La necesidad por encontrar un medicamento contra el coronavirus aceleró investigaciones en todo el mundo y llevó a debates entre científicos y laboratorios sobre la efectividad de algunos fármacos utilizados en forma desesperada ante la falta de alternativas. Es el caso de la hidrocloroquina, en el inicio de la pandemia una suerte de panacea promocionada desde Francia por el virólogo francés Didier Raoult a la que se aferraron gobiernos que no querían decretar una cuarentena, como Donald Trump y su acólito Jair Bolsonaro.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos autorizó el medicamento antiviral remdesivir de la compañía Gilead Sciences para tratar a los pacientes con coronavirus, comunicó el presidente del país, Donald Trump, quien aseguró: «Es un medicamento importante para tratar a los pacientes hospitalizados con coronavirus». 

La FDA, por su parte, confirmó en un comunicado que emitió una autorización para el «uso de emergencia» de remdesivir «en el tratamiento de adultos y niños hospitalizados con enfermedades severas y que son sospechosos o confirmados del covid-19 en el laboratorio».

Según las últimas investigaciones, este producto sirve contra la malaria, no solo no es efectivo en el caso de Codiv-19 sino que fue causante de decesos en pacientes con riesgo cardíaco previo. Ahora le tocó el turno al remdesivir, un antiviral aplicado contra el ébola y que el laboratorio Gilead, con sede en Foster City, California, asegura que está dando resultados esperanzadores. Sin embargo, un estudio publicado por la revista científica The Lancet sostiene que no hay evidencia de su efectividad. Entre ambos anuncios, las acciones de Gilead subieron y volvieron a caer. El paquete accionario de esa empresa se reparte entre varios fondos de inversión, dos de ellos conocidos por estas pampas porque son los de los más agresivos contra la propuesta de renegociación argentina: Black Rock  y Vanguard Group.

Gilead Sciences anunció este miércoles que estudios complementarios a los realizados en el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (NIAID) muestran datos positivos sobre un tratamiento hecho con el antiviral en relación con un grupo de pacientes tomados como casos testigo a los que se le suministró un placebo. Se trata de un procedimiento de práctica para determinar la validez de un testeo médico.

De acuerdo a la información proporcionada por el Gilead Sciences, la mitad de los pacientes de un estudio encabezado por la empresa recibieron un tratamiento de cinco días en los que manifestaron una mejoría clínica y en 14 días fueron dados de alta. La fase inicial señala, incluyó a 397 personas infectadas con Covid-19.  El trabajo se realiza en EEUU, China, Alemania, Francia, España, Italia, Suecia, Gran Bretaña, Corea del Sur, Japón y Singapur.

Tras esta novedad, las acciones de Gilead crecieron un 6%, y ya sumaron más de un 20% en lo que va del año, a medida que se difundió que ese laboratorio era uno de los que en todo el mundo están buscando un tratamiento contra el coronavirus, ya sea como vacuna o medicamento válido contra los efectos del Covid-19.

Un estudio realizado en diez hospitales de Wuhan, la ciudad china donde se inició la pandemia, entre el 6 de febrero y mediados de marzo entre 237 pacientes, le baja un poco al precio del remdesivir.

El informe que publicó The Lancet, tal vez la revista científica de mayor respeto entre los investigadores clínicos, revela que el fármaco es muy efectivo in vitro frente a una serie de virus entre los que figura el Covid-19 y también es eficaz en animales de laboratorio. Sin embargo, destaca que si bien hubo reducción en el número de días que pacientes tratados con remdesivir estuvieron bajo tratamiento, “no se lo asoció con beneficios clínicos estadísticamente significativos”.

La revelación de ese estudio hizo caer en picada las acciones, aunque pocas horas mas tarde salió en defensa del antiviral el director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de EEUU, (NIAID por sus sigles en ingles) Anthony Fauci, que alcanzó cierta fama internacional porque le toca en suerte poner en caja las peligrosas excentricidades del presidente Donal Trump en relación con tratamientos para el coronavirus.

Quizás la conclusión más certera no sea a nivel científico sino comercial. Quien primero llegue a un medicamento efectivo contra el coronavirus tiene garantizadas ganancias siderales. Y nadie está pensando precisamente en donar la patente, como en los 50 hizo Jonas Salk, el que primero desarrolló una vacuna contra la poliomielitis.

Tampoco parece esa ser la tendencia en Gilead Siencies, cuyo CEO se limitó a decir que esperan poner el remedio -si es que resulta aprobado por la FDA y recomendado por la OMS- a “precios accesibles”, sin indicar cuánto entienden que implica ese valor.

Entre los propietarios del laboratorio, figuran según la información aportada a los organismos de control de EEUU, varios fondos de inversiones. El principal es Black Rock, según el informe de Nasdaq, con algo mas del 10% del capital acompañado en este pelotón de cabecera por Vanguard Group, con unas centésimas menos. Tambièn están en la lista el New York Bank Mellon, el Goldman Sachs y con menos acciones el Morgan Stanley, el Credit Suisse. O sea, la crema financiera internacional.

Un directivo de Black Rock fue el que vía teleconferencia amenazó al ministro de economía argentino cuando presentó la oferta de renegociación de la deuda. «No sabe con quiénes se está metiendo».  Se trata del fondo de inversión más grande del mundo que, casi como una prueba de quiénes se trata, fue contratado por la Reserva Federal de EEUU para administrar la compra de bonos de ese país como un modo de estabilizar los mercados ante la crisis devenida por la pandemia.

Entre los antecedentes de Gilead aparece un juicio contra Merck, uno de los gigantes farmacéuticos, en 2016. En primera instancia Merck, para una corte estadounidense, tenía el derecho a usar la patente que tenía un laboratorio comprado un año antes, el Idenix Pharmaceuticals, para un antiviral contra la hepatitis C. Gilead salió al mercado con los productos Sovaldi y Harvoni, que compiten con el Zepatier, de Merck. El caso es que un juzgado de Delaware dictaminó que Gilead debía pagar 2.540 millones de dólares a su demandante. Un tribunal de apelaciones falló en octubre pasado que la patente de Merck no era valida y desestimó la indemnización.