Caracas

La oposición venezolana redobla este viernes la presión contra el presidente Nicolás Maduro, con una huelga general acatada aún tímidamente y que el gobierno prometió conjurar con intervenciones militares de las empresas que cesen sus actividades.

En Caracas, Maracaibo -segunda ciudad del país-, San Cristóbal y otras capitales de estados del país se registra menos movimiento de personas que lo usual, pero el transporte y algunos comercios y escuelas están funcionando, aunque no muchos niños acudieron, en tanto que los bancos están abiertos.

La huelga, que comenzó a las 06H00 locales (10H00 GMT) y concluirá a las 18H00 (22H00), es parte de la ofensiva que lanzó el miércoles la oposición para forzar la salida de Maduro del poder, tras la suspensión hace una semana del referendo revocatorio.

La coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) llamó «a dejar las calles y puestos de trabajo vacíos» para «presionar que el gobierno acate la Constitución y respete nuestro derecho a elegir».

Efectivos de la Fuerza Armada, cuyo alto mando declaró esta semana «lealtad incondicional» al presidente, se disponen a iniciar inspecciones en unas 720 empresas para verificar que estén funcionando.

«Vamos a tener un despliegue para garantizar al pueblo acceso a los alimentos y medicinas, que ningún hospital esté parado. La única manera de salir de las dificultades es trabajando», declaró el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino López. Maduro aseguró que responderá enérgicamente al «sabotaje» y «golpe parlamentario», refiriéndose a la huelga y al plan de la mayoría opositora en la Asamblea Nacional de declararlo en «abandono del cargo», al hacerlo responsable de la crisis política y económica.

«No voy a aceptar ningún tipo de conspiración. Empresa parada, empresa recuperada por los trabajadores y la revolución», sentenció el mandatario.

Huelga con aumento salarial

Justo el jueves, el presidente socialista anunció un aumento del 40% en el ingreso mínimo -llegando a unos 140 dólares a la tasa de cambio oficial- y el pago adelantado de aguinaldos. «La huelga será un rotundo fracaso (…). Vamos a trabajar con mucho más esfuerzo celebrando el aumento de salario. Con la clase obrera, vigilaremos que el ente patronal no paralice las labores», aseguró el ministro del Trabajo, Oswaldo Vera.

Pese a ser el cuarto aumento que decreta Maduro en 2016, los venezolanos se quejan de que los salarios no alcanzan para nada, ante una inflación que el FMI calcula en 475% para este año, la más alta del mundo.

Empresarios y economistas, por su parte, acusan al modelo socialista de «desmantelar» la capacidad productiva del país petrolero, golpeado por la caída de los precios del crudo y dependiente de las importaciones.

La Confederación de Industriales de Venezuela llamó a sus empresas a «dar libertad» a los empleados de participar en la huelga por ser la protesta «un derecho constitucional».

En tanto, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) dijo que responderá al llamado porque la crisis afecta «en su inmensa mayoría» a la fuerza laboral.

Según la firma Venebarómetro, Maduro enfrenta una impopularidad de 76,4% y un 67,8% se dice a favor de revocar su mandato, que concluye en enero de 2019.

El pasado, aún fresco

La nueva estrategia de la MUD, anunciada el miércoles en una multitudinaria manifestación, incluye una marcha el 3 de noviembre al palacio presidencial de Miraflores, en el centro de Caracas.

La marcha a Miraflores y la huelga repiten, para el gobierno, el «libreto» del 11 de abril de 2002, cuando una masiva movilización hacia la casa de gobierno derivó en enfrentamientos que causaron 19 muertos y un golpe de Estado que sacó del poder a Hugo Chávez durante tres días.

Diosdado Cabello, número dos del chavismo, consideró que los directivos de la patronal Fedecámaras deberían ser llevados «presos», así como el empresario Lorenzo Mendoza, presidente del grupo Polar, mayor productor de alimentos de Venezuela. Mendoza, a quien Maduro acusa de ser punta de lanza de la «guerra económica» con la que -dice- el sector privado y la oposición buscan derrocarlo, participó el miércoles en la manifestación de la MUD.

Según reportaron medios de comunicación, la planta de Polar en Los Cortijos, este de Caracas, fue rodeada de agentes de inteligencia en la tarde del jueves. «Vinieron a amedrentar», denunciaron trabajadores de la empresa. Al apoyar el llamado de la MUD, el primer vicepresidente de Fedecámaras, Carlos Larrazábal, señaló que no se trata de un paro patronal, sino de una «huelga ciudadana».

«Esa es una gran diferencia con respecto el pasado», dijo Larrazábal, al aludir al hecho de que al día siguiente del golpe contra Chávez el entonces líder de Fedecámaras, Pedro Carmona, se autojuramentó presidente de Venezuela.