Si la renuncia a formar parte del diálogo del enviado del Vaticano, Claudio María Celli, había herido de muerte ese proceso en Venezuela, la decisión de la opositora Mesa de la Unidad Democrática de abandonar definitivamente las conversaciones con el gobierno del presidente Nicolás Maduro, lo terminó de matar.

Tras anunciar que se retiraban del proceso de conversaciones tal como estaba planteado desde el pasado 30 de octubre –con el auspicio de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Vaticano, y la mediación de tres expresidentes– los opositores acordaron formular un nuevo proceso de negociaciones con un diferente formato, del que no precisaron aún detalles. «El experimento de diálogo que se desarrolló en Venezuela del 30 de octubre al 6 de diciembre de 2016 es un capítulo cerrado que no se volverá a abrir», informó la coalición opositora a través de un comunicado, que atribuyó la decisión al «incumplimiento» de los acuerdos.

El incumplimiento del que la MUD acusa al gobierno venezolano fue lo que, aseguran, «dinamitó ese experimento» de diálogo, que ya había entrado en fase de revisión a principio de diciembre. No hubo reacciones de parte del Ejecutivo en las primeras horas posteriores al pronunciamiento de la coalición.

La plataforma cuestionó el proceso de diálogo que acompañaron hasta ahora los expresidentes Martín Torrijos (Panamá), Leonel Fernández (República Dominicana) y José Luis Rodríguez Zapatero (España), por el supuesto incumplimiento del gobierno, y aseguraron que este capítulo «no se volverá a repetir». Los partidos continúan evaluando, sin embargo, la propuesta presentada por los expresidentes y el nuncio del Vaticano en Caracas, Aldo Giordano, para la formulación de un nuevo proceso que, de concretarse, sería «otra cosa».

La alianza de partidos no consiguió acuerdos sobre el plan de trabajo propuesto por los mediadores hace una semana para relanzar las conversaciones, que ya habían entrado en suspenso el pasado 6 de diciembre con el reproche de la MUD al gobierno de haber incumplido los acuerdos alcanzados en las dos únicas plenarias que se celebraron.

Los opositores instaron al pueblo venezolano “a intensificar la protesta pacífica, constitucional y democrática», y dieron por hecho que ningún diálogo ni negociación política tendrá éxito «en el logro del cambio político urgente y en la defensa de los derechos económicos» si no está respaldada por una «creciente y sostenida movilización ciudadana».

Aseguran que esta «activación política de la calle social» es la que podrá «rescatar» la salida electoral del gobierno que reclaman desde hace un año.

La única declaración por parte del gobierno, aunque en otro sentido, fue la del primer vicepresidente del gobernante Partido Socialista de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, quien reveló que impulsará una campaña para defender la memoria del fallecido exmandatario Hugo Chávez (1999-2013) con el objeto de evitar que se hable mal de él en cualquier lugar del país, idea que de inmediato provocó reacciones fuertemente adversas por parte de la oposición.

«Aquí no se habla mal de Chávez. La frase se debe leer en los escritorios de los empleados públicos venezolanos y en las casas que entrega el gobierno», propuso Cabello, número dos del chavismo, en su programa semanal Con el mazo dando.

A su vez, exhortó a quienes han recibido beneficios por parte del Ejecutivo, los que están en los cuarteles militares y a todos los ciudadanos a pintar murales con esa sentencia, e incluso advirtió que, quien no se sume a esa campaña, debería ser denunciado. «