Militante del partido Revolución Ciudadana, expresidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador y una de las dirigentes de mayor confianza de Rafael Correa, Gabriela Rivadeneira recaló en Buenos Aires para la presentación del documental que cuenta los estragos causados por el lawfare en su país, un ambiente de persecución que la llevó a exiliarse en México. «La última vez que vine fue antes de que arrancara toda la vorágine de las persecuciones. Entonces de alguna manera aprovechamos para sacarle el jugo. Estamos presentando esta película documental que se titula Se fue a volver. Es una expresión muy ecuatoriana en el sentido de que tu te vas y siempre vuelves», arranca antes de la primera pregunta.

–Un gran músico popular argentino, Aníbal Troilo, decía «qué me voy a ir del barrio, si siempre estoy volviendo».

–Exacto. Eso expresa lo que implica que Revolución Ciudadana y su dirigencia estén afuera. Rafael Correa en Bélgica, (el excanciller Ricardo) Patiño y otros que sostuvimos la organización política después de la ruptura, en México. Somos muchos exiliados producto de esta traición que hemos sufrido (del expresidente Lenin Moreno) y eso narra la película.

–El tema de la traición a lo largo de la historia de Latinoamérica es un tema central. Más que chocar con los enemigos parece que se chocara con los traidores.

–Y en nuestro caso particular alguien que fue seis años vicepresidente de Correa y claro, siempre nos preguntan, «¿pero nunca olfatearon? ¿Nunca supieron que por ahí había un acto de traición?» Y ahí viene la primera reflexión: qué pesa más. Si, ganar, porque tenemos que sostener el proceso, pero a qué costo. Y en este sentido nos costó definitivamente la continuidad del proceso de Revolución Ciudadana. Y a raíz de eso en el exilio hemos buscado formas de organizarnos para seguir aportando y formamos el Instituto para la Democracia Eloy Alfaro, IDEAL, presidido por Rafael Correa, del que es colaborador Axel Kicillof y varios líderes de la región. El trabajo que hemos estado haciendo es de formación y capacitación política para nuevos liderazgos. La idea es seguir reflexionando y tener un pensamiento crítico sobre qué está pasando al interior de nuestros países, en nuestras democracias.

–Lo que estamos viendo en Argentina y lo que se está jugando en Brasil es el avance de grupos de ultraderecha que están en contra el sistema. Canalizan parte de la protesta social y cuentan todas las herramientas económicas, mediáticas, judiciales y hasta culturales.

–Cuando comenzó el lawfare, en el caso del impeachment contra Dilma, de la encarcelación de Lula, nosotros veíamos el peligro de que gane Bolsonaro. Porque iba a una naturalización de la política fascista en la región. Muy cobijado por Donald Trump, que ahora además está nuevamente disputando en EE UU y no con una fuerza menor. Si miras la elección brasileña ves que Lula gana en primera vuelta y estamos seguros de que va a ganar la segunda, pero por qué margen y cuántos quedan adscriptos a esa lógica.

–Y con qué asociación. Lula está aliado a sectores de la derecha tradicional como lo estuvo en sus gobiernos y de última quien traicionó a Dilma fue su vicepresidente.

–Pero además es una dinámica internacional. Lo que está instaurando Vox, por ejemplo, en la región. Estas células, estos núcleos, que empezaron con una carta que fue una declaración brutal en contra del progresismo, pero lo dejamos pasar. Hay una contraposición ideológica institucional muy clara en esos años con presidentes del neoliberalismo en nuestros países. De eso están saliendo, salvo Ecuador, que se ha quedado atrás y tenemos un banquero presidente, lo que de por sí da muestras de cómo puede estar mi patria. En el tema argentino, tener un personaje como (Javier) Milei…

–El hijo de Bolsonaro estuvo acá.

–Y no tienen reparo en posar para una foto con una ametralladora en la mano, como amenazando meter bala al opositor, cosa que ya ocurrió contra militantes del PT. La naturalización de ese fascismo está en los medios de comunicación monopólicos. ¿En cambio del otro lado qué estamos haciendo? Y esa es una pregunta que nos hacemos incluso para el debate. Qué hacer para que el mensaje sea mucho más efectivo.

–Y también cómo hacer para que llegue.

-Cómo movilizar cuando además hemos descuidado el campo de la educación popular. Y yo hago mucho hincapié en esto. Porque cuando somos gobierno, en esas tensiones de la gobernabilidad, necesitas los mejores cuadros a tu lado. Y al final, esos cuadros surgidos de las bases terminan más cercanos al gobierno que a la gente y desperdiciamos un gran oportunidad también de empoderar a la gente. Pasó con (Mauricio) Macri, cuando estuvo en el gobierno, a pesar de las muestras de reacción. En octubre del 19 en Ecuador se desata la gran ola popular en contra de las políticas neoliberales de Moreno y resultó una transición a un gobierno mucho más de derecha.

–En Argentina no suena descabellado pensar que Macri pueda volver a ganar.

–Porque no estamos hablándole a la gente. ¿Cuál fue el trabajo que nos llevó a ser gobierno en la primera década del siglo? Era el de la calle, el puerta a puerta, el de la gente, de los sindicatos. El de una organización social cohesionada alrededor de una exigencia de ampliación de derechos. Llegamos a ser gobierno y cobijamos los derechos y no generamos nuevas ilusiones movilizadoras. ¿Qué pasó con las nuevas generaciones? Que termina siendo un votante mucho más cercano a esas posturas de derecha por el absurdo aspiracionismo de nuestra matriz cultural. Tenemos un rezago tan fuerte que decimos «tú lo hiciste pero ahora quiero algo más, y él me ofrece más». Sea real o no, terminamos votando por el aspiracional y resulta en un ciclo vicioso donde el pobre vota por el progresismo, deja de ser pobre y estando en la clase media vota por el aspiracional. Y vuelve a ser pobre. Yo recalco el tema de la educación popular. Andrés Manuel López Obrador ha sido muy claro: «no se confundan con el marketing de la comunicación que te hace creer que no importa si eres de derecha o de izquierda, que tienes que estar bien con todo el mundo». Como decía Correa, «el que está bien con todo el mundo está bien con el diablo». ¿Qué puedes esperar si no disputas la política?. Y Cristina también ha sido absolutamente clara. Posturas claras, pensamiento claro y definición clara, porque sino ¿qué claridad le das a la gente?   «

Relación de fuerzas

–El documental fue hecho con apoyo del gobierno mexicano.

Capital 21, la televisión pública de Ciudad de México, con un grupo que se llama Nómada, jóvenes bastante talentosos. Va estar liberado en redes sociales y en YouTube. Ojalá todos lo pueden ver porque de una u otra manera te provoca la reflexión política de nuestros tiempos. También aprovechamos el viaje para presentar dos libros, Economía como ideología disfrazada de ciencia, donde escriben entre otros Axel Kicillof. El otro es Mujeres, poder y política en América Latina, donde Elizabeth Gómez Alcorta es una de las autoras.

–¿Cómo esperan volver teniendo en cuenta que el espacio de Correa se ve reducido y hay jóvenes que no lo recuerdan?

-Generaciones que han crecido con nosotros, que su único referente era Correa y que ahora han perdido todos sus derechos. La situación en Ecuador es muy dramática. De ser uno de los países más seguros del continente, ahora somos el segundo país en los indicadores de violencia, con el mayor número de muertos en las cárceles y el sicariato que se ha instaurado como una normalidad dentro del acto delictivo. Pero después de cinco años de proscripción partidaria, se nos permitió poder competir. En febrero hay elecciones municipales, se eligen cerca de 8000 autoridades. Somos el partido que más organización política tiene en el territorio. Tenemos presos políticos en Ecuador, el vice Jorge Glass lleva cinco años preso. Apostamos a cambiar la correlación de fuerzas. Esto no es judicial, es político, entonces tenemos que ir a la disputa política.