Kim Jong Un, por el Norte, y Moon Jae-in, por el Sur, mantuvieron un encuentro distendido y plagado de simbolismos que augura una pacífica convivencia. La reunión tuvo el inmediato beneplácito de Washington.
La esperada cumbre arrancó con una primera imagen para el recuerdo, el instante en que el líder del Norte cruzó a pie la militarizada frontera y pisó territorio surcoreano un hecho nunca visto hasta ahora y estrechó la mano al presidente del Sur, Moon Jae-in, un hijo de refugiados norcoreanos. «Una nueva Historia empieza desde ahora, el momento en que empieza una era de paz», escribió Kim en el libro de honor del lugar, mientras Moon destacó la promesa de «una Península Coreana libre de armas nucleares»,
Fue un encuentro diplomático, pero emotivo. Los dos líderes se permitieron un tiempo para hablar, cruzar bromas y hasta se tomaron de la mano exactamente en el lugar donde día tras día, desde hace más de 60 años soldados norcoreanos y surcoreanos se ven las caras en un clima de constante tensión en un área establecida en 1953, que mide 4 km de ancho y 238 km de longitud.
La reacción de Trump no se hizo esperar. Saludó el encuentro con un tibio comentario: «El tiempo dirá» si los resultados fueron buenos. Pero de inmediato, se refierió a la cumbre en Twitter, su ámbito favorito, donde se adjudicó parte del mérito al escribir: «¡FIN DE LA GUERRA DE COREA! ¡Estados Unidos, y todo su GRAN pueblo, deberían estar muy orgullosos de lo que está ocurriendo hoy en Corea!». Y tuvo un momento de humildad al recordar «la gran ayuda que mi buen amigo, el presidente Xi de China».
Mientras tanto, en el lugar de los hechos, Moon le dijo a Kim que «fue una decisión muy valiente venir hasta aquí», y le propuso que la próxima vez sea él quien viaje y cruce la frontera de facto hacia el Norte. Ante la sugerencia de su par surcoreano, Kim sonrió y le hizo una contraoferta: «Quizás ahora es un buen momento para que vengas». Acto seguido lo llevó de la mano al lado norteño de la demarcación establecida por el armisticio que puso fin a la guerra en 1953 y se tomaron varias fotos, sonriendo ambos, sobre territorio norcoreano.
Para Kim, se trató de su primera aparición en vivo y directo ante las cámaras de todo el mundo. Sin embargo, se mostró bastante cómodo y no dudó en saludar, sonreír y charlar de manera descontracturada.
«Corea del Sur y Corea del Norte confirman el objetivo común de obtener, a través de una desnuclearización total, una península coreana no nuclear», dice la Declaración de Panmunjom. Tras firmar el texto, que proclama que «no habrá más guerra en la península de Corea», Kim y Moon se dieron un abrazo poniendo fin a una jornada de declaraciones de amistad.
Desde que llegó al poder a finales de 2011, Kim lideró una deslumbrante aceleración de los programas nuclear y balístico norcoreanos. En 2017, Pyongyang llevó a cabo su ensayo nuclear más potente hasta la fecha y probó misiles balísticos intercontienentales, alcanzando la capacidad de llegar a territorio estadounidense. Pero Moon aprovechó los Juegos Olímpicos de Invierno que se desarrollaron en el Sur en febrero pasado y donde ambas delegaciones desfilaron tras una misma bandera para lanzar el diálogo con Pyongyang y planteando la cumbre intercoreana como base de una reunión entre el Norte y EE UU. Trump exige que Corea del Norte renuncie a sus armas nucleares y que la desnuclearización sea total verificable e irreversible.
Kim anunció recientemente el cese de los ensayos nucleares y los disparos de misiles balísticos de largo alcance, afirmando que ya había logrado sus objetivos. También anunció el cierre de las únicas instalaciones conocidas de pruebas atómicas. No obstante, algunos expertos sospechan que el último ensayo, realizado en septiembre, dejó las instalaciones inutilizables.
En una ceremonia de despedida los dos hombres vieron imágenes de su encuentro reproducidas en un espectáculo de luz y sonido, parados y agarrados de la mano.
Los dos vecinos dijeron que quieren reunirse con EE UU, y tal vez también con China firmantes del armisticio que puso fin a la guerra hace 65 años «con vistas a declarar el fin de la guerra y establecer un régimen de paz permanente y sólido» en la península. Al no homologarse un tratado de paz en aquel momento, los dos vecinos siguen técnicamente en guerra en la actualidad.
Además de Trump, otras potencias y líderes mundiales saludaron la cumbre. China elogió el «coraje» de Kim y Moon; el primer ministro japonés, Shinzo Abe, habló de «paso positivo hacia una resolución de conjunto de varias cuestiones relativas a Corea del Norte»; y el Kremlin celebró unas «noticias muy positivas». Para la OTAN, más cautelosa, esta cumbre «es un primer paso. Es alentador, pero hay que comprender que queda mucho trabajo difícil por delante».
Las dos Coreas se coordinarán estrechamente para asegurarse de no «repetir el pasado desafortunado que vio cómo los anteriores acuerdos intercoreanos se quedaban en nada», declaró Kim. «Podría haber en el camino contragolpes, dificultades y frustraciones», reconoció, «pero no se puede alcanzar la victoria sin dolor».
Los acontecimientos del viernes son la última y más fuerte muestra de esta excepcional distensión surgida en la península desde que Kim anunció por sorpresa el 1° de enero que su país participaría en los Juegos Olímpicos de Invierno organizados en el Sur. Además, es el preludio del esperado cara a cara entre Kim y Trump. «
«No seremos manipulados»
El presidente de EE UU, Donald Trump, anunció que se estudian «dos o tres» sedes para la esperada reunión con el líder norcoreano Kim Jong Un, pero aseguró que no será «manipulado» en ese encuentro. «Estamos en contacto con Corea del Norte y Corea del Sur. Estamos organizando una reunión para muy breve plazo. Hemos reducido a dos sedes ahora, dos o tres sedes. Espero que tengamos mucho éxito», expresó.
«Estados Unidos ha sido manipulado, porque había un tipo diferente de líder. Nosotros no seremos manipulados, y espero que podamos alcanzar un acuerdo», dijo Trump en la Casa Blanca. El mandatario explicó que en el pasado «hubo un acuerdo y ellos (los norcoreanos) empezaron otra vez con las armas nucleares. Eso no va a pasar conmigo».
Según Trump, la expectativa para el encuentro con Kim es que «llegaremos a una solución. Y si no, abandonaremos la sala. Con el mayor de los respetos, abandonaremos la sala».
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