–¿En qué consiste básicamente la reforma que propone Maduro de la Constitución?

–En términos jurídicos, es una potestad, un recurso constitucional, que tienen el presidente y la Asamblea Nacional, de convocar al «soberano» en casos de aguda crisis nacional, como la de ahora, para buscar una solución política. Desde el punto de vista político contingente, práctico, contextual de hoy, entiendo que es casi la única salida que tiene un gobierno agobiado, atosigado por los cuatro costados, al que se le fueron agotando las salidas a la crisis, excepto la salida menos deseada: reprimir en forma generalizada. El grado de violencia es tal en las movilizaciones opositoras, con una respuesta represiva creciente del gobierno, que la escalada es impensable, indeseable, sobre todo para un gobierno que no tiene vocación de reprimir ni necesidad de imponerla sin razón. La entiendo como la única salida de tipo político a la que podía acudir Maduro en las actuales circunstancias. Algunos hablan de que es para evitar la guerra civil o golpe de Estado, pero eso es una idiotez: en Venezuela, la oposición no tiene capacidad militar –por ahora– para dividir el territorio militarmente, como Siria, ni menos para hacer un golpe militar.

–¿Es darles más poder a las bases para contrarrestar el poder de la oposición?

–Esa es la idea central, expresada en la declaración de Maduro el 1º de Mayo, «compañeros trabajadores, les devuelvo el poder que me delegó Chávez». En realidad, ese fue el mandato pre mortem del comandante Chávez, el 8 de diciembre de 2012, cuando propuso a su gabinete reemplazar el tipo de Estado liberal, burgués, por otro basado en las comunas, un Estado comunal. Maduro no lo dice con claridad, pero esa es la historia real. Su ambigüedad se explica porque Maduro tiene dos motivaciones. Uno espera que sea una convicción profunda de comenzar a transformar la naturaleza del Estado, para evitar el desastre que se anuncia. Esa medida sirve para contraponer a la oposición una salida que reconozca el voto como fetiche, sin que sea en las condiciones liberales favorables a ellos. Por eso reaccionaron con horror a la propuesta. Las cosas que uno escucha en las emisoras venezolanas contra la Constituyente de Maduro son similares al horror de 1962 cuando la dirección cubana decidió cambiar el carácter del Estado y rumbear al socialismo. O el horror del mundo dominante contra los soviets de obreros, campesinos y soldados pobres en 1917 en Rusia. En Argentina hubo señales de este tipo de reacciones clasistas durante el primer peronismo, aunque no llegó a «horror» porque no hubo ninguna propuesta alternativa al Estado liberal. ¿Te imaginas si Perón, luego del bombardeo a Plaza de Mayo en junio de 1955 reacciona por izquierda y convoca a la CGT y otros organismos a ejercer el poder para defender a su gobierno? Son casos distintos, pero en todos podrías encontrar esa reacción de clase.

–Analistas de la derecha sostienen que es un golpe desesperado porque, si va a referéndum o convoca a elecciones, no las podría ganar.

–Eso es cierto. Si hoy hubiera elecciones de algún tipo, según los mecanismos tradicionales del voto, no hay duda de que Maduro o el gobierno chavista perderían 8 a 2. En esa medida es una salida desesperada, pero lo sustantivo no es si es «desesperada», si no si es correcta, adecuada y democrática, más democrática que la democracia liberal.

–¿Se puede sostener el gobierno en estas circunstancias? ¿Qué pasa con el apoyo militar adentro del chavismo? ¿Hay cuestionamientos internos al rumbo de la revolución?

–No hay forma de asegurar que el gobierno se pueda sostener con una rebelión civil violenta cuyos 37 muertos los cargará el gobierno, aunque una parte de ellos sean chavistas, incluso guardias nacionales. Lo que sí se puede asegurar, al día de hoy, es que las Fuerzas Armadas decidieron respaldar al gobierno, pero esto no significa que en la cúpula militar no exista algún general o coronel con capacidad de mando que simpatice con la oposición. Debe haberlo, porque si no, serían unas Fuerzas Armadas de fantasía. Los cuestionamiento al rumbo del gobierno y del proceso no surgió por los militares, sino por una parte del chavismo, llamado «crítico», que decidió aislarse del gobierno y ser adversario en casi todo, por ejemplo, en este llamado a Consituyente. Gonzalo Gómez y Nicmer Evans, por Marea Socialista, los generales chavistas Cliver Alcalá y Miguel Rodríguez Torres y varios exministros de Hugo Chávez militan contra Maduro desde dos plataformas, la de Defensa de la Constitución Bolivariana y la Plataforma contra el Arco Minero. «