Un migrante se protege del frío con una manta de la Cruz Roja a su llegada al puerto de Málaga tras ser rescatado del mar. Una familia de argelinos espera y desespera en un galpón de la Bahía de Cádiz. Marroquíes por aquí y por allá, en las costas de un Mediterráneo que está cada vez más alejado de los retratos que recreaba Joan Manuel Serrat en sus cantares. 

Las imágenes de inmigrantes que llegan a los puertos españoles son diarias y hasta se naturalizan por el tiempo que hace que se reiteran. «Al terminar el año, el balance sigue siendo desolador», sentenció hace unas horas una agente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

Justamente, los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) son más que elocuentes: hasta el pasado 20 de diciembre, cerca de 21.500 personas llegaron por mar a España, tras arriesgar su vida en precarias embarcaciones y previo pago a las mafias que facilitan la infraestructura para estas travesías. Las cifras son tres veces más importantes que las de 2016, año en el que se registraron 6046 casos. También se acrecentó el número de muertos y desaparecidos en lo que va de año: 223, es decir 95 más que en 2016.

«Padecemos una presión migratoria en todo lo que es la zona del Mediterráneo», desde Andalucía hasta las islas Baleares, resumió el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. En total, según la OIM, 3116 personas murieron o desaparecieron en la travesía del Mediterráneo.

De todos modos, Italia sigue siendo la principal puerta de entrada a la UE, con casi 119 mil llegadas y 2832 muertos. En general, vienen desde Libia, donde las autoridades africanas y europeas se comprometieron a combatir las redes de traficantes que exigen miles de dólares a los inmigrantes africanos varados y esclavizados en ese país. Le sigue Grecia con 28.800 llegadas y 61 fallecidos, donde desde 2015 el flujo ha caído exponencialmente debido a un acuerdo entre la UE y Turquía para contener a refugiados sirios, afganos e iraquíes. 

En los últimos años, el grueso de inmigrantes llegados a España procedía del África subsahariana. La novedad en 2017 es la llegada en mayores proporciones de inmigrantes argelinos y marroquíes. También se están produciendo llegadas importantes de marfileños y guineanos. «Este año ha habido un aumento relevante de personas procedentes de Argelia», argumentó Carlos Arce, responsable de migraciones en la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). Lo atribuye a que allí «la situación económica ha sufrido un deterioro en los últimos tres años», en los que el país ha acusado la caída de los precios del petróleo, del que obtiene el 95% de sus ingresos en divisas.

En un informe publicado en noviembre, destacaba que los marroquíes arribaban a bordo de embarcaciones de madera, «algunas con más de 60 personas» a bordo. Pero también en botes inflables y hasta en tablas de windsurf.  «

Familia retenida en Bangkok

Querían viajar a España sin visado. La familia de Zimbabue lleva dos meses bloqueada en el aeropuerto de Bangkok. Llegó en mayo con un visado turístico y desde octubre que los cuatro adultos y cuatro niños, de entre 2 y 11 años, tratan de viajar, no quieren volver a Zimbabue y Tailandia les niega el visado para que permanezcan legalmente en su territorio pues ya superaron la fecha límite de su estancia. Rechazan volver a Zimbabue, ya que temen por su seguridad y se quedaron en el aeropuerto de Bangkok, donde las aerolíneas les dan de comer.

El gobierno intentó que la situación se mantuviera en secreto, pero fue dada a conocer por un tailandés que publicó en Facebook una foto en la que se lo ve dándole un regalo de Navidad a uno de los niños. La historia se ha vuelto viral, y la pregunta que más se repite en las redes es de qué manera pudieron sobrevivir tanto tiempo en el aeropuerto principal de Bangkok. Este episodio hace reciordar el film La terminal (2004), en el que un hombre interpretado por Tom Hanks se encuentra bloqueado en un aeropuerto de Nueva York por razones político-administrativas. 

Hospedaje en una prisión

Una de las causas que motivó la última oleada de migrantes africanos es la inestabilidad en la región norteña del Rif. En España se denuncia que las fuerzas policiales marroquíes «parecen haber estado más concentradas en la represión que en el control migratorio», lo que habría facilitado las partidas de embarcaciones a través del Mediterráneo. Una vez en tierra, las asociaciones españolas defensoras de DD HH denuncian el trato dispensado a los migrantes. En noviembre hubo una fuerte polémica cuando cerca de 500 migrantes, en su mayoría argelinos llegados por mar en cuestión de horas, fueron internados en una prisión en la localidad andaluza de Archidona. 

Según Alejandro Cortina, director de la ONG Málaga Acoge, en las últimas dos semanas «cientos de personas fueron devueltas a Argelia», entre ellas «varios menores». Las asociaciones criticaron esas medidas y piden que, a la espera de que se decida la situación de los migrantes, se apliquen medidas cautelares menos coercitivas. Por caso, que permanezcan en centros de acogida asociativos o estatales, con asistencia legal.