El gran escritor guatemalteco Augusto Monterroso supo encapsular en pocas palabras interpretaciones a las que la sociología de la historia suele dedicarle volúmenes. Fue Monterroso en la literatura una suerte de Quino en la caricatura. Su genial creación, Mafalda, con una frase iluminaba complejos episodios históricos. Monterroso, con una frase, expresaba lo que en la habitualmente requiere varias páginas estructuradas como relato.

Esta aclaración viene a cuento del título de este artículo referido a las elecciones chilenas , celebradas el 19 de diciembre.

Gabriel Boric ha ganado ampliamente y todos los latinoamericanos que creen en la democracia social como necesidad histórica para los pueblos en los países de la región sienten que los votantes chilenos han anticipado las navidades en este 2021. Así de plenos y alegres respiran desde el domingo con las urnas chilenas diciéndole no al extremismo de derecha y sí a la posibilidad de una sociedad mejor, en democracia y en paz.

La satisfacción de ese anticipo navideño no puede obnubilar la mirada analítica al momento de escudriñar el evento electoral chileno. El derrotado opositor José Antonio Katz obtuvo más del 40% de los votos. En la primera vuelta derrotó a todos los candidatos de la derecha no pinochetista y los subordinó. Ellos expresaron su apoyo al  Katz en la segunda vuelta. Y éste nunca ocultó sus convicciones.

Con apostura, sonrisa amable y refinada elegancia, proclamó su adhesión al dictador Augusto Pinochet y su modelo de  nación, estado y sociedad para Chile en el siglo XXI. Fue siempre, como candidato, un claro opositor a lo que los activistas chilenos obtuvieron con la movilización y el estallido social de octubre de 2019. Y lo que la sociedad chilena ratificó ampliamente en el plebiscito del 2020. La redacción de una nueva Constitución que sustituya la impuesta desde La Moneda por quien ejerció durante 17 años una dictadura militar represiva.

Viendo los guarismos de la primera vuelta, Katz posicionó al pinochetismo con 27% como la mayor fuerza política de la derecha chilena. Y eso representa un gran desafío para los sectores sociales y políticos que rechazan ideológicamente a la derecha pinochetista.

“Despinochetizar” a  la derecha chilena para que esta sea realmente democrática es una tarea urgente. Y eso es un tema de educación cívica y política de masas. Porque 27% de adherentes a Katz en la primera vuelta muestran que el pinochetismo es una vigorosa fuerza ideológico-política en la sociedad chilena.

Acompañar respetuosamente los trabajos de la Convención Constituyente y luego gobernar con la nueva Constitución que emane de ella es otra gran tarea que el presidente Gabriel Boric ha asumido en su discurso de victoria.

Desmontar y cambiar gradualmente el modelo chileno de crecimiento económico sin equidad, y sus secuelas en la seguridad social, la educación, la salud, la seguridad ciudadana. Implantar la renta básica universal es también objetivos que el presidente electo ha ratificado en su sereno y meditado discurso de festejo.

Boric, nacido como Pablo Neruda en el frío sur de Chile, mostró su reciedumbre de líder dotado de pasión y racionalidad cuando encabezando las protestas y el estallido fue capaz de encontrar una salida política. Firmó el compromiso de paz a cambio del proceso constituyente, que es el mayor logro político alcanzado por la sociedad chilena en los últimos lustros.

Lejos de Chile, en Honduras, una mujer que lideró movilizaciones contra el golpe de Estado que derrocó a Mel Zelaya e  inauguró  un proceso parcial de restauración autoritaria en América Latina fue proclamada como presidenta electa de Honduras. Xiomara Castro es la primera mujer presidenta de Honduras y la más votada en la historia.  Boric es el más votado y más joven presidente en la historia de Chile.

Xiomara Castro tendrá, como Boric, enormes desafíos. Los más difíciles serán doblegar la corrupción y la impunidad, desmontar el narco-estado que en su país ha emergido. En un informe de la ONU,  Honduras aparece entre los 10 países del mundo más afectados por la narcodelincuencia. Los otros son desafíos gigantes en la lucha contra la extrema pobreza y por los avasallados derechos sociales de las y los hondureños.

Xiomara Castro y Gabriel Boric tienen que ser exitosos en el gobierno de sus países. El pinochetismo chileno y el golpismo hondureño están vivos y actuantes en la política democrática.

Si fracasan los nuevos presidentes recientemente electos, Monterroso tendrá trágicamente razón. Chilenos y hondureños verificarán que “al despertar el dinosaurio aún estaba allí”.