Donald Trump calificó como una «guerra» al intento de los demócratas de someterlo a juicio político por sus presiones contra el mandatario ucraniano para que investiguen en aquel país al hijo del ex vicepresidente, Joe Biden, precandidato con fuertes posibilidades de ser el aspirante por la oposición a la Casa Blanca en 2020. «Estamos en guerra. Estas personas están enfermas», se lo ve decir en un video que publicó la agencia Bloomberg. Pero se trata de una guerra entre tahúres, ya que Hunter Biden aparece ocupando un cargo muy bien remunerado en una compañía energética ucraniana tras el golpe contra el prorruso Viktor Yanukovich, en 2014. Más aun, Biden padre habría forzado a la renuncia del anterior fiscal general de Ucrania porque estaba investigando las andanzas del párvulo en otros negociados en esa nación, devastada por un conflicto armado en la región oriental, más cercana a Moscú, y que luego perdió el control sobre Crimea a partir de esos avatares geopolíticos.

El escándalo salió a la luz a partir de un testigo oculto –whistleblower, como se los denomina en inglés– que filtró a congresistas demócratas las medidas inusuales que el entorno del presidente tomó luego de una charla con el jefe de estado de Ucrania, el comediante Volodymyr Zelensky. Lo habitual es que todo lo que se dice en el Salón Oval sea grabado y el informante notó una especial preocupación acerca de las transcripciones de la conversación del 25 de julio pasado.

Cuando consiguió una copia, su preocupación fue mayor. «Quiero que me hagas un favor», le pide el empresario al humorista, sorpresivamente elegido presidente de Ucrania en mayo. «Se está hablando mucho del hijo de Biden, y de que Biden detuvo una acusación, y mucha gente quiere saber de eso, así que cualquier cosa que pudiera hacer con el fiscal general (de EE UU) sería maravilloso», agrega, para avisar luego que su abogado, el exalcalde neoyorquino Rudolf Giuliani, se pondría en contacto para arreglar los detalles.

Fomentar una investigación contra un posible oponente en la elección suena grave. Mucho más porque Trump sugiere que la ayuda podría aceitar el otorgamiento de 400 millones de dólares fondos para la compra de armamento y pertrechos estadounidenses, muy útiles para Kiev en el contexto de su guerra en el este. Los voceros demócratas, con la jefa de la Cámara Baja, la experimentada Nancy Pelosi, mostraron su inmediata indignación.

Los archivos periodísticos muestran la otra cara del caso. Las agencias de inteligencia y el Departamento de Estado fueron los responsables del golpe contra Yanukovich durante la presidencia de Barack Obama y con Biden como coequiper. Uno de los amigos del derrocado presidente ucraniano fue el fundador de Burisma Holding, la petrolera que se convirtió en una presa para el hijo del ex vicepresidente, que a la sazón se llama Robert Hunter.  Roberto Cazador, en inglés.

Ucrania es un tópico muy transitado en Washington en los últimos años y una muestra de las oscuras relaciones de EE UU en ese intrincado tablero de la frontera rusa. Filtraciones de llamadas entre la que fuera secretaria para asuntos de Europa del gobierno de Barack Obama, Victoria Nuland, con el embajador Geoffrey Pyatt mostraban el involucramiento directo de Biden en el golpe. Poco después, el vice de Obama brindó apoyo irrestricto al proceso de Kiev para alejarse de la influencia rusa y acercarse a Occidente.

Para esos tiempos, Trump se lanzó a la presidencia y contó con un asesor de campaña, Paul Manafort, del que pronto tuvo que desprenderse porque había sido colaborador del destituido Yanukovich. El consultor se declaró culpable de dos cargos criminales y conspiración tras un arreglo con el fiscal Robert Mueller hace un año. Mueller fue el encargado de investigar la presunta connivencia de Trump con agentes rusos para que lo ayudaran a ganar la elección de 2016. Hace dos meses declaró ante el Congreso que no hay certeza de que Trump no cometió delito, una frase ambigua que el mandatario interpretó como absolutoria.

La empresa Burisma parece haber sido un botín con el que, quienes ayudaron a los sectores antirrusos, se cobraron su colaboración para derrocar a Yanukovich y formatear la política ucraniana. El daño colateral fue la anexión de Crimea y el levantamiento de Donetsk y Luganks contra Kiev, lo que causó cerca de 4000 muertos desde abril de 2014. Junto con Biden Jr. ingresaron a la firma íntimos de la familia del secretario de Estado, John Kerry. Otra nativa de EE UU, Natalie Jaresco, quien había ocupado cargos en Washington desde que egresó de la Escuela de Gobierno John Kennedy, en 1989, apeló a su doble nacionalidad debida a sus padres para asumir como ministra de Finanzas del premier Arseniy Yatsenyuk, en marzo de 2017.

El martes, Pelosi se cargó a sus hombros la irritación de sus correligionarios, que ya le venían contando las costillas a Trump desde que llegó al poder. No les funcionó con sus denuncias sobre la injerencia rusa en los comicios del 2016 ni con los escándalos sexuales del empresario. Ahora, creen haber encontrado una fisura en el blindaje presidencial. Los antecedentes muestran que sólo dos inquilinos de la Casa Blanca pasaron por un juicio político: Andrew Jackson en 1868 y Bill Clinton en 1998. Los dos lograron zafar. Richard Nixon renunció el 9 de agosto de 1974 cuando su suerte ya estaba sellada por el caso Watergate. 

No da la impresión de que prospere el enjuiciamiento de Trump. Los demócratas dominan la Cámara de Representantes, pero la Cámara Alta está en manos de los republicanos y para la expulsión necesitarían el voto de 2/3 de los senadores. Lo peor para los demócratas sería que si no lo pueden matar, lo terminen fortaleciendo. «

Raúl Castro prohibido en EE UU

En la larga historia del bloqueo a Cuba, ningún otro presidente había llegado tan lejos. Hasta que Donald Trump cruzó todo límite al anunciar sanciones contra el líder del Partido Comunista de la isla y ex presidente Raúl Castro y su familia, quien hace cinco años se reunió con Barack Obama para reanudar relaciones diplomáticas. Para Trump, el hermano de Fidel, de 88 años, «supervisa un sistema que detiene arbitrariamente a miles de cubanos y que retiene actualmente a más de 100 presos políticos», y tiene prohibido el ingreso a Estados Unidos. El mismo castigo tiene Mariela Castro Espín, su hija.