Las elecciones al Europarlamento, más que solucionar problemas dentro de las naciones de la UE, no hicieron sino sacar a la luz las diferencias cruciales que enfrenta la integración continental. Y al hecho de que ahora los bloques políticos que dominaron en el Viejo Continente desde socialista democrática y la centroderecha popular, se le suman los díscolos independentistas que desde varios rincones pujan por un nuevo orden interno.

De acuerdo al resultado general de los comicios del fin de semana pasado, los partidos del establishment deberán armar coaliciones puntuales para aprobar las iniciativas ya que juntos no superan el 44% de las bancas. A su izquierda, tienen a los «verdes», y en el otro rincón, a la ultraderecha en gran medida eurófoba. Un dilema a resolver en breve.

Pero la cuestión de fondo pasa por las tendencias separatistas, por ejemplo, de los catalanes. Resultaron electos a la eurocámara Carles Puigdemont, ex presidente de la Generalitat, «exiliado» en Bruselas, y entre otros el que fuera su vicepresidente, Oriol Junqueras, preso en Madrid y juzgado por la declaración de independencia de 2017. Por ahora les fueron suspendidas las acreditaciones pero en verdad no tienen decidido qué hacer en esta circunstancia. Los catalanes fueron elegidos democráticamente, se amparan en la UE y denuncian que tienen presos políticos. Pero Bruselas tampoco puede admitir una partición de España.

Las elecciones europeas dibujaron un nuevo escenario, con el avance de figuras como Marine Le Pen, Matteo Salvini, Viktor Orban y Nigel Farange. En España, por otra parte, el gobierno de Pedro Sánchez se consolida tras las municipales, pero aún queda mucha tela para cortar antes de formar gobierno. Tampoco queda claro quién habrá de gobernar Madrid y Barcelona.

Golpeados quedaron Emmauel Macron, derrotado por la ultraderecha, y Ángela Merkel, por los Verdes, Lo de la canciller alemana se complica porque su partido vuelve a perder influencia. La buena noticia es que allí el xenófobo Alternativa por Alemania (AfD) apenas superó el 10% de los votos, lejos de sus correligionarios franceses o italiano. «

Británicos, en su laberinto


...
(Foto: AFP)


Donde el panorama podría ser diferente es en Escocia. Con el Reino Unido lanzado a concretar el Brexit luego del triunfo del partido de Nigel Farange, los escoceses van endureciendo su postura independentista: votaron por quedase en la UE en el referéndum de 2016 pero el voto por el NO ganó en el resto del país. Dos años antes les habían dicho que les convenía quedarse y en su propia consulta optaron por permanecer en el RU. Ahora la ministro principal, Nicola Sturgeon, líder del Partido Nacional de Escocia (SNP, por sus siglas en inglés), avanza hacia un nuevo referéndum independentista publicando el armazón legal que le daría sustento. Se entiende que la UE en este caso no actuaría como con Cataluña, pero quién sabe.

En Londres, mientras tanto, la premier Theresa May se apresta a recibir en visita oficial a Donald Tump mientras los conservadores, en bambalinas, se despedazan por ver quién la habrá suceder a partir de su renuncia, el 7 de junio.