Hasta el mismísimo final, durante el propio cierre de campaña, Brasil volvió a vivir el contraste de dos propuestas para su futuro. Un solemne orden bicolor en las calles del centro y sur del país frente a la algarabía multicolor del nordeste y norte brasileño.

En los estados donde la preponderancia es verde-amarelha, se percibe la arrogancia de quienes consideraran amigo solamente a quien se afilia al lema de origen fascista, «Dios, Patria y Familia», y consideran enemigo a quien propone Diversidad. Caminando por el Sur de Brasil, se puede observar la invocación a Dios para atacar a quienes solo quieren la dignidad humana y que se tienen que recluir por el miedo a ser agredidos.

Por contrario, en los estados del norte donde circula la onda multicolor, la marea de alegría inunda las calles y el pueblo simplemente samba, se divierte. Son millones de simpatizantes que irrumpen en las calles para defender a su representante nordestino, identidad que Jair Messías Bolsonaro manifiestamente aborrece visceralmente, y que Luiz Inácio Lula da Silva porta como buen Hijo del Brasil.

Como Rocky y Drago

Casi como corolario de una campaña donde no faltó ninguna agresión, en una velada nocturna del viernes se cruzaron Lula y Bolsonaro para dirimir el destino de Brasil. Lo hicieron en el ring de la Rede Globo a través de una emisión privatizada, por lo que pocos veían la contienda en directo y millones lo hacían de forma clandestina o diferida para no pagar la transmisión. Lo concreto es que dos propuestas de país se volvieron a cruzar, una nueva vez, hasta el cansancio, en una batalla discursiva, el último debate presidencial.

Con una estrategia pugilística, Lula provocaba al colérico Bolsonaro, para que agote su tiempo asignado en una furia verborrágica y así tener la última palabra, lo que le permitía explicarle serenamente a la audiencia lo que hizo en su gobierno, lo que no hizo Bolsonaro y lo que hará cuando vuelva a gobernar, si lo eligen.

A ese esquema le sumó la táctica de no responder agresiones y mentiras de Bolsonaro, por el contrario, el mejor ataque fue no responder sino contrapreguntar, provocando la necesidad de contestar con fábulas de su gestión, incluso negando posturas claras que tuvo, como negarse a vacunar y promover la cloroquina para combatir el Covid-19, y sostener en el debate que fue ¡el primero que promovió la vacunación en el mundo!

El ataque de Bolsonaro a Lula se centró en acusarlo de abortista, usurpador y corrupto, claramente un discurso orientado a su electorado. En tanto que el líder petista, con gran mesura, se concentró en indagar sobre la inacción del gobierno del ultraderechista y al silencio de su contrincante, remataba con batería de propuestas, tanto a recuperar de su experiencia de gestión así como de ideas superadoras, de un mundo cambiante.

Para el cierre del debate, Bolsonaro apeló a la identidad cristiana del 90% de los brasileños, para sostener que Dios está sobre todo. En tanto que Lula se orientó a recuperar políticas del mundo terrenal, también pidiéndole a Dios que lo acompañe.

Institucionalidad

Un dato relevante fue la entrevista que dio el actual presidente luego del debate, dónde sostuvo que iba a respetar el resultado de las elecciones. Se comprometió con esa respuesta ante la pregunta insistente de una periodista. Mucho se habló en los últimos tiempos de cómo reaccionaría Bolsonaro, y buena parte de su electorado, ante un resultado adverso. Algunas encuestas muestran que gran parte del electorado no está dispuesto a acompañarlo en una acción como la que sucedió en Estados Unidos cuando perdió Donald Trump. Incluso una fuerte versión apunta a que las FFAA manifestaron su subordinación a la institucionalidad del país. Quizás sea premonitorio del furcio de Bolsonaro al cierre del debate cuando le dijo a Dios que estaba preparado para «un mandato más como diputado federal…». De inmediato se corrigió. Pero ya era tarde.

A la hora señalada

Durante la mañana del sábado, Lula recibió a la prensa en una conferencia internacional por «la lucha por la democracia en tiempos de avance de la extrema derecha en el mundo», junto al candidato petista Fernando Haddad para la gobernación de San Pablo. Se mostraron confiados sobre los comicios de este domingo. Alegaron que la mejora en el sur y la crecida en el nordeste pueden compensar un eventual resultado adverso en San Pablo. La sensación es que revertir el triunfo bolsonarista en esa gobernación clave es sumamente complejo.

No obstante, como último acto de campaña, realizó «La caminata de la victoria» que partió del Museo de Arte de São Paulo (MASP), en la Avenida Paulista (ver aparte), y convergió en el centro de la ciudad con Lula y Haddad saludando a millares de simpatizantes. Un fin de campaña a toda orquesta

Lo concreto es que durante este domingo, brasileñas y brasileños definirán su destino. Perecería que será «sin miedo de ser feliz» como consagraba uno de los lemas de campaña petista. Será, en definitiva, la democracia que definirá si Lula toma la banda presidencial el próximo 1 de enero de 2023.  «

De cierres de campaña, ayudas y denuncias

San Pablo (Especial)
«Tenemos todas las condiciones para ganar», dijo Lula con su mejor sonrisa. Lo cubrió un manto de aplausos y vítores. Y de inmediato partió para el último acto de esta agotadora campaña. Se inició con una caminata por la Avenida Paulista, y luego se subió a la cabina más alta de un vehículo que surcaba entre una abigarrada muchedumbre. No iba solo. Lo acompañaban el candidato a gobernador de San Pablo del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad. Y un invitado especial, el expresidente de Uruguay, José «Pepe» Mujica.

Por su parte, el cierre de Jair Bolsonaro se anticipó al debate, al encabezar una de sus frecuentes caravanas de motos en el municipio Belford Roxo, en Río de Janeiro. Junto al actual presidente, estuvieron líderes políticos y religiosos locales, y el reelecto gobernador de Río, Claudio Castro.

Los vengadores

La segunda vuelta del domingo y la necesidad de una «ayuda» del exterior fue el tema de un intercambio en las redes sociales entre Fabio Porchat, un humorista brasileño votante de Lula y parte del elenco de superestrellas de Los vengadores. «El hambre en Brasil no es ficción pero puede acabar. Escuchen a nuestros hermanos, voten el próximo domingo», escribió en Twitter el actor Samuel L. Jackson, Nick Fury en el universo cinematográfico de Marvel.

Lo hizo para responder a un tuit de Porchat, quien había pedido «ayuda» a los vengadores para el duelo entre Jair Bolsonaro y Lula del domingo.

 

Dos caras

Finalmente, una más de las fuertes contradicciones entre una fuerza y la otra que pugnan por la presidencia se dio en dos declaraciones. Por un lado, el exministro Alozio Mercadante, coordinador de campaña del PT resaltó la trascendencia de que el «el mundo reconozca los resultados del domingo (por hoy)». A su lado estaban el excanciller Celso Amorim, la exministra de Medio Ambiente y diputada electa Marina Silva. Por el otro, tal vez acuciado por la probable derrota, Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del presidente brasileño volvió a pedir la postergación de la segunda vuelta de las elecciones por «falta de parcialidad» de la justicia electoral.