Si la extensión de la Otan faltando a las promesas que se le habían hecho en 1991 a las autoridades de la extinta Unión Soviética fue uno de los desencadenantes para el 24F, los referendos en cuatro distritos ucranianos que culminan este martes implican que ahora es Rusia la que expande sus fronteras. Con lo cual, el enfrentamiento directo entre los verdaderos contendientes de la guerra en Ucrania (EEUU y la Otan contra Rusia) se hace más nítido y peligroso. Por lo pronto, Vladimir Putin no solo ordenó el reclutamiento de 300.000 efectivos de la reserva para defender los nuevos límites sino que se declaró dispuesto a utilizar “todos los medios de los que dispongamos para proteger a Rusia y a nuestro pueblo». Y puntualizó que cuando decía «todos los medios» no estaba bromeando, para censurar luego lo que tildó de “chantaje nuclear” de la Otan y la Casa Blanca. Los líderes occidentales aprovecharon la Asamblea General de la ONU para acusarlo de escalar de manera irresponsable el conflicto. Más allá de quién empezó la cosa y desde cuándo, el caso es que el mundo es mucho menos seguro desde esta semana.

Según el ministro de Defensa Serguei Shoigu, la orden de movilización se refiere a solo el 1% de los reservistas con entrenamiento militar que tiene Rusia, que de acuerdo a sus dichos, serían 25 millones de personas. Shoigu, un general del ejército de 67 años, padre mongol y madre ucraniana, explicó que los nuevos soldados deberán proteger más de 1000 kilómetros de la nueva línea divisoria entre Rusia y Ucrania.

Se sabía que no sería fácil ni rápido reclutar y proveer a semejante cantidad de efectivos. En medios occidentales se mostraron imágenes de jóvenes que presuntamente buscaban evadir las levas. Pero aunque fueran fake-news, lo cierto es que el viceministro de Defensa y encargado de temas logísticos de las Fuerzas Armadas, el general Dmitri Bulgakov, fue relevado del cargo sorpresivamente. El gobierno se limitó a decir que se le había dado otro destino y en su lugar asumía el coronel general Mijail Mizintsev.

Desde este viernes y hasta el 27 de septiembre, los habitantes de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jerson, comenzaron a votar un referéndum de adhesión a la Federación Rusa. El paso no es novedoso, ya que luego de la declaración de independencia de mayo de 2014 y el reconocimiento de la Duma como repúblicas independientes en febrero pasado, este paso era una consecuencia obvia, al punto que estaba programado mas cercano a fin de año. El adelanto obedece a la contraofensiva ucraniana de principios de este mes por la que Kiev recuperó unos 8000 km2 de territorio en Jarkov al oeste del río Oskil, incluida la orilla occidental de Kupyansk e Izyum. Pero fundamentalmente a que la asistencia de la Otan a las fuerzas armadas de Ucrania tanto en pertrechos como en milicias y hasta mercenarios es cada vez mayor y la cantidad de tropas rusas estaba resultando escasa para mantener el control.

De modo que, en una maniobra coincidente, las autoridades de las regiones rusófilas del sur de Ucrania y el Kremlin anunciaron la inminente incorporación. Todo indica que el triunfo del «sí» será abrumador y el resultado prontamente reconocido por el parlamento ruso, como lo fue en 2014 en Crimea. Este hecho representa una tercera etapa en la Operación Militar Especial, como la llamó Moscú, iniciada el 24 de febrero pasado. Una etapa más peligrosa porque Kiev pasa a ser, en la práctica, administrador y vocero de un conflicto abierto entre las potencias occidentales y Rusia.

Foto: AFP

Los líderes europeos y Washington ya adelantaron que no van a reconocer el resultado. “Los referéndums de Rusia son una farsa, un falso pretexto para tratar de anexar partes de Ucrania por la fuerza en flagrante violación del derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas. Trabajaremos con nuestros aliados y socios para imponer costos económicos rápidos y severos adicionales a Rusia”, dice un comunicado de la Casa Blanca.

Pero más allá de la cuestión formal y previsible del rechazo, el caso es qué van a hacer. Si escalan la contienda ya tienen el aviso de qué está en juego. “Estamos realmente en guerra con… la Otan y con Occidente colectivo”, advirtió Shoigu. “El propósito de este Occidente es debilitar, dividir, y, finalmente, destruir nuestro país”, abundó Putin esta semana, consciente de la vigencia el plan de la Corporación Rand de 2019. 

“No se avergüenzan de decir que tratan de infligir una derrota militar a nuestro país pero también destruir y fracturar a Rusia”, detalló el canciller ruso en la Asamblea de la ONU. Consciente también de que ese plan estratégico consistía en sacarlo a la cancha para que se extendiera tanto que no pudiera controlar todo su extenso territorio. «Hoy se está decidiendo la cuestión del futuro del orden mundial; esto está claro para cualquier observador imparcial», agregó Lavrov. Lo que hace prever mayores tensiones y más trágicas. Si la guerra es por la subsistencia, solo puede terminar con la desaparición de uno de los bandos. El problema es que en una guerra nuclear el resto del mundo queda en el medio.   «

Europa presiona para condicionar a Hungría

El gobierno de Hungría es un grano en íntima anatomía para Europa. La amistad del primer ministro derechista Viktor Orban con el presidente ruso Vladimir Putin preocupa al resto de la comunidad y a la Otan porque a esta altura atenta contra las políticas en común que quieren demostrar en Ucrania.

Una forma de manifestar la incomodidad es la amenaza de la Comisión Europea de suspender fondos asignados por 7500 millones de euros en ayudas pos-covid y financiación de proyectos. La excusa es que las autoridades no garantizan el uso cristalino de ese dinero y que es de los países más corruptos del continente. En respuesta, Orban mantuvo este jueves una reunión con miembros de su partido, Fidesz -con el cual fue reelecto como jefe de Estado en abril pasado con más del 53% de los votos- y propuso “hacer cuando sea posible para asegurarse de que Europa levanta las sanciones contra Rusia como muy tarde antes de que termine el año”. El premier atribuye a las sanciones el incremento exorbitante de los precios y teme por el abastecimiento energético de cara al próximo invierno.

Parte del dinero que espera se relaciona con el proyecto de la central nuclear Paks-2.  «Nos complace que en el primer paquete de sanciones se dijera muy claramente que el uso civil o pacífico de la energía nuclear no está sujeto a sanciones. Y es por eso que instamos a todas las instituciones en Bruselas, a todos los bancos que operan en la UE o a los reguladores nacionales a no exagerar, respetar eso y no tratar de obstaculizar el proyecto», declaró el canciller húngaro, Peter Szijjarto. En 2014 el gobierno magiar y la empresa rusa Rosatom firmaron un contrato por 12.500 millones de dólares para la construcción de la planta atómica, aún no concluida.

Tal vez este domingo Orban tenga un nuevo aliado en el continente. Giorgia Meloni, la candidata de Hermanos de Italia que puede ser ungida como primera ministra en la península itálica, junto con su par Mateo Salvini, por la Liga, votaron en contra del bloqueo de los fondos de la UE a Hungría.