Evo Morales está instalado en la Argentina y en las próximas horas recibirá el estatus de refugiado, un estándar dirigido a “brindar protección internacional a aquellas personas que no pueden encontrar en su país efectiva protección de sus derechos”. Animado, con ganas de organizar su fuerza política y derrotar a quienes hoy detentan el poder en su país, el presidente forzado a renunciar por el golpe de estado que autoproclamó a Jeanine Añez en Bolivia, llegó el jueves por la mañana a Ezeiza en un vuelo desde de México, donde estaba asilado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Según pudo averiguar Tiempo, mañana o pasado tendrá una reunión de alto nivel con el gobierno argentino, en la que se definirá “la línea” a seguir durante su estadía en el país. Tiene que ver con la actividad pública que pueda tener y su eventual impacto en las tensas relaciones entre el gobierno de Alberto Fernández y el de Añez, al que reconoce de facto. En ese sentido se manifestó el canciller Felipe Solá, quien aseguró a los medios que había acordado con Evo un “compromiso político” de no realizar declaraciones. Esta consigna, sin embargo, se iría diluyendo a partir de que se otorgue el estatus de refugiado y se disipen las aguas en torno a su llegada, criticada por algunos sectores de la oposición argentina y del pedido del gobierno de Añez de que se le impida opinar sobre Bolivia.

No podría ser de otra forma, ya que su partido, el MAS, lo había nombrado en un reciente congreso jefe de campaña para las elecciones que se realizarán posiblemente en abril, y el mismo Evo declaró en Twitter que venía “para seguir luchando por los más humildes y para unir a la Patria Grande”. Es claro que por la cercanía geográfica, la posibilidad de articular con la extensa comunidad boliviana en la Argentina y la afinidad con las autoridades locales, tendrá una actividad creciente relacionada con la coyuntura de su país. “Vino para hacer política”, confirmaron en reserva fuentes cercanas al operativo.

A su llegada Evo fue recibido por una comitiva de la CTA encabezada por Carlos Girotti y Daniel “Tano” Catalano. Fue un pedido especial por el vínculo histórico de la central con el exvicepresidente Álvaro García Linera, confirmó Catalano a Tiempo. También por funcionarios de Cancillería y del Ministerio del Interior, de donde depende la Comisión Nacional para Refugiados, que tramita el estatus a otorgar. Si bien no llegaron en el mismo vuelo (García Linera lo hizo el jueves), en el grupo vinieron también el excanciller Diego Pary, la exministra de Salud Gabriela Montaño y el exembajador de Bolivia ante la OEA, José Alberto Gonzales. Todos estuvieron asilados en México e ingresaron bajo esa misma condición. La Cancillería se hizo cargo de los traslados hasta su residencia, que posiblemente por bastante tiempo, se mantendrá en absoluta reserva. Tanto por sostener el silencio como por seguridad: en Cancillería recordaron el asesinato en San Andrés de Giles del expresidente boliviano Juan José Torres (1976), un plan atribuido a las dictaduras de Hugo Bánzer y Jorge Videla.

De la escasa información que circula sobre sus movimientos, se pudo saber que Evo se encontró con sus hijos, Evaliz y Álvaro, radicados en el país desde el 23 de noviembre. Que habita una casa, posiblemente en el conurbano, sostenida por el gobierno argentino. Que tuvo ya varias reuniones con dirigentes y se prevé una agenda cargada de visitas de sus colaboradores. Ya están en el país la senadora Adriana Salvatierra y el politólogo y dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, dos jóvenes cuadros muy cercanos al presidente. “Mientras estuve ahí recibió seis o siete llamados desde Bolivia”, aseguró un dirigente que se encontró con él en la casa y pidió no ser mencionado. Además recibió los saludos del presidente Fernández y de Rafael Correa, con quien no llegó a reunirse porque el viernes emprendía el regreso a Bruselas. Ayer llegó una versión de que el gobierno venezolano habría también participado del operativo, aunque no pudo ser confirmado oficialmente.

Quienes estuvieron con el dirigente boliviano, lo vieron animado. Cansado por el trajín del viaje, y “triste por no poder estar en Bolivia, pero contento de estar en nuestro país”. Por estas horas Evo repasa encuestas, analiza cada paso que da el gobierno de facto (lo que se aprecia en sus tuits), dialoga con los suyos, y se siente “con ganas de hacerse cargo del desafío que viene, de organizar y dar la pelea”.