La elección de este domingo en Brasil es una elección trascendental. Incluso, algunos analistas y expertos han llegado a opinar que se trata de  la elección más importante de la década. Otros han sostenido que, al menos, es la más importante del año. Y están los que, incluso, la han comparado con el impacto que tienen las elecciones en Estados Unidos, puesto que el contexto es excepcional.

Todavía pagamos los costos de una pandemia y estamos asistiendo a una guerra donde dos de las principales consecuencias son el precio de la energía y una crisis alimentaria que ya en América Latina es realidad. Y Brasil es un jugador mundial en esas dos grandes dimensiones.

Pero también es esencial para América Latina y el Caribe por su fuerza en materia de integración. Por supuesto que es trascendente para nuestra América del Sur, puesto que la integración regional, que tanto ha costado, nunca ha podido pensarse sin Brasil. La llegada a ese país de valores humanísticos y progresistas al gobierno es una esperanza. No sólo para el humanismo y el progresismo, sino también para la vecindad, para la paz regional, para el diálogo entre gobiernos y también para el mundo.

Brasil es la economía de América latina y el Caribe que más es observada por los agentes económicos alrededor del globo. Así es que también para la necesaria inversión extranjera, para la estabilidad, la elección de este domingo en Brasil es trascendental.