Si la intención es la de leer noticias alentadoras, no es esta la página indicada. Hace unas horas, el director ejecutivo del programa de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, Mike Ryan, advirtió que en un futuro el mundo será atacado por pandemias aun más devastadoras que la del Covid-19. «El coronavirus no es la pandemia que los científicos hace años están esperando». Y, como si fuera poco, agregó: «La existencia de una vacuna, incluso de alta eficacia, no es garantía de la eliminación o de la erradicación de una enfermedad infecciosa».

Lo señaló horas después de que el planeta registrara un nuevo récord de 728 mil contagiados y 25.126 muertos en una sola jornada, la del miércoles 30. Dos días después se cumplía un año exacto del anuncio en China del primer caso oficial del nuevo virus (“una extraña neumonía detectada en Wuhan”), que se multiplicaría de tal forma que la OMS declararía como «pandemia» el 11 de marzo pasado.

Por entonces empezaba a arreciar en Asia y también en Europa y solo causaban alarma a los otros continentes. Pero las predicciones (¿habrán sido los deseos?) de que pronto sería controlado devinieron en este inicio de 2021 en la buena noticia del comienzo de la vacunación, aunque con la incertidumbre del efecto devastador que nuevas cepas están causando en países centrales y su proliferación en todo el mundo. Las curvas que esta semana muestran los organismos causan espanto. Y los vaticinios no son nada alentadores para las próximas semanas.

Ni qué hablar si se hurga en las cifras individuales. Más de 3,5 mil muertos en EE UU en un día (232 mil casos), más de mil en Brasil, en el Reino Unido y en México, donde hubo arriba de 50 mil casos. Justamente, Inglaterra fue el primer lugar en que se advirtió la versión de una nueva cepa “más potente”, que también se verificó luego en otros países de Europa, que causa estragos en EE UU y llegó a Sudamérica.

Hace pocas horas, las autoridades sanitarias de EE UU expresaron su temor a que la llegada de la nueva cepa, disparada en el país, acerque la situación al límite del servicio hospitalario, al tiempo que advirtieron que la campaña de vacunación está siendo “sensiblemente” más lenta de lo que se aguardaba. “Los hospitales se encuentran en una situación crítica”, aseguraron.

En Europa

En las últimas horas, el gobierno británico anunció que frenó las clases hasta al menos el 18 de enero debido a las últimas cifras de la propagación del virus, y a su vez implementó la reactivación de los hospitales de campaña, dado que el sistema sanitario amenaza con colapsar. Un importante funcionario de salud, luego de entrevistarse con el primer ministro Boris Johnson, en las escalinatas de Downing Street, trasmitió la sensación del mandatario respecto de que la infección está «fuera de control».

En Francia, ayer reforzaron el toque de queda en 15 departamentos: millones de personas no podrán salir de sus hogares después de las 18. Los casi 20 mil casos diarios registrados en los dos últimos días, muy lejos del objetivo del gobierno de bajar a 5000 infecciones diarias, hicieron que se intensificaran las restricciones. «Si la situación se deteriora más en ciertos territorios, tomaremos las decisiones necesarias», advirtió el viernes Gabriel Attal, portavoz del gobierno francés. Los teatros, cines y salas de conciertos tampoco podrán reabrir el 7 de enero, como estaba previsto.

En otros países europeos como España, Alemania y Italia las decisiones de nuevos límites son apenas más cautas. De todos modos, Sergio Mattarella, el presidente italiano, dijo en su mensaje de año nuevo: «Estos son días de angustia y esperanza. La pandemia pone en riesgo nuestras vidas, daña nuestra forma de vida».

Tal vez, la contracara de esta situación sea Israel: a principios de diciembre acusó un fuerte rebrote pero ahora se encuentra en los primeros puestos de la vacunación con un millón de personas inmunizadas, lo que representa el 10% de su población, un aspecto que el primer ministro Benjamin Netanyahu busca capitalizar en medio de una muy severa crisis social.