Contra las cuerdas y esperando un milagro que le permita una bocanada de aire en el minuto de descanso para llegar al próximo round, Michel Temer, el hombre que desplazó a Dilma Rousseff mediante un golpe institucional, se sirvió de un artículo de Folha de São Paulo pera pedir al Supremo Tribunal de Justicia que anule la orden de investigación en su contra hasta tanto se determine la validez de la grabación en la que admite que se le pague a un diputado preso para comprar su silencio.

El certero uppercut que O Globo le propinó a Temer al publicar el audio de una entrevista secreta con uno de los empresarios más ricos del país, Joesley Batista –uno de los dueños del grupo JBS, el mayor conglomerado cárnico del mundo– puso al presidente de facto al borde del nocaut. Pero también quedaron muy expuestos dirigentes de los dos partidos que articularon la destitución de la mandataria hace justo un año. A tal punto que Aécio Neves, derrotado en el balotaje de 2015 por Dilma, terminó preso, al igual que su hermana y un fiscal que según el procurador general de Brasil, Rodrigo Janot, pasaba información sobre el avance de los procesos judiciales a los implicados en causas relacionadas con el Lava Jato, el megaexpediente por lavado de dinero de coimas empresariales para financiar a políticos.

A estas horas nadie da un real por la continuidad de Temer en el Planalto, y si todavía le da para seguir en el cuadrilátero es porque la oligarquía brasileña, que sacó al «trabalhismo» del poder en agosto de 2016, no se pone de acuerdo para encontrar un reemplazo. Mejor dicho, para dar el golpe dentro del golpe que logre algo más de legitimidad para una operación que con el ex vice de Rousseff no se puede sostener por su escueto apoyo popular de menos de 10 por ciento.

Hay tres personajes claves en esta trama oscura para la historia de Brasil y de América Latina: Henrique Meirelles, Rodrigo Maia y Carmen Lúcia Antunes. El primero acompañó a Lula da Silva como presidente del Banco Central. El segundo es el actual titular de la Cámara Baja y reemplazó a Eduardo Cunha, el torvo ejecutante del impeachment contra Dilma y que desde marzo cumple 15 años de condena por corrupto. La tercera preside el Supremo Tribunal de Justicia, la Corte Suprema brasileña.

El sucesor natural del presidente, habida cuenta de que Temer no tiene vice, sería Maia. Caso contrario el mando pasaría al máximo tribunal. Maia podría habilitar algún tipo de maniobra para que el Congreso vote en forma indirecta un presidente provisorio –como se hizo en Argentina para ungir a Eduardo Duhalde en 2002– y ahí es donde el establishment financiero espera colocar a Meirelles, ministro de Hacienda, que tiene una aquilatada carrera en bancos e instituciones crediticias del mundo y sería la mejor opción para los mercados que presionan para cristalizar las reformas laboral y previsional que a los empellones y sin suerte quiso imponer Temer.

Hay una cuarta opción: elecciones «directas ya», como piden los sectores popularesque se vienen manifestando masivamente en las calles y prometen cerrar un 24 de mayo a toda batucada para echar a Temer. Pero esta posibilidad colocaría en el palacio de gobierno a Lula da Silva, el único líder político de peso en el país. Y esa es una salida que los golpistas piensan esquivar a como dé lugar.

Mientras tanto, OGlobo, el multimedio más grande de la región, ahora no oculta su deseo de expulsar a Temer del escuálido poder que logró hace un año con apoyo de ese mismo grupo.

¿Qué pasó para que ahora lo quiera voltear? Es todavía prematuro para elucubrar una hipótesis cierta, pero conviene recordar los últimos sucesos en torno de este novelón que los canales de la empresa de la familia Marinho no imaginaron.

La causa Lava Jato y el escándalo en Petrobras le sirvió a los medios y la derecha brasileña para limar la credibilidad de la coalición gobernante, PT y PMDB. Pero a medida que fueron saliendo a la luz entretelones del caso, se desnudó el nivel de corrupción que envuelve a una dirigencia metida hasta el cuello en pagos irregulares. Y cuando el mayor grupo empresario de Brasil decidió que no se iba a resignar a la detención de su presidente, Marcelo Odebrecht, tras la caída de Dilma dio la orden a sus ejecutivos de «prender el ventilador». El ventarrón dio de lleno también fuera del país y mantiene en la picota entre otros al titular de la AFI argentina, Gustavo Arribas.

Pero también abrieron la boca directivos de Camargo Correa, dueña en Argentina entre otras de Loma Negra, y otros holdings que tuvieron un alto crecimiento durante el período de Lula y Dilma.

En marzo pasado el Lava Jato pasó a segundo lugar por unos días, tras conocerse el escándalo de la carne adulterada. Allí la guillotina cayó sobre JBS, la firma creada hace mas de 60 años por José Batista Sobrinho, en estas pampas propietaria de Swift Armour y que también tuvo un salto espectacular desde 2002.

En la conversación que ahora Temer pretende denostar, Joesley Batista le dice a Temer, además de los detalles del pago a Cunha para mantener los labios cerrados, que tiene problemas con Meirelles para cambiar algunos funcionarios del Banco de Desarrollo. A pesar de haberle dado un sillón en el directorio de JBS luego de que Dilma lo dejara afuera de su gabinete, parece que Meirelles no fue permeable a Batista.

¿Porqué O Globo resulta enfrentado a Folha? En esta defienden intereses opuestos y podría ser que como dice el publicista Fernando Horta, la situación económica del medio de los Marinho no es la más próspera y JBS es uno de sus principales anunciantes. Si la primicia de Batista no la daban ellos lo hubiese hecho otro. ¿Por qué Folha está del otro lado? Una razón podría ser porque el enfrentamiento entre ambos conglomerados es histórico y pasa mas bien por cómo posicionarse en una intriga tan compleja que ni el diablo sabe cómo terminará. El diario carioca, proclama elecciones indirectas, el paulista pide directas.

Lula, que también fue enchastrado por denuncias de Batista, habló ayer en un mitin sindical en su reducto de San Bernardo do Campo. «Queremos que Temer salga ya, pero no queremos que un presidente sea electo indirectamente. Lo que queremos es una elección directa ya».