A escala global, según la consultora inglesa Capital Economics, las pérdidas por el coronavirus podrían acumular U$S 280 mil millones sólo en los primeros tres meses de 2020. La cifra equivale al 70% del PBI de la Argentina. Para el FMI es prematuro fijar el daño que provocará la epidemia en la economía mundial, aunque da por hecho una fuerte desaceleración en la actividad de China que, por ser la segunda economía a escala mundial, impactará sobre todos los países. A la escalada proteccionista y las tendencias recesivas preexistentes ahora se suma el parate en el comercio mundial que conllevan las medidas preventivas en el ingreso y salida de embarcaciones del gigante asiático. Pero China, además de exportar bienes manufacturados e importar materias primas en forma masiva, es uno de los principales exportadores de insumos industriales y componentes de los que se nutren los aparatos productivos de los cinco continentes.

La Argentina exportó materias primas por U$S 7000 millones en 2019. Además de una desaceleración global, se descuenta una caída en los precios de las commodities, fuga de capitales por flight to quality (la búsqueda de activos de mayor calidad) y, en consecuencia, devaluaciones en las monedas emergentes.

El economista de OJF, Fausto Spotorno, considera que «hay dos escenarios posibles. El menos probable implica que, con una economía que tiende a desacelerarse y mercados bursátiles caros, el coronavirus gatille un ajuste de los mercados financieros».  Para el especialista, «este escenario no favorece la reestructuración de deuda. Como en 2008, cuando los fondos subprime necesitan cash, venden sus activos basura a los fondos buitre».

Con todo, para Spotorno, «el escenario más posible es el de una crisis breve y una recuperación. El tema es que justo en esos meses complicados la Argentina tiene que negociar la deuda. Cae en un muy mal momento. Puede que los acreedores acepten una quita, pero van a pedir cash».

Andrés Asiain, del CESO, coincide en que la crisis «va a bajar el valor de los bonos  y dificultar un poco la reestructuración, pero se trata de una movida especulativa, No es estructural».

Pablo Heller, economista, profesor de la UBA y asesor del FIT-PO, opina que «es un golpe muy importante a la economía mundial cuando ya asistimos a una tendencia muy aguda a una recesión. Se calcula un retroceso del PBI global del 1%. Además, acentúa la fuga de capitales de los países atrasados». Por eso, continúa, «agrava las condiciones para una renegociación porque dificulta conseguir crédito para financiar la actividad y refuerza las condiciones leoninas que reclaman los bonistas y las garantías de repago que va a plantear el FMI». «