El Movimiento Sin Tierra (MST) lleva casi cuatro décadas organizando al campesinado brasileño. Es el mayor movimiento social del mundo, con cerca de 4 millones de familias. Para estas elecciones se volvió a poner al hombro la campaña que intenta devolver a Lula a la presidencia. El MST, además, presenta un récord de candidaturas propias: serán 15 en total (14 por el PT y una por el PCdB), entre bancas legislativas estatales y nacionales, en una apuesta a la que denominan “una contraofensiva institucional frente al avance de las fuerzas fascistas”. 

Gilmar Mauro, de la Coordinación Nacional del MST, analiza con Tiempo el panorama brasileño a una semana de unas elecciones clave para el reordenamiento geopolítico de América Latina.

-¿Cómo describís el escenario que se vive en Brasil a pocos días de las elecciones? ¿A qué atribuyen la escalada de violencia política?

-El crecimiento de la violencia política no es sólo ahora, en el período electoral. Es una constante desde que Bolsonaro asumió la presidencia, incentivando el uso de armas y el reagrupamiento político de la derecha más radical. Es la novedad en el Brasil de esta etapa: que esa derecha, un sector que siempre existió pero que no tenía fuerza organizada, ahora se organizó. El elemento más importante de este momento es la probabilidad de que Bolsonaro pierda, lo que instiga a ese sector al proceso de violencia política. El objetivo es crear el pánico y desmovilizar a la gente, lo estamos tratando con mucha preocupación, cuidando mucho la cuestión de la seguridad. Si se llega a una segunda vuelta, creo que la violencia será mucho más intensa. Por eso trabajamos duro: es importante que Lula gane en primera vuelta para neutralizar la violencia bolsonarista.

-¿Qué posibilidades hay de ganar en primera vuelta?

-Hay chances. Las encuestas vienen dando a Lula entre el 40 y el 47%, algunas incluso por encima del 50 por ciento. Y hay expectativas de que se puedan sumar votantes de Ciro Gomes que finalmente lo hagan por Lula para derrotar a Bolsonaro en primera vuelta. No es sencillo porque históricamente un gobernante en el poder siempre llegó a la segunda ronda. Sería algo inédito. Trabajamos para eso.

-En caso de ganar Lula, ¿creés que Bolsonaro reconocerá los resultados? ¿Hay condiciones para que avance en una aventura golpista al estilo Trump con el asalto al Capitolio?

-Creo que Bolsonaro no va a reconocer los resultados, pero por cómo vienen actuando los sectores de la gran prensa, del Poder Judicial, intelectuales, artistas, etcétera, se crearon las condiciones para que no haya ningún intento al estilo Capitolio. Además, todos los diputados y senadores ya estarían electos, por lo que le resultaría muy difícil cuestionar el proceso electoral. No lo descarto completamente, por las características de esa derecha tan radicalizada, pero no tendría tanta fuerza, no hay condiciones políticas, económicas ni de correlación de fuerzas a nivel internacional para un intento golpista. En caso de que ocurra, creo que duraría muy poco, pero debemos prepararnos para cualquier escenario.

-¿Qué país deja Bolsonaro? ¿Cuáles serían las principales secuelas de estos años?

-Bolsonaro deja una infinidad de problemas. Desde el punto de vista económico, un proceso de desindustrialización intenso, altos índices de desempleo, pérdida salarial, crecimiento del hambre y la miseria. Las políticas públicas que fueron muy importantes en los gobiernos de Lula y Dilma fueron destruidas. También hubo un gran retroceso en la cuestión ambiental. Y en lo político, tenemos ahora una derecha articulada, organizada, que se mantendrá movilizada en el próximo período, lo que exigirá al gobierno y a todas las fuerzas de izquierda y progresistas pensar otras formas, otros métodos de actuación.

Para esta elección se logró construir una gran alianza, una especie de frente amplio, bien amplio, que puede permitir que Lula gane en primer turno pero también tendrá un costo político para enfrentar los problemas inmensos que tiene el país. Pese a esos problemas que va a enfrentar Lula, creo que hay posibilidad de retomar varios programas como el combate al hambre, la producción de pequeña agricultura, los asentamientos de familias sin tierra o la generación de renta para los más empobrecidos. Para eso será importante que Brasil articule con Argentina, con México, con Colombia, con la región en general, y con los BRICS.

-¿Cuáles serán los desafíos del MST y de los movimientos populares en un eventual gobierno de Lula?

-Nuestra tarea será seguir organizando y haciendo luchas. La derecha también se movilizará y sólo podremos tener un gobierno popular si los movimientos tenemos una participación muy activa organizando y haciendo luchas por la agenda que defendemos. Tenemos, además, el reto de reorganizar a las clases trabajadoras brasileñas que hoy no lo están. Las organizaciones que hemos construido a lo largo de la historia son importantes, pero ahora son necesario nuevos métodos, nuevas formas de organización y de movilización.  «