“Declaro inaugurados los Juegos de Río, celebrando la Olimpiada 31 de la era moderna”, será la limitada frase de participación del presidente interino de Brasil, Michel Temer en la ceremonia inaugural de los primeros juegos de Sudamérica. Inmediatamente después de la breve aparición de menos de diez segundos del jefe de Estado, la organización tiene previsto aumentar el volumen de una canción o del sonido de fondo con el objetivo de evitar que la televisación capte una posible situación embarazosa con burlas o insultos públicos contra Temer.

En el partido inaugural de la Copa del Mundo en 2014, la presidente Dilma Rousseff fue abucheada al menos cuatro veces por los aficionados en San Pablo. También en la Copa de las Confederaciones de 2013, Dilma fue abucheada por los aficionados en el estadio Mané Garrincha, momento en el que Joseph Blatter, el ex presidente de la FIFA llegó a pedirle educación al público, pero fue en vano. En los Panamericanos 2007, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue abucheado en el Maracaná repleto, aún en el momento en que contaba con una gran popularidad.

Los cerca de 45 jefes de estado y de gobierno que se esperan para los juegos, entre quienes se encuentra el presidente de Argentina Mauricio Macri, serán recibidos en una recepción en el Palacio de Itamaraty, en el centro de Río. Al ser un lugar cercano a los barrios pobres como la colina de la Providencia, habrá un importante esquema de seguridad con el bloqueo de las calles a un kilómetro del edificio.

El presidente interino Michel Temer, quien asistirá junto a la primera dama de Marcela Temer, recibirá a los líderes extranjeros en un cóctel y desde allí, partirán todos los autobuses para la ceremonia de apertura en el Maracaná.