La escena que describe el general Mark Milley es espeluznante. El titular del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas más poderosas de la tierra llamando a su par de China para decirle que su Comandante en Jefe, que tenía en sus manos el botón para activar un armamento nuclear capaz de destruir varias veces el planeta, se había vuelto loco. Pero que se quedaran tranquilos, que los militares no tenían pensado emprender ningún ataque contra la principal potencia enemiga.

Según el último libro del periodista Bob Woodward -el del caso Watergate, de 1971- junto con su colega Robert Costa, Milley ordenó a sus colaboradores no actuar inmediatamente si el expresidente diera alguna orden para usar el arsenal nuclear. Por si esto fuera poco, Milley se comunicó con la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, para hablar del estado de salud de Trump.

Estos momentos dramáticos se dieron cuando fanáticos de Trump atacaron el Capitolio cuando el Colegio Electoral tenía que nominar a Joe Biden. Trump decía que le habían robado la elección.

«Está loco. Ud sabe que está loco … y lo que hizo ayer es una prueba más de su locura», coincidió Pelosi, tras preguntar «¿Qué precauciones están disponibles para evitar que un presidente inestable inicie hostilidades militares o acceda a los códigos de lanzamiento y ordene un ataque nuclear?”.

Milley ya había hablado con el general Li Zuocheng el 30 de octubre y el 8 de enero, dos días después del asalto al Congreso. «General Li, quiero asegurarle que el gobierno estadounidense es estable y todo funciona bien. No vamos a atacar ni emprender ninguna operación cinética contra ustedes», le prometió.

Según los tramos que difundió el Washington Post del libro Peril (Peligro), la Comunidad de Inteligencia de EEUU había llegado a la conclusión de que los chinos temían que Trump abriera hostilidades en el Mar de China o en Irán para poner a la opinión pública de su lado.

Tras la publicación, Trump calificó a Milley de traidor por revelar una conversación con el enemigo y el senador Marco Rubio, ultraconservador, le pidió al presidente Biden que eche al general. “Milley trabajó para socavar activamente al comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en funciones y contempló una filtración traidora de información clasificada al Partido Comunista Chino», argumentó Rubio. El presidente le dio todo su apoyo a Milley. «Algunos podrían sostener que Milley se extralimitó en su autoridad y se atribuyó un poder extraordinario», escribieron los periodistas. Pero consideraba que estaba actuando correctamente «para asegurar que no hubiese una histórica ruptura en el orden internacional, ni una guerra accidental con China u otros, ni uso de armas nucleares», dijeron.