La Unión  Europea (UE) ha definido como uno de sus objetivos estratégicos, en el nuevo orden internacional que se consolida en el mundo, una agresiva política de acercamiento con Latinoamérica en lo político, comercial y financiero.

En cualquier acción internacional que persigue objetivos geopolíticos es pertinente analizar a los actores intervinientes, la historia, el presente de la relación entre ambos jugadores, y las perspectivas de éxito de la acción propuesta.

¿Qué tienen Europa y Latinoamérica en su interrelación histórica?

Ambas regiones pertenecen a la civilización occidental por idiomas, religión y tradiciones.  Latinoamérica es el extremo sur de Occidente y su historia está matizada por otras influencias civilizatorias de los pueblos aborígenes que en mesoamérica y los andes construyeron importantes culturas.

España y Portugal colonizaron durante siglos la mayor parte de Latinoamérica y el Caribe.

Después de las revoluciones independentistas del siglo XIX, países como Inglaterra, Francia, Holanda y Bélgica, mantuvieron algunas colonias en la zona Caribe. Y hoy Londres mantiene un status colonial en laS Islas Malvinas, sin respetar resoluciones de la ONU que preservan a esas islas argentinas como parte de su agenda de descolonización.

En ambas regiones hay una influencia fundamental de Estados Unidos sobre sus políticas internas e internacionales. Sin embargo aquí hay una diferencia notable. Estados Unidos ha intervenido política y militarmente en Latinoamérica para imponer gobiernos subordinados, especialmente en la zona del Gran Caribe. En Europa su intervención después de la Segunda Guerra ha sido fundamentalmente como socio hegemónico consagrado en el Plan Marshall, la OTAN y el G7.

En el siglo XXI, la penetración de China en las áreas comercial y financiera la ha convertido en el socio principal de Latinoamérica entre las cinco potencias integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU.

En el caso del operativo militar especial de Rusia en Ucrania, Europa se ha convertido en el patio trasero de Estados Unidos. Y Latinoamérica  ha practicado su neutralidad fáctica al negarse a seguir los dictados de Washington y la OTAN en materia de sanciones antirusas.

¿Cuál es la situación de ambas regiones en la actual coyuntura y sus perspectivas?

Europa está más subordinada que los principales países latinoamericanos a las necesidades y demandas de Washington en la política mundial. Está al borde de una recesión , con alta inflación y crisis políticas en varios de sus países.

Boris Johnson será reemplazado en el gobierno británico. Los jefes de estado de Francia, Alemania, Italia, España sufren los embates de la baja de popularidad ante la crisis económica y social.

En algunos de los principales estados latinoamericanos el lawfare se ha usado y utiliza hoy contra personalidades como Ignacio Lula Da Silva, en Brasil, y Cristina Fernández, en la Argentina. Ese virus tan que se extiende como el Covid-19 ha llegado también a Centroamérica. En Guatemala tiene preso a José Rubén Zamora, director de El Periódico.

El antecedente del lawfare fue la operación “manos limpias” que derrumbó el sistema político italiano de la postguerra y le abrió las puertas a una nueva hegemonía ejercida por jueces y medios de comunicación. Berlusconi, propietario de medios, fue la encarnación de esa nueva hegemonía política.

La expresada voluntad de la UE de optimizar sus relaciones múltiples con Latinoamérica tiene perspectivas limitadas y algunos condicionantes.

El extremo sur de Occidente ya no es el mismo que fue en los siglos XIX y XX. Eso deberán tomarlo en cuanta bien los gobiernos de Europa. Tendrán que acercarse más a Latinoamérica no para vender “gato por liebre” como agente de EE UU en su lucha por la hegemonía mundial contra China y Rusia. De otra manera todo supuesto nuevo acercamiento será un fracaso.

El nuevo orden multipolar en consolidación es el casillero vacío para Europa, que ya no lo es para Latinoamérica, integrado fácticamente a él. La UE deberá afinar la estrategia de su reacercamiento a la región. Ya no habrá Rodrigo de Triana y Cristóbal Colón avistando, desembarcando y tomando tierras de un nuevo mundo desconocido para Europa.

Sin una estrategia adecuada, la operación de nuevo desembarco puede fracasar. En ese caso mejor será hacer lo del personaje de Novecento, texto luminoso de Alessandro Barrico,  que prefería quedarse en el trasatlántico en el que había nacido, crecido y tocado maravillosamente el piano, que bajar en algún puerto.