En medio de crecientes llamados a su destitución, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump condenó el jueves el caos desatado la víspera en el Capitolio y prometió una transferencia de poder «tranquila» a Joe Biden, quien lo acusó de desencadenar «un asalto total» contra las instituciones.

Trump, que el miércoles animó a sus seguidores a marchar hacia el Congreso para revertir su derrota electoral, difundió un video en Twitter en el que se dijo «escandalizado por la violencia» desatada, que dejó una mujer fallecida, y llamó a la «reconciliación».

En ningún momento mencionó responsabilidad alguna por los hechos.

«Mi enfoque ahora es asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas», aseguró Trump, en un mensaje muy cercano a un discurso de concesión, aunque no reconoció explícitamente el triunfo de Biden, quien será investido el 20 de enero.

El presidente electo de Estados Unidos, cuya victoria fue finalmente certificada por el Congreso a pesar de los disturbios, describió la toma del Capitolio como «uno de los días más oscuros en la historia» del país.

«Durante los últimos cuatro años hemos tenido un presidente que ha dejado claro su desprecio por nuestra democracia, nuestra Constitución y el Estado de derecho en todo lo que ha hecho», dijo desde su bastión de Wilmington. «Y ayer fue sólo la culminación de ese implacable ataque».

Biden tildó a los manifestantes de «terroristas» y aseveró que si los que protestaban hubieran sido antirracistas negros, como los del movimiento Black Lives Matter, habrían sido tratados «muy distinto».

«Todos sabemos que eso es cierto, y es inaceptable», afirmó.

Muchos cuestionaron cómo habría respondido la policía si la multitud no hubiera estado abrumadoramente conformada por trumpistas blancos.

«El verdadero progreso sólo será posible una vez que reconozcamos que existe esta desconexión y tomemos medidas para repararla», dijo la exprimera dama Michelle Obama.

«Ni un día más»

En el Congreso, los principales líderes demócratas -la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer-, exhortaron al vicepresidente Mike Pence y al gabinete de Trump a invocar la 25ª Enmienda de la Constitución, que permite destituir a un presidente que se considere no apto para el cargo.

«Esta es una urgencia de suma importancia», dijo Pelosi, acusando directamente a Trump de un «intento de golpe» de Estado.

«Lo que pasó ayer en el Capitolio de Estados Unidos fue una insurrección contra Estados Unidos, incitada por el presidente», señaló Schumer.

«Este presidente no debería ocupar el cargo ni un día más», agregó Schumer, quien se encamina a convertirse en el jefe de la mayoría en la Cámara Alta tras el triunfo de dos demócratas en la segunda vuelta de las elecciones senatoriales de Georgia el martes.

El primer republicano en pronunciarse públicamente a favor de la destitución, el congresista Adam Kinzinger, llamó a dar este paso «por el bien» de la democracia estadounidense.

El general retirado John Kelly, que fue jefe de gabinete de Trump durante 18 meses, dijo a CNN que él invocaría la 25ª Enmienda, aunque recordó que quedan «sólo 13 días más».

Pence, leal lugarteniente de Trump, se opone a apelar a este mecanismo porque teme un aumento de las tensiones, según informó el New York Times citando una fuente próxima al vicepresidente.

Pelosi y Schumer dijeron que si no lo hace, Trump podría enfrentar un nuevo proceso de destitución en el Congreso.

Legisladores demócratas de la Cámara de Representantes, donde el partido tiene mayoría, dijeron el jueves por la mañana que se preparaban para presentar artículos de «juicio político».

Trump fue bloqueado temporalmente por Twitter, e «indefinidamente» por Facebook, según anunció el jueves su director ejecutivo, Mark Zuckerberg.

«No puedo quedarme»

El malestar en filas del Partido Republicano, es palpable. La secretaria de Transporte, Elaine Chao, fue la primera integrante del gabinete en anunciar su dimisión.

«Esto me ha perturbado de tal forma que no puedo ignorarlo», dijo la esposa del líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell.

«No puedo quedarme aquí, no después de ayer», había dicho más temprano Mick Mulvaney, exjefe de gabinete de Trump a CNBC al renunciar a su puesto de enviado especial en Irlanda del Norte.

También la secretaria de Educación, Betsy DeVos, habría dejado su cargo, mediante una carta dirigida a Trump publicada por varios medios.

El republicano Lindsey Graham, un fuerte aliado de Trump en el Senado, anunció que ya no podría seguir respaldándolo. «Ya es suficiente», dijo.

Sin embargo, llamó a los principales asesores de Trump a no abandonar el barco en este tramo final. «A aquellos que creen que deberían dejar su puesto ahora para dejar sentada su postura, les insto a que no», dijo, enfatizando en particular la necesidad de mantener al equipo de seguridad nacional.

El Wall Street Journal, propiedad del magnate Rupert Murdoch, que fue un aliado de Trump, llamó en un editorial al actual presidente a «asumir su responsabilidad personal y renunciar». «Es lo mejor para todo el mundo, incluyendo él mismo, si se va tranquilamente».

55 casos en 36 horas

El Congreso, en una sesión de las dos Cámaras presidida por Pence, certificó la madrugada del jueves la victoria de Biden en las elecciones del 3 de noviembre, por 306 contra 232 votos del Colegio Electoral.

Horas antes, la ratificación, que debía ser una mera formalidad, había dado paso a la violenta irrupción de los trumpistas: una «insurrección», «casi sedición», en palabras de Biden.

Legisladores con máscaras antigás, policías desenfundando sus armas de fuego, manifestantes ocupando las oficinas de los congresistas: imágenes inimaginables en un país que se presenta como modelo democrático suscitaron consternación e indignación en todo el mundo.

Cuatro personas murieron durante los incidentes, incluyendo una mujer alcanzada por un disparo de bala de la policía. Y un oficial falleció el jueves por la noche en un hospital por las heridas recibidas «mientras se enfrentaba físicamente con los manifestantes», según las fuerzas de seguridad.

En medio de una ola de críticas por las fallas de seguridad, el jefe de policía del Capitolio, Steven Sund, presentó su renuncia y los legisladores prometieron una investigación exhaustiva.

La justicia ha comenzado a rastrear a los responsables. Según el fiscal federal de Washington, Michael Sherwin, se abrieron 55 casos en 36 horas.

«Esto es solo el comienzo», dijo, y explicó que cientos de agentes rastrillaron las redes sociales para identificar a los participantes en los disturbios.

Tras la certificación del Congreso, Trump admitió que su mandato está terminando, pero insistió en que estaba «totalmente en desacuerdo con el resultado de estas elecciones».

«Esto representa el fin de uno de los mejores primeros mandatos presidenciales y es solo el inicio de nuestra lucha para devolver a Estados Unidos su grandeza», prometió en una breve declaración, insinuando que