La salida del juego del presidente Rafael Correa y la posibilidad de un escenario de balotaje ponen al proyecto de la “Revolución ciudadana” en Ecuador ante el mayor desafío desde que comenzó la gestión de Alianza País en 2007. La campaña para las elecciones presidenciales y legislativas del 19 de febrero comenzó esta semana y los primeros guarismos indican una posible segunda vuelta. Más allá de la confianza que afirma tener el oficialismo, tiene un 35% promedio de intención de voto, existe una creciente preocupación de que no se repita en su país lo que en otras naciones de la región: un avance de la derecha y los espacios neoliberales que hagan retroceder logros de la gestión aliancista como la reducción de la pobreza y la desigualdad, la inversión social y una senda, con problemas, pero al fin de crecimiento, experimentada en la última década. En ese sentido, el candidato que más se acerca al oficialista Lenin Moreno es el banquero Guillermo Lasso, “una suerte de Macri”, como suelen ejemplificar los ecuatorianos cuando hablan con un argentino, para dejar en claro el perfil empresario y liberal del hombre que lidera el CREO (por Creando Oportunidades) y que según la mayoría de las encuestas va segundo con entre el 15 y el 20%, a una distancia de 15 a 20 por debajo de Moreno.

Este empresario de 62 años, miembro del Opus Dei, se autopromociona como un trabajador que tuvo su primer empleo a los 15 para “costear los estudios” ya que era el menor de una familia de 11 hermanos. Pero ese comienzo laboral “anotando cotizaciones en la pizarra” fue en la bolsa de valores que entonces regenteaba su cuñado multimillonario Danilo Carrera Drouet.

Seguramente allí habrá adquirido cierta habilidad para las finanzas, además de un férreo sostén económico que lo fue catapultando hasta presidir mucho tiempo después el Banco de Guayaquil. Lasso, cuya plataforma de campaña habla de “sanear las finanzas; darle independencia al Banco Central; reorientar los servicios públicos a la satisfacción eficaz de las necesidades de los ciudadanos” y en su discurso público llama “cleptocracia” al actual gobierno y agita la idea de evitar que “Ecuador se convierta en una nueva Venezuela” llegó a la política de la mano del destituido y prófugo de la justicia Jamil Mahuad. En 1998 Lasso fue nombrado gobernador de la provincia de Guayas, un puesto no electivo designado por el Ejecutivo. El gobierno de Mahuad terminó abruptamente tras una crisis económica sin precedentes con la declaración del feriado bancario, que congeló millones de dólares en ahorros, algo similar al corralito argentino de 2001. Recientemente, en una revisión documental promovida por el gobierno sobre aquella estafa, el presidente Correa señaló la responsabilidad política de Lasso en esa maniobra.

“Indudablemente, el señor Guillermo Lasso tuvo responsabilidad política en el feriado bancario. Porque no me va a decir que un banquero de su trascendencia, no supo nada. No solo eso, acepta el superministerio de Economía, después de congelar los depósitos y renuncia dos días antes que se declare la moratoria de la deuda externa”. Antes de esa medida, Lasso seguía como gobernador de Guayas y también como presidente del Banco de Guayaquil, pero inmediatamente después asumió la cartera de Economía con plenos poderes, aunque en un mes presentó la renuncia. Le llevó casi 13 años volver a la política –en forma directa-, esta vez como candidato a presidente. En esas elecciones de febrero de 2013, Correa arrasó con más del 57% relegando al banquero al segundo lugar, con el 22.

Lasso ha tenido estrechos vínculos con un personaje bien conocido en la política argentina: Jaime Duran Barba. Hoy, el “gurú” de Mauricio Macri dice que Lasso es parte “de lo viejo”, pero compartió con él ideas y Gabinete, cuando fue Secretario de Administración Pública de Ecuador durante la malograda presidencia de Mahuad, a quien asesoró para la campaña de 1998, como lo había hecho diez años atrás. Duran Barba asesoró también a otro actor de estas elecciones a quien considera un gran amigo. Se trata del actual alcalde de la ciudad de Guayaquil, Jaime Nebot, quien impulsa la candidatura de la presentadora de tevé Cynthia Viteri por el Partido Social Cristiano. Viteri figura tercera en la mayoría de las encuestas con cerca de 12%, aunque alguna la ubica por encima de Lasso. Nebot se reunió el año pasado con Macri en la Quinta de Olivos y ambos se declararon en sintonía política. En esa reunión, que no había sido la primera entre ellos, estaba Duran Barba. Incluso se dice que fue gracias al alcalde guayaquileño que Macri conoció a su principal asesor, aunque el libro Mundo Pro (Vommaro, Morresi, Bellotti) afirma que fue el ex operador macrista y ex funcionario del kirchnerismo, Juan Pablo Schiavi, quien hizo el acercamiento. La plataforma del PSC confirma esa “sintonía”. Propone, entre otras cosas, “impulsar la inversión extranjera, focalizar los subsidios, libre contratación de trabajadores, independizar el Banco Central y hacer rentable el campo”.

En notas periodísticas en medios ecuatorianos, Duran Barba tachó a su amigo Nebot de “anticuado”. También negó estar trabajando para otro candidato, el de Izquierda Democrática-Acuerdo por el Cambio, Paco Moncayo, pese a que circuló una foto de ambos en redes sociales. ID también negó la asesoría. Es que el electorado de esta fuerza de centroizquierda no vería con buenos ojos una alianza semejante. Moncayo es un ex militar, precursor del “militarismo ilustrado”, condecorado por sus funciones en la fuerza, pero con formación en ciencias políticas y una vasta carrera pública. Fue dos veces alcalde de Quito, diputado y asambleísta y esta es su primera candidatura presidencial. Propone “desarrollar la economía productiva y solidaria, fomentar y diversificar la producción, promover la industria nacional, universalizar el acceso al agua”, entre otros. Las encuestas lo ubican cuarto con entre el 5 y el 10 por ciento. Sería uno de los que llamaría a votar por Moreno si este no llegara a obtener el 50%, o el 40% con diferencia de más de 10 puntos, para ganar en primera vuelta.

El oficialismo confía en su candidato. Moreno tiene muy buena imagen, ya que representa fielmente al gobierno, pero es menos “aguerrido” que Correa. Los críticos dirán “con menos odio”. Fue vicepresidente en el primer período correísta y comandó la Misión Manuela Espejo, un programa universal de asistencia a discapacitados, algo que Moreno conoce por experiencia propia: es parapléjico y se mueve en una silla de ruedas. En su discurso, la palabra “igualdad” adquiere un significado aún más amplio. Habla de “recuperar el campo de la política para la sociedad” y “desarrollar una nueva conciencia ciudadana de corresponsabilidad entre el Estado y sociedad”.

A pesar del optimismo, el proyecto transformador de Alianza País tendrá una gran prueba. Ante la duda, los equipos de gobierno estarían haciendo rondas de consultas en dirigentes de la región para organizar seminarios de análisis sobre “el avance de la derecha”, tanto para reforzar argumentos de campaña como para prepararse en caso de una derrota. «