Las elecciones del 4 de mayo definirán mucho más que el próximo gobierno de la comunidad de Madrid. Isabel Díaz Ayuso, la actual presidenta regional y aspirante a la reelección por el Partido Popular, busca convertir la votación en un virtual plebiscito sobre el Ejecutivo central, en manos del socialista Pedro Sánchez. “Le invito a marcharse de La Moncloa cuando el PSOE obtenga los peores resultados de su historia en Madrid”, lo desafió días atrás en un acto de campaña. Para la derecha española, retener el control de la región más rica del país resulta clave en su estrategia de resurgimiento a escala nacional.

Eso explica el tono de Díaz Ayuso, quien planteó los comicios en términos de “comunismo o libertad”, en un intento por presentar a Madrid como una suerte de bastión ante las restricciones decretadas por Sánchez para contener la pandemia. La lógica de la polarización parece rendirle: la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),  un 36,7% frente al 23,4 que obtendría Ángel Gabilondo, candidato del PSOE.

“No son comprensibles las expectativas de voto que levanta Díaz Ayuso. Madrid tiene los peores indicadores sanitarios y económicos. Pero en las situaciones de crisis la pasión política tiende a estar muy viva, y quien sabe reconducirla se lleva los electores”, señala Jaime Ferri Durá, doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid. La confrontación directa con Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias –vice del gobierno de coalición hasta el mes pasado, cuando renunció para aspirar a la presidencia madrileña–, le sirve entonces a Díaz Ayuso para eludir las críticas a su gestión.

En el primer debate televisivo entre candidatos, Gabilondo le tendió la mano a Iglesias para evitar que el PP forme alianza con la ultraderecha de Vox. El segundo fue un escándalo (ver «Balas y gritos»).A una semana de la elección, las fuerzas de izquierda –el PSOE, Podemos y Más Madrid– intentarán bloquear el camino a Díaz Ayuso. El peso electoral de Madrid en España hace que la contienda sea a todo o nada. “El resultado puede provocar un viraje en la estrategia política de los principales partidos. Todos saben que una victoria del PP generaría una situación de tensión constante” entre las administraciones regional y central, observa Ferri Durá.

Con el objetivo de asegurar la hegemonía del PP dentro de la derecha y captar el voto ultra, la presidenta madrileña viene apelando a una retórica divisiva. “Ha vuelto a la línea dura de José María Aznar, es decir, a un discurso acusador y agresivo para meter miedos. Su discurso está secuestrado por Vox. Obliga al PP a posicionarse con la extrema derecha para retener votos», sostiene el antropólogo Alejandro Fonseca Mauro.  Agrega: “En su discurso guerracivilista, el PP tacha al gobierno del PSOE y Podemos de social-comunista, proetarra, bolivariano, separatista y de romper la unidad de España con sus concesiones al independentismo vasco y catalán. El discurso simplista de comunismo o libertad es una gran mentira y se centra en promover que el actual gobierno es una dictadura por las restricciones  por el Covid-19, el mismo discurso para la derecha global ya sea en EE UU o Argentina”.

Pero el horizonte de un triunfo arrasador para Díaz Ayuso enciende las alarmas al interior de la formación conservadora, sobre todo para el líder nacional del PP, Pablo Casado, que se debate entre la mejor forma de capitalizar un resultado electoral potencialmente favorable y el temor ante un crecimiento de la madrileña. No se trata sólo de una disputa a su liderazgo, sino a su intento por moderar al PP, golpeado por los casos de corrupción en los gobiernos de Aznar y Mariano Rajoy y por las sucesivas victorias de Sánchez.

Fonseca Mauro siguió el comportamiento de los votantes madrileños en los últimos años. Recuerda: “Ayuso fue puesta a dedo en Madrid por Casado, que vio en ella una política fácilmente manipulable. Cuando le conviene la alaba, pero se ha desvinculado de sus declaraciones y acciones en numerosas ocasiones. El PP se aferra a sus nuevos cuadros en pos de dar una imagen de regeneración y si Ayuso consigue la victoria, su salto a la política nacional es muy probable”, advierte. 

Por su parte, la izquierda apuesta a una alta participación que revierta la tendencia. El PP confía en que el descontento social y la campaña anti Sánchez pesen más, incluso que las declaraciones de la propia Díaz Ayuso, quien esta semana llamó “mantenidas subvencionadas” a las personas que asisten a los comedores comunitarios para no morir de hambre. «

Balas y gritos

Ocurrió en el segundo debate de los cuatro previstos entre los seis candidatos. El primero fue en Telemadrid. Ahora le tocaba a Cadena Ser. Pablo Iglesias denunció haber recibido un sobre con cuatro balas en su interior. Pero Rocío Monasteri, poco antes había porfiado: “Cada vez que oímos algo que dice Pablo Iglesias lo ponemos en duda. Nos han engañado durante este año vilmente”. El candidato de izquierda advirtió que si no se retractaba dejaría el debate. Y la ultraderechista desafió: “Si es tan valiente, levántese y lárguese”. Iglesias se levantó y se largó, pese a que la moderadora, Àngels Barceló, intentó disuadirlo. Pero Monasterio siguió provocando. Casi a los gritos replicó Barceló: “¡Por favor, señora, esto no es un espectáculo, esto es un debate electoral entre demócratas!”. Lo que siguió fue en el mismo tenor. Restarían dos nuevos debates: nadie asegura que vayan a realizarse.

La región más desigual y las responsabilidades

Madrid es la región más desigual de España en términos económicos y, de acuerdo al Ministerio de Salud nacional, la que menos invierte en sanidad por habitante. Suma más de 23.600 fallecidos por Covid-19 desde el inicio de la pandemia y su presidenta es acusada de haber vetado el traslado a los hospitales de los ancianos de las residencias geriátricas en plena ola. El problema para Díaz Ayuso es que no tiene a quién responsabilizar más que al PP, que lleva aplicando políticas privatizadoras hace 26 años. Prueba de ello es el contrato con una empresa de comida chatarra para abastecer comedores escolares y la construcción de un hospital que costó el triple de lo presupuestado y carecía de personal al inaugurarse; su promesa de ayuda por las restricciones, a sectores como el hotelero y el taurino, y la promesa de “las mayores bajadas de impuestos de la historia” si es reelecta.