por hablar sin rodeos, había pedido que se dejara conducir a las mujeres, alegando el «coste económico» que suponía el hecho de que las mujeres dependieran de chóferes privados «extranjeros», de taxis o de sus maridos para desplazarse.

Los intentos de mitigar las restricciones sociales, que hasta el momento no se han traducido en mayores derechos civiles ni políticos, también buscan acallar las críticas sobre una reciente campaña de represión, según varios analistas.

Las autoridades detuvieron este mes a una veintena de personas, incluidos predicadores influyentes e intelectuales reformistas. Algunos analistas afirman que varios de ellos habían criticado la política exterior del joven príncipe heredero Mohamed bin Salman, como el boicot a Qatar, y algunas reformas como la privatización de empresas públicas y la reducción de las subvenciones estatales.