Desde mañana, y durante trece días, las fuerzas armadas de Estados Unidos y Marruecos desplegarán unos 10 mil soldados de todas las armas en el desierto del Sahara, como quien dice a la vuelta de la esquina de las costas de la soberana República Árabe Saharaui Democrática (RASD), para celebrar los ejercicios militares África Lion. Todas las semanas, en algún lugar del mundo, los marines abren o cierran una etapa en su desenfrenado raid bélico universal, pero estas maniobras, sin embargo, tienen un significado especial: son las primeras de tal magnitud en territorio africano y, sobre todo, las primeras que se harán en una zona en conflicto entre dos aliados de Estados Unidos, uno de ellos España, que por estar entre los 28 socios en la OTAN merecería una consideración especial. 

Hasta el martes pasado, seis días antes del inicio de las África Lion, Estados Unidos había admitido que Marruecos presentara las maniobras como un ejercicio combinado que se desarrollaría en una zona donde se asientan dos pequeñas ciudades de la RASD (Mahbes y Dajla). Ese día, el Pentágono ratificó y celebró el acontecimiento, pero aclaró que no se realizarían dentro del territorio propio de la RASD. Desde que las maniobras fueron anunciadas, a comienzos de marzo, dejó pasar tres meses durante los cuales Marruecos sacó partido del silencio de Estados Unidos y la mirada esquiva, cuasi cómplice de España, que al permitir que se diera por cierto que las tropas ingresarían a Mahbes y Dajla reconocían indirectamente la soberanía marroquí en esa zona rica en minerales y recursos pesqueros.

En diciembre pasado, con Donald Trump aún en la Casa Blanca, Estados Unidos reconoció la soberanía de Marruecos sobre todo el Sahara. Luego, en marzo de este año y ya con Joe Biden en la presidencia, realizó unas provocativas maniobras aeronavales frente a las españolas islas Canarias –también con Marruecos como partenaire– que movilizaron a 5000 marines. En ellas participó uno de los mayores exponentes del aparato bélico made in USA, el portaaviones nuclear Dwight Eisenhower, con una capacidad de transporte de 90 grandes aeronaves. España, que alberga la base de Rota, en Cádiz, una de las dos sedes de la VI Flota de Estados Unidos en  Europa, y la Unión Europea, no expresaron disgusto alguno ante una presencia no anunciada. Dejaron hacer, siempre en beneficio marroquí.

El Sahara fue un dominio colonial español hasta 1975. Ese año, Madrid fue declarado potencia administradora del territorio en una decisión prácticamente unánime de la ONU,  que además contempló la realización de un plebiscito para que el pueblo saharaui definiera su futuro. Más allá de que la promesa del plebiscito sólo fue una grosera burla, allí nada se puede hacer sin aquiescencia de sus pobladores y el visto bueno de España. Sin embargo, basado en el reconocimiento de Trump, compartido por Biden, Estados Unidos permitió que Marruecos sacara rédito con el falso anuncio del ingreso de las fuerzas conjuntas a las dos poblaciones saharauis. De ser así, quedaba ratificada la soberanía marroquí sobre el Sahara. España, una vez más, miró para otro lado, como siempre.

Cuando Trump anunció que Estados Unidos reconocía y respaldaba la soberanía marroquí sobre el Sahara, abrió la puerta para que el reino africano abordara una serie de acciones que modificaron sustancialmente el cuadro de situación. A principios de año impulsó una ola migratoria que irrumpió en las Canarias. En febrero amplió en 50 kilómetros el muro minado que lo separa de la RASD, construido por expertos de Israel con un crédito de Arabia Saudita. A fines de abril le concedió asilo político al eurodiputado catalán Carles Puigdemont, refugiado desde 2017 en Bélgica tras ser requerido por la justicia española por protagonizar el último intento separatista de Catalunya. En mayo aumentó en un 30% su presupuesto militar, amenazó con romper relaciones con España y volvió a abrir el grifo migratorio, ahora hacia Ceuta, provocando una situación crítica con la entrada de más de 8000 personas a una ciudad que tiene una población estable de sólo 80 mil habitantes.

El Sahara, junto con Gibraltar, son áreas sensibles, y las África Lion se realizan en un momento y en un contexto que el interés geoestratégico de Estados Unidos y la ambición de Marruecos llevan a la certidumbre de un estallido. En una entrevista reciente, el general Andrew Rohling, jefe del Comando África (Africom) del Pentágono, explicó desde su despacho en Stuttgart (Alemania) que la presencia en la zona tiene una doble importancia para Estados Unidos. Le facilita el control del tránsito de los superpetroleros que ingresan a Europa a través de la ruta del cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur africano, a la vez que le permite supervisar los complejos energéticos de la región y la red de gasoductos que atraviesan el Sahara. “África Lion –agregó– es una oportunidad necesaria para fortalecer la relación estratégica con uno de nuestros más antiguos socios y aliados africanos”.  «