Pocos diputados y senadores norteamericanos podían suponer en 1917, al lanzar los Liberty Bond destinados a sufragar la entrada en la Primera Guerra Mundial de los Estados Unidos, que el establecimiento de un «techo de endeudamiento» para el financiamiento del gasto público traería tantos conflictos actuales.

Es lo que conocen hoy en Norteamérica como «techo de la deuda» (debt limit o debt ceiling), que «no autoriza nuevos compromisos en el gasto público. Sólo le permite al gobierno financiar las obligaciones legales existentes que los Congresistas y los presidentes de ambos partidos han realizado en el pasado». Al menos esa es la definición del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Así limitado en su capacidad de obtener recursos a través del endeudamiento – aunque sea para cubrir gastos ya comprometidos– los Estados Unidos corren el riesgo de incumplir con los pagos de deuda: una situación de default. Para el Tesoro «eso precipitará una nueva crisis financiera, que amenaza al trabajo y a los ahorros de los norteamericanos, lo que pondrá a los Estados Unidos en un profundo pozo económico».

Digamos que la elevación del techo de deuda no es una medida excepcional, desde los años sesenta a la fecha ese techo ha variado 78 veces, y más veces con los republicanos que con los demócratas. Pero hay que negociar.

En la mesa de negociaciones está la recuperación de fondos remanentes destinados a la lucha contra el COVID-19 y una reforma que agilice los permisos de explotación minera y energética. Aunque los republicanos privilegian los combustibles fósiles mientras que los demócratas prefieren privilegiar las fuentes renovables de energía, es probable que haya un acuerdo sobre esos dos temas.

Los republicanos reclamarán el endurecimiento de las condiciones para acceder a programas de ayuda social. Así, cualquier adulto sin hijos y sin discapacidades deberá trabajar en lo que se le ofrezca o capacitarse para permanecer en el Medicaid, el seguro médico público para los bajos ingresos. Del mismo modo habrá modificaciones para acceder a los programas alimentarios de emergencia, que llegan hoy a 40 millones de norteamericanos. Además deberán fijarse un límite de gasto en materia social que no exceda en el futuro los gastos comprometidos en el actual presupuesto. Habida cuenta de la inflación esto significa una disminución de recursos en términos reales.

Por supuesto, los republicanos no van a exigir bajar el gasto militar, del que además vive el conjunto de los congresistas de Estados Unidos, sin distinción partidaria. Es que hay veteranos de guerra en cada distrito, y todos están  interesados en los resultados económicos del complejo militar-industrial. ¿Será el fondo de la cuestión?

Según Reuters, los Estados Unidos han comprometido 800 mil millones de dólares para gasto militar en 2023, mas de seis veces más de lo previsto para educación y los servicios sociales; cerca de siete veces más que el gasto en salud, trece veces más que el presupuesto en vivienda.

Para Jeffrey Sachs lo que desequilibra el presupuesto es el gasto en defensa. Es el financiamiento de guerras interminables, en todos los continentes y con nulas victorias. Pero hay que alimentar al complejo militar-industrial, aunque sea en desmedro de la propia sociedad norteamericana, de inversión en infraestructura, en educación, en vivienda.

Además, existe una transferencia de ingresos de los contribuyentes norteamericanos. Sí, los que financian al presupuesto con sus impuestos, que son destinados a costear los programas de armamento, que luego los Estados Unidos venderán a países en conflicto, como en Ucrania, a países interesados, como Qatar, o a sí mismos, mediante la modernización del equipamiento existente.

Para comprender el marco general del análisis y situar este problema en su contexto, diremos que para los modernos, la guerra es la continuación de la política por otros medios; para los posmodernos sólo valen las guerras del occidente colectivo; para los antimodernos la guerra es sólo la continuacion del mercado por otros medios. Con o sin techo de endeudamiento. «