Los antecedentes de la ministra del Interior de Boris Johnson y la relación histórica del Reino Unido con Estados Unidos no daban para apostar demasiado por alguna decisión favorable. Pero como se trata de un caso que afecta a la libertad de prensa siempre hay una luz de esperanza en los tan declamados valores occidentales. Este viernes, Piti Patel le dio otra estocada a esas garantías propias de la democracia al firmar la orden de extradición del fundador de WikiLeaks, el australiano Julian Assange, acusado de espionaje del otro lado del Atlántico por haber publicado millones de documentos verídicos que revelan, entre otras minucias, las atrocidades cometidas por tropas estadounidenses en Irak y Afganistán. Los abogados del periodista adelantaron que van a apelar la medida en todos los estamentos judiciales que le quedan, tanto en estrados británicos como en cortes internacionales.

Un vocero de Patel dijo que “los tribunales británicos no concluyeron que fuera opresivo, injusto o un abuso procesal extraditar al señor Assange. Tampoco concluyeron que la extradición fuera incompatible con sus derechos, incluyendo el derecho de tener un juicio justo, y con la libertad de expresión y (garantizaron) que durante su estancia en Estados Unidos será tratado de manera apropiada, también con respecto a su salud».

Todas estas argumentaciones apuntan a las sospechas de la defensa de Assange, que teme una reclusión en una celda de aislamiento o padecer torturas como las que gracias a WikiLeaks pudieron conocerse a través de los medios más influyentes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania y España y desde allí al resto del mundo. Existen también pericias psicológicas que demuestran el impacto que ya tuvo en Assange, de 50 años, la persecución de la que fue objeto desde 2010 y estos últimos 10 años en los que estuvo privado de su libertad.

Acusado de abuso sexual contra dos mujeres por una fiscalía sueca luego de que las publicaciones de WikiLeaks demostraran el horror que desataron las invasiones a Irak y Afganistán, el australiano había sido detenido en Londres en 2012. Siempre negó las imputaciones y dijo que eran un modo de apresarlo para llevarlo a EE UU. Por eso ni bien quedó en libertad condicional por esos cargos, se refugió en la embajada ecuatoriana en el Reino Unido, donde recibió asilo del gobierno de Rafel Correa. La fiscal sueca archivó la causa en 2017 pero en 2019, Lenin Moreno, violando todos los tratados internacionales, permitió que la policía británica se lo llevara preso. Desde entonces está alojado en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh.

Los cambios de inquilinos en la Casa Blanca no se tradujeron en mejoras para Assange. Acusado con Barack Obama, durante la administración de Donald Trump, siendo jefe de la CIA Mike Pompeo, fue grabado con cámaras hasta en sus menores movimientos dentro de la embajada, incluso en sus conversaciones con el equipo de abogados. Esa es una de las cuestiones que ahora integran el andamiaje de pruebas para sus letrados. Es que esa información se hizo pùblica y Pompeo no la negó. Patel, por otro lado, integró la Sociedad Henry Jackson (HJS) una ONG financiada por la agencia de espionaje estadounidense para enlodar la figura publica de Assange, según documentación desclasificada en Londres. Joe Biden renovó el reclamo de extradición.

Assange, a todo esto, se casó con la abogada sudafricana Stella Moris, con quien tambien tuvo dos hijos. Su está equipo de defensa integrado además por el español Baltasar Garzón y la australiana Jennifer Robinson, quien en una conferencia de prensa el viernes, dijo: “Esta decisión es una grave amenaza a la libertad de expresión, no solo para Julian, sino para todos los periodistas, editores y trabajadores de los medios”. Stella Moris agregó: “Estoy segura de que entienden las implicaciones extremadamente graves que esto tiene para todos ustedes y para los derechos humanos”. Tim Dawson, del Sindicato Nacional de Periodistas, no se quedó atrás: “Vale la pena pensar en cuál es esa amenaza desde la posición de un periodista individual”.

Preguntada por cómo toman los hijos la posibilidad de que Assange no vuelva a casa pronto -en EEUU enfrenta hasta 175 años de prision- la esposa respondió que aprovechan al maximo las visitas familiares a Belmarsh. “Abordo esta situación como si Julian estuviera en el corredor de la muerte”, resumió.

Hubo marchas frente al penal londinense y se repitieron las voces que reclaman por su pronta liberación en virtud de que no solo lo que publicó es verdad, sino que no hay ninguna prueba de que hubiera puesto en riesgo la vida de ninguno de los personajes mencionados en los informes publicados por The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, El País, Le Monde, La Reppublica.

Entre sus acólitos, figuran la actriz Pamela Anderson, elexministro de Finanzas griego Yanis Vraoufais, el musico Roger Waters, el exanalista de la CIA Edward Snowden.  «

Apoyo de Mélenchon

Jean-Luc Mélenchon anunció pocas horas antes del cierre de la campaña de cara a la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, que si su fuerza obtiene la mayoría parlamentaria en las elecciones de hoy y logra ser nombrado primer ministro, le otorgará la ciudadanía a Julian Assange. Esa fue la reacción del dirigente de la coalición de izquierda NUPES ante la decisión del gobierno británico de emitir la orden de extradición del periodista y fundador de WikiLeaks a EE UU, que lo acusa de espionaje.  «Si soy primer ministro el lunes, el señor Julian Assange, creo que lo ha solicitado, será naturalizado como ciudadano francés y pediremos que sea evacuado a nuestro país», dijo Mélenchon en una rueda de prensa en París.

Los resultados de hoy definirán el rumbo del gobierno liberal de Emmanuel Macron, cuya fuerza empató con NUPES en la primera vuelta del domingo pasado, poniendo al oficialismo en riesgo de perder la mayoría parlamentaria ante la izquierda.