Comienza el jueves el último tramo del juicio político contra Dilma Rousseff, que en la práctica se encamina a poner fin a 13 años de gobiernos populares. No se trata esta de una evaluación sobre el voto de los senadores que deberán resolver si las acusaciones contra la mandataria electa con 54 millones de votos son válidas para expulsarla del poder. Se trata más bien de tomar en cuenta lo que ya adelantaron muchos de los legisladores, como el pastor evangélico y senador Magno Malta, que llegó a decir que el resultado de la votación “está escrito en los salmos” y obviamente será no positivo.

La presidenta no se da por vencida y viene recorriendo el país para decir su verdad. En una carta a los senadores protestó que los cargos en su contra -maniobras contables para pagos de beneficios sociales mediante otras cuentas oficiales- no son delito, porque no faltó dinero, y que por otro lado fue una operación utilizada habitualmente por otros presidentes. “No fue delito antes, no lo es ahora”, resaltó. Pero el tramo más conmovedor fue ese en el que decía que “no existe injusticia más devastadora que condenar a un inocente”. Ella, detenida y torturada por la dictadura en su juventud, bien sabe de qué habla.

Este viernes el gobierno provisorio de Michel Temer cumplió 100 días y no puede mostrar sino malas señales. El índice de desocupación creció hasta el 11,3%, lo que representa alrededor de 11,3 millones de personas sin empleo. La imagen de una masiva manifestación en San Pablo frente a la planta de Mercedes Benz por el anuncio de nuevos despidos de metalúrgicos, el gremio de Lula da Silva, es todo un síntoma. La crisis se refleja también en una baja en la recaudación fiscal, que algunos atribuyen a la falta de confianza en las autoridades que asumieron el cargo en mayo, con una caída del 5,8% en el trimestre en relación con 2015.

Mientras tanto, el poder judicial sigue repartiendo acusaciones contra representantes del PT que replican los medios hegemónicos y luego quedan en la nada. Pasó con el caso de un triplex de Guarujá que suele utilizar el ex presidente Da Silva. Para la Policía Federal era motivo de sospecha y se deslizó en los medios que era propiedad de Lula a través de testaferros. Ahora la misma policía reveló que la verdadera dueña es una publicitaria y no hay motivo para dudar de ella. Pero el daño ya estaba hecho.

Queda pendiente un reclamo del PT en la OEA contra el impeachment, al que acusa de ser un complot golpista. El organismo regional ya dio aviso al gobierno de Temer sobre el reclamo, que difícilmente podrá tener influencia en decisiones “escritas en los salmos”. Dilma dijo que se presentará en el Senado para dar su testimonio el lunes 29. Una semana después del cierre de la Olimpiada de Río, ceremonia a la que no acudirá Temer para no recibir la silbatina que se oyó en la inauguración.

Ese es el Brasil de estos días.