Mientras se desarrollaban los comicios estadounidenses, el pasado martes, Donald Trump denunció desde su cuenta de Twitter los problemas que tenían las máquinas para votar en el condado de Utah. En ese momento se encontraban en EE UU los senadores argentinos Juan Manual Abal Medina y Omar Perotti, que viajaron como invitados y veedores electorales. Ambos son autores de una de las dos leyes que pretenden implementar un sistema de voto electrónico en todo el país en 2017, que por el momento no incluyen un plan de contingencia en papel. Estados Unidos es el último país desarrollado que todavía tiene voto electrónico en algunos de sus condados, aunque paulatinamente está dejando ese sistema atrás. El martes hubo problemas en al menos ocho estados. En Utah terminaron votando en papel; en Tennesse, en el condado de Wilson, todas las máquinas dejaron de funcionar y se tuvo que reanudar la votación más tarde, pero en forma manual. En Texas y Carolina del Norte, hubo severas fallas con las computadoras utilizadas para controlar el padrón y se tuvo que recurrir a la lista impresa. Además, denunciaron problemas con los scanners en los condados de Cleveland, Gates, Cumberland, Wake, Craven y Forsyth, Louisiana, Georgia, Nueva York y Filadelfia. Mientras tanto, por estas pampas, ninguno de los dos proyectos que se debaten en el Congreso contempla un plan B, ni el de Diputados, que ya tiene media sanción y que replica el sistema que se usó en la Ciudad de Buenos Aires el año pasado, ni el de los senadores, que no incluye el chip pero sí una máquina para votar con pantalla táctil. Rodrigo Iglesias, abogado e investigador de la UBA en ciencia y tecnología, especialista en derecho informático, señaló que las fallas en el voto electrónico en las elecciones estadounidenses son «el golpe de muerte a la reforma electoral». «Todas las variantes posibles de voto electrónico presentaron problemas. Es falso lo que dijo el diputado Pablo Tonelli, que el sistema no falla. Por eso hay que tener un plan B. Estados Unidos tuvo uno y logró que no se paralizara la elección. Lo del martes fue el tiro de gracia al sistema de voto electrónico en todas sus formas. Si los legisladores que fueron de veedores no notaron problemas, entonces no cumplieron su rol.» Por su parte, Beatriz Busaniche, presidenta de la Fundación Vía Libre, denunció que «las fallas del sistema norteamericano son un coletazo de una tendencia que ya prescribió. Es uno de los últimos países desarrollados que lo está usando. Estas elecciones marcaron un antes y un después. El sistema falló catastróficamente.» Mientras que el oficialismo y sus aliados no pudieron aportar un solo técnico que se jugara su carrera académica a favor del voto electrónico, este martes concurrirá al Senado el presidente de la empresa MSA, Sergio Angelini, a explicar las bondades de la máquina que fabrica. Es que teme que una empresa coreana le quite el negocio, luego de que el ministro del Modernización, Andrés Ibarra, firmara el 1 de julio en Seúl un memorando de entendimiento con el Ministerio de Interior de Corea del Sur, donde no existe el voto electrónico, para «avanzar en mecanismos de intercambio y cooperación en materia de gobierno abierto, infraestructura tecnológica y ciudades inteligentes». Si el Senado le incorpora al proyecto un plan B en papel y la gradualidad en la implementación, se podría quebrar el acuerdo con el massismo sellado en Diputados, que logró la media sanción. «Es que el massismo quiere el voto electrónico porque no tiene fiscales», chicaneó un diputado del FpV en diálogo con este diario. Sin embargo, Busaniche, aseguró que el peligro de que se robe una elección no está en los fiscales sino en el propio voto electrónico. El problema para el oficialismo está en que si el Senado gira a Diputados un proyecto con modificaciones que incluya la gradualidad y la boleta en papel, se puede quebrar el acuerdo entre Cambiemos y el Frente Renovador, ya que se necesitaría una mayoría calificada, o sea, dos tercios del recinto para aprobarlo.