Las políticas migratorias de los países centrales de occidente no dejan de entregar imágenes horrorosas. La última que sacudió el mundo fue la de Óscar Martínez y su hija Valeria sin vida a la orilla del río Bravo, como consecuencia de las políticas de Estados Unidos. En Europa, la política de puertos cerrados en Italia, impulsada por el ministro de ultraderecha Matteo Salvini, según Médicos Sin Fronteras  y SOS Méditerranée, ha causado en un año 1.151 migrantes muertos en el mar.

Carola Rackete es capitana del barco humanitario Sea Watch 3, el 12 de junio rescató 53 náufragos –que escapaban de Libia– de las aguas del Mediterráneo, y se negó a regresarlas a ese país porque no representan puertos seguros para la vida de esas personas y puso rumbo a la isla italiana de Lampedusa, Italia. Esta isla ha sido escenario de las postales más terribles por ser un puerto al que huyen muchos migrantes de sus paises asolados por las graves situaciones que viven sus países, en las que Europa  tiene responsabilidad directa. Lampedusa fue el primer destino de Jorge Bergoglio como papa Francisco. Una vez allí criticó “la globalización de la indiferencia” y apuntó a que lo que allí sucedía mostraba el peor costado del mundo: “Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otros, no nos concierne, no nos interesa, no es asunto nuestro”. 

El ministro Salvini, quien promueve políticas migratorias bajo el lema “Los italianos primero”, intervino directamente para prohibir el ingreso del buque y desató su ira no solo por las redes sociales, también promulgó un decreto con multas de hasta 50 mil euros a los barcos que se adentren sin permiso en aguas italianas, una medida dirigida especialmente a las ONG como Sea Watch. Si bien una decena de migrantes pudieron desembarcar, más de 40 siguieron en el barco por 17 días en el mar.

Finalmente a la madrugada italiana, la capitana Carola Rackete, de 31 años, decidió desafiar al político italiano y ayudó a desembarcar a los náufragos migrantes. Inmediatamente fue detenida y acusada de “resistencia o violencia contra barco de guerra” por la maniobra por la que forzó la entrada de los botes en el puerto.

La vocera de Sae Watch – Italia, Giorgia Linardi, aseguró que “la comandante Carola no tenía otra opción”  y recordó que “durante 36 horas había declarado el estado de necesidad que las autoridades italianas habían ignorado”.

Apenas pisaron tierra pasadas las 2 de la mañana de Italia, los migrantes fueron trasladados a un “centro de primer acogida” mientras se decide si logran ser relocalizados en otros países europeos. A la capitana Rackete, luego de pasar la noche en la cárcel, se le otorgó arresto domiciliario mientras la Justicia determina la acusación del gobierno por la violación del artículo 1099 del código de navegación, tras la decisión de ingresar en aguas italianas pese a la negativa del gobierno de Roma.

Según el canciller italiano Enzo Moavero, varios países europeos –como Francia, Alemania, Luxemburgo, Portugal y Finlandia– mostraron interés en repartirse a los náufragos si Italia les permite pisar tierra, informó la cadena RAI.

Salvini acusó de “trata de seres humanos” a la ONG mientras que el presidente de la ONG Johannes Bayer escribió en Twitter: “Estamos orgullosos de nuestra capitana. Hizo lo que era necesario, insistió en el derecho marítimo y puso a esas personas en un ambiente seguro”. La oposición italiana, por su parte, viene acusando a Salvini de utilizar el tema de la migración para tapar los verdadero problemas por los que atraviesa el país.