Carola Rackete, capitana del barco humanitario Sea Watch 3, es una viga en el ojo del ministro xenófobo Matteo Salvini, quien se volvió el hombre fuerte de Italia al permitirle formar gobierno al Movimiento 5 Estrellas, que triunfó en las últimas elecciones. Rackete fue puesta en libertad luego de ser encarcelada el sábado por llevar al puerto de Lampedusa a 40 inmigrantes que había salvado de un naufargio en las costas de Libia.

La joven capitana, de 31 años, estaba con prisión domiciliaria acusada de los delitos de resistencia o violencia contra nave de guerra y de intento de naufragio por chocar accidentalmente un barco patrulla al atracar. Pese al alto perfil que tomó su caso, por los constantes e iracundos ataques de Salvini –ex Liga del Norte– a través de los medios de comunicación y redes sociales, la jueza Alessandra Vella no sólo rechazó el delito que le imputaban, sino que sostuvo que Rackete cumplió «un deber», al salvar vidas de náufragos en el mar.

El ultraderechista Salvini encontró en la joven capitana una contrincante para impulsar en la opinión pública la nueva legislación de “puertos cerrados”, parte de la política antimigrante que es una de las banderas del ministro italiano, que encuentra en los inmigrantes las causas de casi todos los males que afectan a Italia.

La capitana de la ONG Sea Watch ya había planteado que no pretendía provocar al ingresar a aguas italianas el 26 de junio, sino salvar la vida de los 53 náufragos, once de ellos fueron conducidos a tierra por motivos médicos y el resto quedó varado en el mar. El barco fue abordado dos veces por la guardia costera italiana, pero no consiguió permiso, y el sábado directamente forzó el ingreso con su barco, aduciendo “estado de necesidad, porque no puedo garantizar a bordo de mi nave la seguridad psicológica de la gente que hemos rescatado. Las autoridades han subido dos veces a recoger documentación, pero no nos han dado ninguna indicación concreta sobre cómo desembarcar”.

Tras la posición de Rackete, que se volvió inmensamente popular al grabar un video mientras era abordada por la policía aduanera italiana, se encolumna una gran parte de la opinión pública italiana, ya que pone en evidencia las consecuencias de las políticas migratorias xenófobas. La isla de Lampedusa fue el destino del primer viaje que realizó Bergoglio una vez ungido como pontífice, debido a que se trata de una zona emblemática por la cantidad de muertos y los campos de migrantes donde viven personas en estado calamitoso.

Por supuesto, el ministro Salvini no dejó pasar la oportunidad para continuar sus ataques contra la capitana de origen alemán: “Para la justicia italiana ignorar las leyes y golpear una nave de la Guardia de Finanza (Guarida Costera) no son motivos suficientes para ir a la cárcel. Ningún problema. Para la comandante criminal tengo preparado una orden para expulsarla a su país», ironizó y amenazó el ministro en su cuenta de Twitter.

“Italia ha levantado la cabeza, estamos orgullosos de defender nuestro país y de ser diferentes de otros líderes europeos que creen que nos pueden tratar como una colonia”, continuó el político italiano, quien ya ordenó que se expulsara a Rackete de Italia, medida que aún debe pasar el filtro de la Justicia de ese país.

Por su parte la organización humanitaria a la que pertenece Rackete expresó por las redes sociales que «no había motivos para su arresto, ya que aquí la única irregularidad era hacer cumplir los derechos humanos en el Mediterráneo”.