Para el argentino Santiago O´Donnell, autor del libro “Argenleaks”, la eventual condena a Julian Assange “va a ser un golpe terrible a la libertad de prensa”. En términos similares se expresó el estadounidense Edward Snowden, ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) que reveló la forma en que los servicios de ese país vigilan a ciudadanos de todo vel planeta a través de dispositivos electrónicos y ahora exiliado en Rusia. En su cuenta de Twitter, el analista informático fue lapidario.

«Las imágenes del embajador de Ecuador invitando a la policía secreta del Reino Unido a la embajada para arrastrar fuera del edificio a un editor de -les guste o no- periodismo premiado terminarán en los libros de historia. Los críticos de Assange pueden alegrarse, pero este es un momento oscuro para la libertad de prensa», escribió Snowden.

En diálogo con el programa Habrá consecuencias, en El Destape Radio, O’Donnell, periodista de Página 12, aseguró que el paso siguiente en el caso del activista “es el intento de extradición a Estados Unidos». Y detalló: “A él lo acusan de traición a la Patria y terrorismo. Dicen que armó un complot con su fuente para que saque información del Departamento de Estado”. O´Donnell recordó que “Assange se quedó en la embajada de Ecuardor porque sabe que no va a tener un juicio justo en EEUU, donde tienen mucha influencia los servicios de inteligencia”.

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«Los derechos humanos y especialmente la libertad de expresión están siendo atacados una vez más en Europa», tuiteó en inglés el líder independentista catalán Carles Puigdemont, residente en Bélgica.

hace unos días, y ante la certeza de que las horas de Assange en la embajada estaban contadas, el relator especial* de la ONU sobre la tortura, Nils Melzer, había pedido que no cambiara el status legal del australiano.

«Si Assange es expulsado de la Embajada de Ecuador, es probable que sea arrestado por las autoridades británicas y extraditado a los Estados Unidos», dijo . “Tal respuesta podría exponerlo a un riesgo real de violaciones graves de sus derechos humanos, incluida su libertad de expresión, su derecho a un juicio justo y la prohibición de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”.

La tensión entre el gobierno de Moreno y el periodista de 47 años fue creciendo y en octubre las autoridades ecuatorianas le impusieron un protocolo mediante el cual le limitaron el acceso a internet y le impusieron un estricto control a sus visitas.

Sus abogados se quejaron de que esto vulneraba sus «derechos fundamentales», que se censuraba «su libertad de opinión, expresión y asociación» e incluso denunciaron que lo espiaban, tenían miles de fotografías y vídeos de sus encuentros en la legación y «muy probablemente» los compartieron con la administración del estadounidense Donald Trump.

Pero lo que podría haberle costado el asilo es la sospecha de Quito de que WikiLeaks -destaca un cable de la agencia AFP- pirateó las comunicaciones de Moreno y las de su familia para filtrar fotos, videos y conversaciones privadas, que dieron munición a sus opositores entre acusaciones de corrupción que Moreno niega.

La plataforma que desarrolló Assange denunció la retirada del asilo como «ilegal» y «en violación del derecho internacional». Pocas dudas les quedan a los analistas de que la detención de Assange es un pedido y obedece a la presión del gobierno de Estados Unidos, ahora en manos de Donald Trump, para que lo extraditen. el temor es que los cargos que enfrenta eventualmente lo podrían llevar a una condena a muerte.