“Dina asesina, Ayacucho te repudia”. La bandera puede verse frente al Aeropuerto Mendívil Duarte. Familiares de víctimas de la represión, militantes del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (Fredepa) y vecinos de a pie se manifiestan en la ciudad andina erecta a 2760 metros sobre el nivel del mar, en la región sur central del Perú. Bajo este sol tremendo que quema en los Andes, repudian a dos ministros del gobierno de facto que llegaron a Huamanga –capital de la provincia- para “hacer política”.

“El pueblo de Ayacucho viene a repudiar a los ministros del gobierno asesino. Me han matado aquí mismo, cerca del aeropuerto, a mi sobrino José Luis. Con armas de guerra, lo han rematado con dos balas. Ellos dicen que nosotros somos terroristas. ¿Pero quién usó armas contra el pueblo? Ellos”, dice July, familiar de una víctima de la represión que se cobró 10 vidas y casi 100 heridos en el pasado mes negro de diciembre, cuando militares y policías dispararon a mansalva cerca del aeropuerto y del cementerio de la ciudad. “Ahora viene los ministros, los vimos tomando vino y comiendo su chicharrón en el centro riéndose del pueblo, y aquí nosotros en la protesta porque volvimos a los años de la dictadura, siguen los Fujimoris y Montesinos, que acuerdan con la Dina”, se despide July y hace flamear una bandera peruana teñida de negro.

La bandera del Perú teñida de luto en Ayacucho.
Foto: Nicolas Recoaro

En quechua, Ayacucho quiere decir el “rincón de los muertos”. La combativa región fue sede de luchas históricas. Desde la decisiva batalla de 1824 por la independencia americana hasta la batalla cotidiana de los que salen a la calle para elevar la voz contra el gobierno de facto y para pedir por el llamado a elecciones y una nueva Constitución, para dejar atrás la neoliberal del dictador Fujimori aprobada en los años noventa.

Cerca de la Plaza de Armas, a pasitos del rosado Arco del Triunfo, está el Mercado de la Magdalena. Mamitas ofrecen queso casero, marraquetas y manjares a precios populares. Raymundo sirve generosos bistec a lo pobre en el comedor. Doce soles el platazo (casi tres dólares). Dice el cocinero: “Con la represión hubo un parate. Pocos clientes, nada de turismo, suba de precios, el pollo de 10 a 15 soles, y volvieron las persecuciones. Le juro que me siento en la máquina del tiempo, los más oscuros de cuando, con la excusa de reprimir a Sendero Luminoso, en realidad el gobierno y los militares mataban campesinos y al pueblo”.

Policías custodian el aeropuerto de Ayacucho, lugar de la masacre de diciembre pasado.
Foto: Nicolas Recoaro


Los ayacuchanos están indignados por la llegada de los ministros de facto desde la engreída Lima: “Son racistas, dicen que la wiphala es un mantel de restaurante chifa, que los marchistas somos ignorantes, nos terruquean, pero en realidad son excusas para masacrarnos, no saben la historia del Perú. Ayacucho a tributado siempre con las vidas de su pueblo desde la época de la Independencia, en las luchas por la educación pública en los años sesenta, fuimos asesinados y desaparecidos en los años de la violencia política y ahora se repite la historia”, explica Magno Ortega, presidente del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho. El Fredepa es una organización que nuclea a trabajadores y campesinos desde los años setenta del siglo pasado. “Todos nuestros dirigentes han sido detenidos por esta dictadura. Fueron arrestados en diciembre después de la masacre. Los subieron a un avión a la madrugada y están detenidos en Lima, acusados de terroristas”, dice Magno, histórico dirigente de 71 años que, ante al descabezamiento del frente, volvió a pelear. El curtido trabajador hace memoria: “En los años ochenta fui secuestrado, encarcelado en el cuartel, torturado, soy un afortunado porque sobreviví al terrorismo de Estado. Miles murieron o están desaparecidos. Estamos volviendo a esos años. Esta es una dictadura a las órdenes de los empresarios y los militares. En Perú hay dos democracias, la que sirve a los empresarios poderosos y la que pisa a los pobres. Desde diciembre, con la caída de Castillo, se desnudó un Estado opresor y asesino, otra vez.”

Magno Ortega, del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho.
Foto: Nicolas Recoaro


Después de la manifestación, los policías arrestaron a algunos jóvenes que cantaban contra el gobierno de Boluarte y la policía asesina. Cierra Magno: “Vamos a seguir marchando. Esta semana hay manifestaciones y vamos por otra Toma de Ayacucho. No nos rendimos fácil, es nuestra historia. Somos herederos de los guerreros waris, últimos en ser dominados por los incas. Peleamos por la Independencia, sobrevivimos a las dictaduras. Ayacucho no es sólo el rincón de los muertos. También es el lugar donde moran las almas de los luchadores.”