El presidente estadounidense, Donald Trump, se está quedando sin margen para evitar un posible impeachment o que se enjuicie a miembros de su familia, indicaron expertos legales.

Las condenas por delito grave a dos exasesores otrora muy cercanos al mandatario, demostraron que sus ataques incesantes no impidieron que el fiscal especial Robert Mueller avance en la investigación sobre confabulación con Rusia y obstrucción a la justicia.

Aunque se desconoce el alcance de la causa que Mueller construyó contra el presidente y su círculo íntimo, el comportamiento de Trump sugiere que el mandatario se encuentra bajo una intensa presión.

Especialistas dicen que Trump tiene tres opciones, ninguna de ellas demasiado alentadora para el mandatario. Una es cooperar con Mueller: aunque repetidas veces dijo que no cometió ningún delito, Trump trató de desviar y demorar la investigación, y evitó por meses ser indagado por el fiscal especial Mueller. Si verdaderamente no tiene nada que esconder, es una mala estrategia, dice Eric Freedman, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Hofstra. «Debería adoptar y mantener una política de apertura», dijo Freedman. Así, podría apuntalar la campaña de la Casa Blanca, que tilda de «cacería de brujas» a la investigación de Mueller.

El camino sugerido por Freedman requeriría que Trump retire su apoyo a excolaboradores como el exjefe de campaña Paul Manafort, condenado por fraude fiscal y bancario. Entonces, Trump podría decir que está «drenando el pantano» de la corrupción en Washington y ponerse «bajo un manto de buen gobierno», argumenta Freedman. Pero Trump sólo tuvo elogios hacia Manafort por enfrentar el juicio.

Robert Bennett, un experimentado abogado defensor de Washington que trabajó para el entonces presidente Bill Clinton en la década del ’90, cree que es demasiado tarde para cambiar de rumbo. «Se decidieron largo tiempo atrás por atacar al fiscal especial. Sería difícil ahora hacer un cambio rotundo», dijo a AFP. «¿A quién va a convencer?». Además, cooperar ahora difícilmente altere el rumbo de la investigación de Mueller, salvo para peor, dijo Bennet, hoy consejero de un estudio legal de Washington. Una indagatoria de Mueller sería peligrosa para Trump, para quien claramente es difícil atarse a un libreto. «Él no podría cooperar sinceramente sin autoincriminarse», señaló Bennet.

La segunda opción para Trump sería atacar y comprar tiempo: el desafío más inmediato para Trump son las elecciones del 6 de noviembre, ante la amenaza demócrata de hacerse del control de las dos cámaras del Congreso. Trump necesita evitar que eso ocurra, para evitar tener un Congreso dispuesto a llevar adelante su impeachment.

Su estrategia actual ha sido convencer a los votantes de que la investigación de Mueller es una operación ilegítima de la oposición, para quitar apoyo a los republicanos. Pero según las encuestas, esta estrategia parece haber tenido éxito limitado.

Bennett implementó una táctica de estancamiento cuando defendió a Clinton contra los cargos de acoso sexual de Paula Jones. El caso había amenazado las posibilidades de reelección de Clinton en 1996, y Bennett lo llevó hasta la Suprema Corte, que trabaja lentamente, para que desapareciera durante meses. «Mi trabajo fue mantener el caso fuera de la cobertura mediática», recordó. Aunque finalmente lo perdió, Clinton logró ganar la elección.

Si Trump, o cualquiera de su familia acusado con cargos, pudieran estancar su caso vinculándolo a cuestiones constitucionales, eso podría demorar hasta dos años en resolverse. Es decir, hasta el final del mandato de Trump. «No importa el resultado, él probablemente estará mejor», señaló Bennet.

La tercera y última sería la «opción nuclear»: podría echar a Mueller y cerrar la investigación. De hecho, el mandatario amenazó con hacerlo, pero se detuvo ante advertencias de legisladores de que eso podría llevarlo a un impeachment.

La «opción nuclear» no ayudó al presidente Richard Nixon cuando echó al fiscal especial del Watergate, Archibald Cox, en octubre de 1973. Esa acción, en cambio, erosionó su apoyo y el reemplazante de Cox continuó avanzando en el caso hasta que Nixon, casi un año después, renunció ante un posible impeachment. «

Ante el susto, mejor asustar

Donald Trump advirtió en una entrevista televisiva que las consecuencias económicas de un posible juicio político sobre él serían nefastas. Sus comentarios surgieron luego de la condena del exjefe de campaña de Trump, Paul Manafort, y de una declaración de culpabilidad de su exabogado, Michael Cohen.
Estos dos acontecimientos aumentaron los rumores de un posible impeachment sobre Trump, especialmente si los demócratas dominan las elecciones de medio término en noviembre. «Te diré algo, si alguna vez me someten a un juicio político, creo que el mercado colapsaría. Creo que todos serían muy pobres», dijo Trump a la cadena Fox.
Los analistas se mostraron escépticos, y aseguraron que sus declaraciones eran hiperbólicas. Aun así, dijeron que podría haber un golpe en el mercado bursátil si Trump se enfrenta a un proceso de destitución. Hasta ahora, Wall Street ignoró las noticias referentes a Cohen y Manafort, con el Dow Jones cayendo el miércoles y el Nasdaq al alza.