La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca implicará cambios drásticos en el Departamento de Estado y en el manejo de la relación política y económica que mantendrá el gobierno de los Estados Unidos con la administración del presidente Alberto Fernández. Con el regreso del Partido Demócrata al poder y la designación de Antony Blinken como próximo canciller americano, es posible que algunos diplomáticos que jugaron un rol clave durante los dos mandatos de Barack Obama recuperen peso en la relación con Buenos Aires. También en el control de la subsecretaría de Asuntos Hemisféricos (dedicada al vínculo de Washington con América Latina) a través de la posible designación de un añejo conocedor de la Argentina, como el embajador  Kevin Sullivan.

La relación con Buenos Aires viene de un año de tironeos. Arrancaron en diciembre de 2019 cuando el entonces asesor y actual titular del BID, Mauricio Claver Carone, se fue intempestivamente del país y se negó a participar de la asunción de Fernández para repudiar la invitación oficial de representantes venezolanos. Es el mismo asesor de Donald Trump que en noviembre de ese año se encontró en México con el entonces presidente electo y el designado canciller Felipe Solá para saber de primera mano cómo sería el regreso del peronismo al gobierno. La incógnita era doble luego de la derrota electoral de Mauricio Macri y la finalización de una relación política, económica e ideológica muy estrecha con la administración de Cambiemos. El fundador del PRO asumió la presidencia durante la última etapa de Obama y transitó los tres años siguientes con Trump como un interlocutor directo. Recibió visitas oficiales de ambos.

A diferencia de Trump, que a fines de 2018 visitó a Macri en el marco de la cumbre del G20, Obama resolvió una visita de Estado apenas se enteró de la victoria electoral de Macri. La concretó del 23 al 26 de marzo de 2016. Llegó a Buenos Aires junto a Biden, que por entonces transitaba el último año de su segunda vicepresidencia. Ahora, a un paso de transformarse en el segundo presidente católico de los Estados Unidos, Biden buscará que la estructura diplomática recupere parte del funcionamiento de la era Obama, con todo lo que eso implica para la Argentina.

Los diplomáticos de carrera que tuvieron funciones políticas durante esa etapa prefieren reivindicar las relaciones carnales mantenidas con Macri que los tironeos durante las dos presidencias de Cristina Fernández.

De esos años , hay un testigo que podría regresar a un cargo clave. Hasta 2015, por debajo de los embajadores políticos que pasaron por Buenos Aires, la embajada norteamericana estuvo en manos de Sullivan, que cumplió funciones en Argentina a fines de los noventa. Su nombre suena como posible subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Blinken o al frente del área que coordina el Cono Sur.  El actual embajador Edward Prado, designado por Trump en mayo de 2018, se despidió este viernes del gobierno argentino en una reunión con Solá. Si bien no hay precisiones sobre quién será su sucesor, la embajada continuará en manos de la ministra consejera Mary Kay Carlson y el encargado de asuntos políticos Christopher Andino, que participó en 2019 de la reunión en México con Claver Carone, Alberto Fernández y Solá.

Apenas concluya la transmisión de mando, el punto inmediato del vínculo bilateral tiene que ver con la renegociación de la deuda contraída durante el gobierno de Macri con el FMI. Fernández le reclama a Trump y al organismo financiero que se hagan cargo de la decisión política de respaldar la reeleccción de Macri con un crédito inédito, ahora deberá transitar la renegociación en el inicio de la era Biden.

Ante la lectura crítica del peronismo que tiene el establishment político y diplomático demócrata, en la Rosada recurrirán al perfil religioso de Biden. Saben del vínculo que mantiene con el Papa Jorge Mario Bergoglio, a quien conoce y estima. Ambos jugaron un rol clave en el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, en 2014. Así como el Vaticano hizo sus aportes para reforzar el vínculo argentino con el Fondo, en el gobierno confían en un guiño bergogliano para suavizar los prejuicios de los demócratas sobre el panperonismo en el poder. La Cancillería no descarta ofrecerse como mediador en la relación con Venezuela. «Somos el único gobierno de América del Sur que tiene buenas relaciones con ambos países», sostienen cerca de Solá.

También admiten que habrá diferencias de peso con Washington. Algunas de ellas muy resistidas por republicanos y demócratas, como el vínculo argentino con China. El gobierno se prepara para formar parte de los acuerdos comerciales que propone la nueva «Ruta de la Seda». «Sabemos que van a buscar marcarnos la cancha cuando acordemos con China, pero nuestra política será de no sumisión y de no confrontación con Estados Unidos», explicó a Tiempo una alta fuente del Palacio San Martín.

En el capítulo económico, intervienen otros dos jugadores argentinos claves en la relación: el ministro Martín Guzmán y el representante ante el FMI, Sergio Chodos. El jefe del Palacio de Hacienda goza de un excelente vínculo con los demócratas a partir de su formación académica en Estados Unidos, donde estrechó relación con el economista Joseph Stiglitz.

Guzmán y Chodos no están solos. Hace un año contrataron a otro diplomático demócrata, como el exsubsecretario de Asuntos Hemisféricos Thomas Shannon, que se retiró en la era Trump y ahora le factura a la cancillería argentina como lobbysta ante Wall Street y el State Dept.

A ese grupo se suman otros dos socios del Frente de Todos. El secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, considerado en la Rosada como uno de los garantes del vínculo bilateral por la buena relación que mantiene con Washington desde que decidió vivir en ese país luego de denunciar al exespía Antonio Stiuso. El «team» argentino incluye al titular de la Cámara baja, Sergio Massa, que goza de un vínculo de confianza (que supera la década) con los inquilinos de la Casa Blanca y del establishment del State Dept. A Biden lo conoce personalmente. Dicen que lo ha visto «en diez oportunidades» durante sus visitas a Estados Unidos para participar como invitado de las convenciones de los demócratas. El último encuentro sucedió durante 2016 en Davos (Suiza), cuando Macri lo sumó a la comitiva presidencial que lo acompañó a ese foro selecto del establishment global. «